De Ríos y de Truchas. Y de Pesca a Mosca. Y de amigos mosqueros.

Aquí se plasmarán todas esas ideas, sensaciones y vivencias de un pescador a mosca y de su grupo de compañeros.

Su finalidad es tratar de inculcar que la pesca a mosca puede llegar a ser una forma de vida.

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Competición NO..... Gracias.

miércoles, 27 de febrero de 2013

ROMPIENDO ESQUEMAS…

          No es sencillo echar abajo costumbres y tradiciones. Modas y modismos aprendidos por mor del hábito (que no hace al monje).


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Uno aprende a montar moscas bajo el prisma de lo común, de lo que ve “habitualmente”. 

Utilizar un tipo de materiales que se vuelven indispensables. 


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Y entonces a base de tiempo asimilas que, cuerpos de moscas se montan con materiales más bien opacos (biots, quill, sedas) sin pararte a pensar si el cuerpo de los insectos que en definitiva es lo que tratamos de imitar está representados por dichas cualidades.


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-¿¿Son o no son opacos los cuerpos de los insectos??-

-¿¿Como ven las truchas las moscas??-

Son cuestiones que al principio de montar moscas ni nos paramos a pensar.


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Tan solo sabemos que las B. Rhodani son de color verde.

-¿¿¿¿¿?????-

Tan solo sabemos que las B. Vernus son grises.

-¿¿¿¿????-

Tan solo sabemos que las N. Níger son negras.

-¿¿¿¿????-


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Y no nos damos cuenta lo difícil que es para un entomólogo experto diferenciar una mosca de otra y, que la gran mayoría de nosotros los mosqueros erramos al determinar las moscas que vemos.

Acaso con el tiempo, tienes la fortuna de que “alguien que sabe un poquito del tema” te abra los ojos.


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Te anime a que veas con tus propios ojos los insectos que ves por las aguas, sin pararte a pensar si son Fuscatus, Dorsalis, Cloroperlidae, o cualquier otro nombre rimbombante.


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Y, tras observar el insecto, recapacites sobre el modo que tiene la trucha de ver dicho bichito.


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Es entonces cuando te topas de bruces con una escuela de montaje que se sale de lo común, que rompe moldes, que existe hace muchos años pero que circula fuera de modas y modismos.


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Evalúas los montajes, recapacitas sobre lo que estás viendo, y al fin observas en acción de pesca como funcionan.


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Y entonces se te rompen los moldes, ves cuan ciego has estado y que debes empezar desde el principio.


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Y no te queda otra sino volver a ser aprendiz y adobar anzuelos según tus instintos y observaciones.


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Poco a poco consigues confeccionar algún montaje con el que quedas mínimamente satisfecho. 





                     LasmoscasdePaco.

viernes, 22 de febrero de 2013

HACER EL TANCREDO …

          No ha demasiado, en una tertulia mosquera comentábamos como modas y modernismos erróneos provocaban que los noveles se olvidaran de ciertos placeres de la pesca a mosca… a mosca seca ítem más.

Y no es que se olviden, es que sencillamente nadie se los ha enseñado o lo han visto hacer. 


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Y es que es muy simple adentrarte en las aguas, recorrer rio y mas rio equipado de un ninforro pesado y cachapúm, recorrer mas rio y cachapúm y, apretarse todo un tramo de rio cachapuneando las aguas a lo tonto y a lo loco, ahora pierdo la ninfa en un enganchón ahora al albur capturo una trucha.

Pisando rio y más rio sin apenas “entender” el rio, tan solo buscar una vena de aguas donde atizar ninfazos.

-Paco, es que habría que enseñar a los noveles que la pesca a mosca es otra historia-

-Ya, pero para eso hay que saber. Que saber pescar y que saber explicar. Y ése no es mi caso-

-Coño, pues comenta algo en tu blog-

Hacer el Tancredo no es ni más ni menos que esperar el momento idóneo para pescar un determinado tramo de aguas.


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Y es que de nada nos va a servir pisotear una tabla de aguas lentas en verano a las tres de la tarde, lo que habremos hecho es estropear el tramo.

La cosa pasa por “intuir” como se pescan los tramos de ríos y, sobre todo aprender a leer el rio y entender las señales que nos muestra.

Llegar a un tramo de aguas querencioso y, pararse uno (hacer el Tancredo) tranquilamente a observar el rio.

-Ya, ya sé que en el mundo en que vivimos eso de pararse no va a tono con las modas-

Pues mosqueros, hay que pararse, que serenarse, que estudiar las aguas y que observar el rio. Bien fumándose un pitillo o sencillamente mordisqueando una yerba, atento a lo que nos rodea.


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Y es así como observamos la cebada descarada, esa cebada de trucha juvenil que el mosquero debe desechar esperando algo mejor.

Seguiremos haciendo el Tancredo. 

Observando el rio, oteando las aguas en busca de determinar que especies de insectos eclosionan o sencillamente en que estadio se encuentran. 

Si están emergiendo, si están derivando tras eclosionar, si se están posando o sencillamente si están cayendo inertes. 

Todo ello nos indicara el tipo de mosca a anudar en nuestro bajo de línea.


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Vimos una cebada interesante, una cebada modosa, tímida, que nos puso alerta y que nos hizo observar con interés el punto donde se produjo.

Una nueva cebada, observamos el desplazamiento de aguas que provoco “movimiento de magma” que dicen algunos.

Suficiente para ponernos en movimiento. Para con lentitud y seguridad en los pasos ir aproximándonos al lugar de la ceba.

Estudiamos las aguas, observamos las corrientes, el viento, los obstáculos y, tras ello determinamos el punto donde posicionarnos.

Preparamos el equipo, revisamos la mosca, la flotabilizamos, estiramos el bajo, que todo este en perfectas condiciones.


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Una vez llegados al punto, volvemos a hacer el Tancredo. 

Observando, esperando que la trucha tome una mosca de nuevo.

Al fin sucede, es el momento de ponernos en movimiento. 

Sacar línea del carrete, iniciar el lance, desplegar línea por el aire en un par de falsos lances y, tras ello, realizar el lance definitivo, el posado optimo un poco por encima de la cebada observada.

Vemos como nuestra mosca navega por las aguas, como se acerca al punto de la cebada observada. 

Al pronto las aguas se mueven bajo la mosca, incluso hace que la mosca rebrinque.

Nervios en tensión.

Observamos como la boca de la trucha atrapa y engulle la mosca y como se sumerge en las aguas.


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Es entonces cuando clavamos, un cachete rápido, seco, certero. Que provoca un maremoto al otro lado de nuestro bajo de línea.

La trucha huye, lucha, pelea en feroz lid. Notamos los bruscos empellones que contractuamos con la templanza de nuestro equipo, con el flexado de nuestra caña, con recoger línea en el carrete a ser posible o controlando la línea con la mano izquierda si no nos dio tiempo a guardar línea en el carrete.


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Trucha tamaña que a más de flexionar nuestra caña también lo hace con nuestro brazo, en franca lucha, en ese “ten con ten” que provoca un galopar alocado de nuestro corazón.

Es momento crucial con dos resultados indeterminados.

El primero que nuestra oponente gane la batalla y consiga zafarse del anzuelo aprehensor o sencillamente que en un fuerte arreon rompa nuestro bajo de línea. 

La contra que logremos domeñar a nuestra brava oponente y poco a poco acercarla a la sacadora para conseguir enredarla. 

Tras ello desanzuelarla y con mimo devolverla a las aguas.


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No, no diré que ambos resultados sean iguales, pero si diré que ambos resultados nos provocaran sensaciones abrumadoras, sensaciones difíciles de explicar al menos para mí.

El lance termino con explosión de placer. 

Obtuvimos lo deseado, lo esperado, lo anhelado.

Todo fue el resultado del buen hacer mosquero, el resultado de refrenar la premura y esperar, esperar haciendo el Tancredo el momento oportuno.

Esto amigos, son sencillamente sensaciones y placeres mosqueros.

Que a fuer de ser sinceros no termina siempre de aquesta guisa, pero que cuando sucede nos produce un placer indescriptible y provoca la ansiada sensación de volver a vivirla.


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Y son estos momentos los que nos produce la crucial necesidad de volver una y otra vez a las aguas de los ríos, a buscar el tesoro que no es sino sus preciosas truchas y, en definitiva, de degustar el placer máximo de la pesca a mosca… de la pesca a mosca seca se entiende.

No sé si me habré explicado.




                             LasmoscasdePaco.

martes, 19 de febrero de 2013

CAJITA DE BAMBU …

          Todas las temporadas envío algún presente a antiguos amigos y conocidos mosqueros.


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Mosqueros que por una u otra razón dejan huella impresa en mis recuerdos.


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Confeccione una pequeña muestra de moscas que la pasada temporada me depararon muy buenas capturas.


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Cada montaje tiene en sí mismo el recuerdo de un bonito lance de pesca.

Estos son los montajes seleccionados.


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Pardón Oliva. 

 A principio de temporada dio buenos resultados en ríos de media montaña.


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Ecdyonurido. 

 Fue una tarde de primavera tardía, observé una eclosión importantísima de ellos y las truchas tomándolos con fruición.


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Plecóptero Oliva.

 Mañanas del rio Tajo en verano, levantaba truchas de los chorros más fuertes.


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Trico grande “Trotón”. 

Eclosiones de Plecos de mediano tamaño, cebadas brutales a esta hermosa mosca.


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Oliva. 

Con su visible penacho de foam, pescando al agua.


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Marroncita en paracaídas. 

Insustituible, me pesco durante toda la temporada.


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Trico de junio. 

Rio Sorbe, grandes eclosiones y muchas capturas de bravas truchas.


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Subimago de oliva. 

Para pescar esas grandes tablas de aguas con algo de movimiento.


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La Cosa (tiene otro nombre). 

Para truchas selectivas y momentos puntuales.


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Efemerela. 

Importantísima mosca para la temporada avanzada


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Spent. 

Rio Gallo, pescando sobre cebadas. Perdí la cuenta de las capturas que me deparo.


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Níger. 

Frio, lluvia, rio encajonado en abundante maleza, eclosión de moscas oscuras y captura de truchas insospechadas.


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Emergente alas desplegadas. 

Canalillos entre ovas, truchas tomando insistentemente.


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Red Tag. 

Agosto, sutiles cebadas bajo las salgueras de las orillas.

Truchas que rompían bajos del 14.


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Muchos recuerdos, cada montaje evoca al menos un bonito lance de pesca.


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Sé que mi entrañable amigo Humberto hará buen uso de ellas.

Espero las disfrutes.



                         LasmoscasdePaco.

viernes, 15 de febrero de 2013

ME VIENE A LA MEMORIA II …

          El anterior relato publicado contaba del comienzo de la temporada 2011, una jornada con muy mala climatología y anunciaba que el siguiente fin de semana pese a no mejorar el tiempo, de nuevo nos vimos las caras con el rio y sus truchas.


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Mas la lluvia no es algo que arredre al mosquero osado y a fe mía que Juanma y Mario lo son y, quien relata, a poco que escuche el sonido de la dulzaina se pone en danza.


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El rio henchido de caudal bajaba a un tris de desbordarse de su cauce, haciendo muy difícil el ya de por si vadeo de un rio pedregoso y pizarroso.


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No, las truchas no estaban por subir a tomar las moscas secas que las ofrecíamos y no hubo otro remedio sino atar una ninfa pesada con la que tentar a las truchas pegadas al lecho del rio.


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Pese a que el arte de pesca con ninfa no es modalidad que domine, alguna pintona se dejo engañar y termino atrapada por la ninfa que la ofrecíamos, cierto que por regla general fueron de tamaño contenido.






Dura, la jornada fue realmente dura, con difíciles vadeos y más de un resbalón que a punto estuvieron de hacernos caer en las aguas. 


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Tampoco servía de mucho salirse del rio pues la maraña de las orillas rezumaba agua que empapaba las vestiduras que llevábamos y que puso a prueba impermeables y chubasqueros.


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Recuerdo que al comenzar la tarde el cielo se cerró más si cabe y la lluvia arrecio de tal manera que nos conciencio a dar por terminada la jornada de pesca.


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Llegamos empapados al punto de origen, donde de nuevo con fortuna pudimos cobijarnos en el porche de una cabaña de madera para cambiarnos de ropa y reponer fuerzas con la comida y bebida que llevamos.


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Fue meternos al abrigo del porche de la cabaña y comenzar un nieve/granizo espectacular.


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Las bolas de granizo rebotaban sobre el automóvil y en menos que decir amén el suelo se tapizo de una capa blanca.


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Allí aguantamos amagados hasta que paso lo fuerte del granizo charlando y comentando mil anécdotas de la jornada de pesca.


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Locuras de un trío de mosqueros apasionados.



                     LasmoscasdePaco.