De Ríos y de Truchas. Y de Pesca a Mosca. Y de amigos mosqueros.

Aquí se plasmarán todas esas ideas, sensaciones y vivencias de un pescador a mosca y de su grupo de compañeros.

Su finalidad es tratar de inculcar que la pesca a mosca puede llegar a ser una forma de vida.

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Competición NO..... Gracias.

martes, 22 de octubre de 2013

RECORDANDO MOMENTOS ENTRAÑABLES….

          -Paco, ahora que se termino la temporada que vamos a hacer?-

Esto me comentaba un buen mosquero y a la sazón mejor amigo el ultimo día de temporada de pesca.

-Pues no lo sé, Álvaro. Pensar en la próxima-

-Va a ser muy duro. Al menos pon alguna cosita en tu blog que nos haga soñar con volver a pescar.-


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Fue una mañana extraña, de poca pesca, los tres mosqueros que acudíamos, pescamos tramos de rio ya pescados y la lógica fue que obtuvimos muy pocas capturas.




Pero “pacha mama” vino a echarnos un capote auxiliador y, sorpresivamente nos encontramos en el rio pescando a uno de mis maestros de pesca, tan buen mosquero y mejor persona como la sombra alargada que proyecta.

Le vimos realizar unos lances y en un plis plas echarse al coleto mas capturas que las que nosotros habíamos obtenido en toda la mañana.


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Compartió con nosotros tortilla de patatas, filetes empanados y pimientos fritos y dejo para otra ocasión la auxiliadora latita de sardinas.




Tras la comida, nos indico a Álvaro y a mí un tramo precioso de pescar y marcho con Juanma a otra zona.

Y la tarde cambio a joticas que diría un mañico. 

Yo, mermado de un pie por culpa de una fascitis plantar disfrute al máximo viendo pescar a mi compañero de pesca.




Tuvimos varias picadas, algunas acertamos a clavar y otras no, parigual. 

Pero quien relata disfruto enormemente viendo pescar a mi compañero.


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Unos de esos momentos maravillosos que perduran en el recuerdo y no se olvidan.

Por último, hacer caso a lo que os pide Álvaro y practicar siempre el captura y suelta.





                                LasmoscasdePaco.

martes, 15 de octubre de 2013

PESCANDO ENTRE UN TAPIZ DE OVAS…

          Pescar en el estío los ríos calizos de esta bella, brava y dura tierra alcarreña es pescar en ríos tapizados de ovas, ovas que cubren el lecho e incluso afloran a superficie cual manto nupcial.

Ovas que sirve de hábitat y alimento a cantidad de insectos alimento básico de bellas truchas que toman glotonas abundante menú que le ofrece el rio y las torna gordas y robustas.


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Ovas que proporcionan sombra y frescor a las aguas, y guarecen a bellas truchas, que al amparo del vaivén sinuoso del velo de ovas se aposturan confiadas oteando ora si ora no la superficie del agua en pos del grácil insecto que discurre por ella.

La pesca, la pesca a mosca seca a más decir, en estas condiciones tiene sus particularidades.

-Y cuando no- me dirá usted.


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Lo veraz es que las ovas facilitan y dificultan parigual la acción mosquera. 

Bien es cierto que debemos ser muy concretos al lanzar y atinar con esos vanos de aguas despejadas de ovas, o ajustar nuestros lances al filo de las ovas, allá donde la pintirroja se apostura. 

También que las ovas arrollan nuestra línea y cola de rata y frenan y causan dragados en el derivar de nuestra mosca artificial que, a la postre se engancha y enreda entre la espesura de verde con mas habito de lo deseado.


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Contraparte el hecho de poder escudarnos en ellas para aproximarnos con cautela a esa cebada delatora, evidentemente en un caminar lento, camuflándonos en las ovas y avanzando pese a la oposición de las mismas que, a veces asemeja parapeto infranqueable.

Avanzar entre la sinuosidad verde, a veces deslizándonos entre ella y en ocasiones elevando las piernas para dejar discurrir el freno vegetal.

Con cautela, siempre con cautela, fiel aditamento del mosquero avezado en cualquier ocasión.

Así conseguimos disminuir la distancia del lance, o esperar impávidos cual rapaz la nueva cebada confiada de maese fario.


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Queda el lance y la posada, ambas perfectas, no hay espacio para lanzar aguas arriba alejados esperando derivas. 

El lance al vano de aguas entre las ovas, la posada delicada, la deriva corta y esperar la acción de nuestra rival.

Acaso un coleteo inquieto, quizás una pequeña ascensión por las aguas que demuestra su intención de tomar aquello que paso raudo por la superficie de las aguas.

Nuevo lance, templando nervios, serenando palpitaciones. 

Un nuevo movimiento atrás de nuestro brazo que lanza trasera línea, que se despliega, estira y vigoriza. 

El brazo torna delante lanzando allende el mosquero la línea y huso que posa la mosca delicadamente en el cabecero del vano.


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La trucha, avisada, toma rauda, fulgurante el engaño ofrecido con glotonería y ferocidad.

Es cuando la estoicidad del mosquero desaparece, cuando torna movimientos. 

Firme izado de la caña, clavando con seguridad el artero acero en las fauces de la trucha.

Ésta, la trucha replica con un espectacular salto y cabriolas por encima de las aguas a la par que trata de aproximarse a máxima velocidad a ese par de columnas aguas abajo que no son otra que las piernas del mosquero.

Y el mosquero, alza el brazo y la caña, procurando mantener la línea tensa, sabe que si torna laxa la trucha se evadirá. 


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Recoge línea tirando de ella con la siniestra a la vez que trata de dar un par de pasos atrás, siempre manteniendo tensión y contacto con la captura.

Ya próximos los oponentes la lucha gira a favor del mosquero que en un rápido movimiento echa mano al asidero de la sacadora, tras ello la introduce en las aguas frente a él a la par que echa hacia atrás la caña y arrastra a la trucha al amparo de la red.

La trucha coletea encarcelada en la sacadora, sumergida en las aguas, la mosca con su artero acero se suelta del morro de la bella pintona.

El mosquero, pletórico de sensaciones toma con mimo y cuidado la trucha, la contempla durante breves segundos, la introduce en las aguas y nota como tan maravilloso pez se desliza entre sus manos buscando su libertad y provocando en el pescador un orgasmo mosquero, explosión, culmen y pacificación de tamaña turbamulta de sensaciones acumuladas en un breve espacio de tiempo que, sin embargo, al mosquero parecieron eterno y maravilloso.


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Tras todo, el mosquero se yergue henchido, respira profundamente, otea el maravilloso escenario que madre natura le ofrece.

El cielo etéreo, las montañas y riscos donde habitan buitres testigos silenciosos del lance ocurrido.

El monte, cuajado de foresta y animales salvajes. 

Y al fin el rio, cauce de aguas límpidas flanqueadas de juncos y lirios que discurre por el tajo entre las montañas. 

Tapizado de ovas que amparan bellas y bravas truchas que son el sentido de vivir del mosquero.

Y todo gira sobre el mosquero cual ciclón vorágine que tiene su cono de inicio en el mismo pecho del mosquero repleto de sensaciones vividas, que se van apaciguando al igual que se apacigua la tormenta tras descargar la lluvia.


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Al fin el mundo real vence al de las sensaciones y te das cuenta del lugar donde te encuentras y tras apaciguar los latidos del corazón inicias un nuevo discurrir por el rio tapizado de ovas en busca de un nuevo lance.


-Estoy hechizado por el rio, y por sus truchas, y por la pesca a mosca-



                   LasmoscasdePaco.

domingo, 6 de octubre de 2013

RODEADOS DE MALEZA…

          El estío en la zona centro no es la mejor época para pescar.

Altas temperaturas y muchas horas de luz no es el mejor escenario para pescar a mosca nuestras queridas pintirrojas.

Las ovas pueblan los ríos hasta el punto de tapizar muchos tramos.

Los insectos moderan sus eclosiones diurnas y las truchas adaptándose al medio se ceban a horas de poca o nula luz solar (lucífugas que alguien que yo me se dice).

Pescar en dichas condiciones tramos de ríos anchos o de riberas despejadas se vuelve muy duro, muy difícil y hasta diría que insensato.


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Es por ello por lo que buscamos tramos de ríos de riberas muy pobladas de vegetación que procuren sombra y frescura a las aguas en la espera de que allí alguna trucha se active y decida tomar moscas.

Ocurre que dichos tramos no son sencillos de pescar, incluso en ocasiones no es sencillo ni acceder a las aguas por la profusa maraña de vegetación que las rodea, juncos, lirios, zarzas, ortigas nos impiden acceder al rio.

Cuando lo conseguimos nos obliga a permanecer en las aguas pese a malezas, troncos caídos atravesados, suelos lodosos o vadeos tan profundos que superan el límite de la estanqueidad.


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Y si es difícil el transito la cosa se complica a la hora de lanzar. 

Tramos cerrados donde es imposible el lance trasero, a veces incluso el rodado, limitándonos a realizar extraños lances de punta, de ballesta, lances de auxilio o “mañosos” no demasiado ortodoxos.

Estos lances nos obligan a pescar muy de cerca, muy próximos a la postura a pescar y en muchas ocasiones delatamos nuestra presencia con el resultado que nuestra deseada captura se alerta y marcha rauda asustada.

Es frecuente ver como la trucha huye al entrar nosotros en plaza, lo que nos obliga a esperar que las aguas se serenen para proseguir por el rio buscando la cebada o lanzando a la postura querenciosa.


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Otro de los problemas que surge es el enganche de la mosca en la frondosa ribera, no queda otra sino ajustar nuestros lances, pues es sabido que, quien no arriesga no pesca.

Intentar posar nuestra mosca bajo las ramas, entre los carrizos, con lances ajustadísimos. 

La pesca se vuelve muy técnica, no son los mejores escenarios para mosqueros principiantes, incluso es complicado para mosqueros avezados. 

Buenas lecciones de técnica y osadía son necesarias, mas si todo lo hacemos bien y nos acompaña la fortuna el rio a veces nos premia con capturas de preciosas truchas que colman y satisfacen nuestro ego de pescadores mosqueros, ítem mas por el escenario.


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No da el rio para pescar en pareja y, si se hace como es el caso, hay que ir compartiendo lances, en un ahora tu y luego yo. 

Un pescador ansioso no se conformaría, mas uno comedido disfrutará tanto o más cuando es el protagonista del lance, como si ves actuar a tu compañero.

Y aprender, siempre aprendiendo, de las buenas acciones del compañero y las menos buenas para no caer en ellas.

Por lo general, quien relata, se alía a las filas de los comedidos disfruta y aprende, no importando si pescas más o menos tramo.

Quizás si de ser franco se trata, siendo un poco pillo (que también asumo dicho defecto) me reservo tres o cuatro posturas querenciosas que en el devenir del tiempo me depararon buenas capturas, dejando el resto del tramo paso franco al compañero.


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Y el compañero, nuevo en estas aguas, afronta descubridor cada postura, reconoce el rio tal y como uno hizo otrora. 

Saborea el nuevo rio esperando encontrar entre selvática maleza la captura ansiada.

Y el rio, que suele ser agradecido con los noveles, premia la osadía y buen hacer con la captura de alguna de sus truchas habitantes que no hacen sino incentivar y dejar poso para futuras jornadas de pesca.


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-Ya, Paco. Esto de escribir relatos de pesca tras un rato de trasiego de tu amigo Jhonie Walker te nubla el recuerdo. Y de pesca qué?-

-Si, reconozco que el relato torno muy onírico-

Pues finalizare con unos lances, fueron los lances finales de la jornada.

Justo antes ocurrió algo interesante que, permítanme, dejo para mi recuerdo y para comentar de palabra entre mis amigos.

Mi compañero, Nacho Lozoyero, se aventuro en una tabla profunda, muy pegado a la orilla consiguió llegar hasta un árbol sumergido desde donde aposentado encima de el pudo encontrar forma de lanzar a las notorias cebadas de varias truchas que comían glotonamente y confiadas.

Yo mientras hacía de cameraman y filmaba las escenas.

Y fue así como una buena trucha tomo su mosca, Nacho clavo, la caña se combo notoriamente y el resultado fue un revolcón de la trucha sin conseguir capturarla…..





El segundo intento fue exacto al primero, en esta ocasión el cameraman ya reía abiertamente y Nacho andaba un tanto mosqueado por las dos ocasiones fallidas, todo ello sin dejar de lado el buen humor.





Y como no hay dos sin tres. El rio, agradecido, tuvo a bien ofrecerle un nuevo lance en el mismo punto.

En esta ocasión Nacho clavo con certeza y tras franca lucha con su oponente logro llevar a las manos a una hermosa trucha, digno premio y broche final a una estupenda jornada de pesca.





Por último, no dejéis en saco roto la petición que os hace Nacho Lozoyero al fin del lance y, imitándole, devolver siempre vuestras capturas.



                                  LasmoscasdePaco.