Normalmente cuando relatamos la historia de un lance mosquero especialmente anecdótico nos retrotraemos a un pasado donde los recuerdos hacen fluctuar lo ocurrido.
Existen sin embargo acasos tan presentes que apenas pasan veinticuatro horas entre el suceso y el relato.
Recuerdo ahora mismo la anécdota de la mosca "Pelirroja", mosca que confeccione en el taller de montaje de mi amigo y maestro Jesús mientras esperábamos la llegada de Pepe, compañero que remataba el trío de pesca de dicho día. Acabe la mosca según llegaba Pepe "el Pelirrojo" y tal como salió del torno se la regale.
-Me gusta, Paco. Hoy la voy a Probar-
Fue llegar al rio, atar la mosca al bajo de línea y ocurrir la captura de una preciosa trucha en un bonito lance de pesca.
Aquello ocurrió hace ya un par de temporadas, y fue relatado y publicado en éste mismo blog apenas un par de días después.
El suceso presente es parecido.
Apenas hace tres días charlando con un buen mosquero me ofreció una bobina de floos de color naranja flúor...
-Toma Paco, es lo que utilizo yo para colocar como indicador en las moscas, se ve de maravilla, pruébalo-
Llegue a casa y me dispuse a probar el nuevo material, pensando qué patrón podría serme útil.
Me vino a la cabeza que en este mes pesco mucho con pequeñas moscas imitando dípteros, chochines y chochones.
MATERIALES.-
Anzuelo TMC100 (con la muerte aplastada) numero 20
Seda de montaje de color negro
Pluma de colgadera de gallo genético de color grizzly
Herl de pavo real (de la zona del ojo)
Floos color naranja flúor
Pluma de colgadera de gallo genético de color brown
MONTAJE.-
Afianzamos la seda de montaje sobre el anzuelo dejando libre de seda la parte delantera del mismo
Sujetamos en el extremo trasero del anzuelo la pluma de colgadera grizzly y dos herl de pavo real
Cubrimos la obra utilizada del anzuelo con los dos herl de pavo real
A continuación brincamos en palmer el cuerpo de pavo real (yo he dado cinco vueltas de hackle)
Sujetamos el floos naranja. Pasamos el cabo por debajo del montaje, levantamos las puntas y aseguramos con la seda de montaje, quedando como un poste
Sujetamos justo por detrás del floos la pluma de colgadera de color brown y nos vamos con la seda de montaje hasta el ojo del anzuelo
Formamos un hackle con la pluma brown, dando una vuelta por detrás y dos por delante del floos indicador
Rematamos el montaje haciendo una pequeña cabecita, un buen par de nudos finales y recortamos las hebras de floos para que queden un poquito más cortas que las fibras del hackle
Vista inferior del montaje realizado
Montaje finalizado.
Una vez acabada la mosca la guarde en una de las cajas que porto cuando voy a pescar, donde suelo llevar montajes de dípteros, de hormigas y de plecópteros entre otras cosas.
Al día siguiente tuve jornada de pesca, ya había conseguido un par de capturas con la Royal-marroncita cuando mis pasos me llevaron a afrontar un profundo pozo invadeable casi partido en dos por una gran roca en un lado y unas sargas en el otro.
Me encontraba en la colada de la poza (zona inferior salida de aguas) afanándome en colocar la mosca en las zonas accesibles, todas ellas por debajo de la gran roca de la izquierda y en la zona central de la poza.
Repentinamente observe como unas grandes ondas en el agua en la zona superior, casi en la corriente de entrada de aguas a la poza.
-Coño, Paco. Esas ondas son muy grandes, será una nutria, un pato, algún animal??-
Di unos pasos hacia mi derecha, desde allí podía contemplar bien toda la poza.
Al pronto, una gran trucha salto por encima de las aguas con las fauces abiertas en busca de atrapar algunos de los innumerables dípteros que por allí revoloteaban a ras de agua.
Me quede sorprendido ante el suceso y, como siempre, mi corazón empezó a palpitar alocadamente en mi pecho.
La trucha volvió a cebarse de nuevo, en esta ocasión sacando medio cuerpo de las aguas tratando de atrapar algunos dípteros.
La vi cebarse al menos media docena de veces, confiada, tranquila, glotona, golosa.
Avancé por las aguas hasta el límite de rebose del vader y desde allí intente lanzar a la zona donde se encontraba la trucha glotona.
Imposible. Mis lances con la línea de seda se quedaban cortos, apenas entraban traseramente en la zona superior de la poza. Dejaba navegar la mosca hasta salir de plaza y volvía a repetir el lance que de nuevo se quedaba corto.
A todo esto la trucha cebada a los dípteros seguía sin advertir mi presencia y se cebaba sin recato alguno.
Tras media docena de lances fallidos (que son los que normalmente asustan a las truchas) logre aplacar mis ansias de captura, recomponer la postura y lograr que la razón (poca) superase al ímpetu del instinto.
-Paco, desde aquí no vas a conseguir más que espantar a la trucha. Tienes que buscar una opción mejor-
Observe la gran roca de forma piramidal del centro de la poza y el buen trecho de aguas que mediaban desde mi posición.
-Si consiguiera llegar a la roca y subirme a ella, desde allí podría lanzarla sin demasiada dificultad-
Escalada y mi forma física no es algo que conjugue demasiado bien, empero a mi favor estaba que a mitad de roca había una gran rama a la que poder asirme y facilitar el ascenso.
Me orille todo lo posible y pasito a pasito incluso de puntillas logre llegar al borde de la roca, ahora tocaba trepar.
Una roca lisa y unas botas con las suelas de fieltro y clavos muy desgastados no es precisamente algo que congujen nada bien, pero llegados a este punto bajo ningún concepto iba a doblegarme.
Ascendí a la roca y de rodillas alcance la rama, a partir de este momento la cosa se simplifico enormemente, cruce la rama y arrodillado me asome con sumo cuidado a la poza.
Allí vi a la trucha a medias aguas en un nadar sinuoso, clásica acción que los mosqueros solemos clasificar como que la trucha "esta puesta".
Observe el entorno, el lance poco complicado, único impedimento no realizar un lance trasero demasiado largo, un lance largo de punta o uno lateral sería lo ideal.
Fue en el momento de soltar la mosca de la anilla portamoscas de la caña cuando recordé la mosca confeccionada el día anterior.
-Paco, si la trucha se está cebando a los dípteros, que mejor que poner el que hiciste ayer-
Busque en la caja de moscas y cogí el montaje imitación de díptero y ya de paso corte el último tramo de nylon del bajo y lo troque por uno nuevo.
El primer lance quedo algo corto y al tratar de recoger la mosca se engancho en las yerbas de la base de la roca, mas con unos tironeos conseguí salvar el apuro.
Un nuevo lance, en esta ocasión acertado, en el centro de la poza y algo adelantado.
Veía claramente la mosca ayudado por el indicador naranja, navegaba saltarina por la corriente de entrada de la poza, derivando sin dragados.
La trucha vio la mosca, vi perfectamente como su nadar sinuoso se agitaba y en un par de segundos empezó a ascender lenta pero fija hacia mi mosca.
Llego a ella y tranquilamente la tomo golosa en un "glub" que escuche sin duda.
Clave, clave franca y firmemente en una acción continua de levantar la caña.
La respuesta de la trucha fue realizar un salto estruendoso por encima de las aguas y tras ello tratar de ganar profundidad.
Mi posición elevada me daba mucha ventaja, conseguía domeñar todos los esfuerzos de la trucha por buscar perdederos.
En una completa curva de caña, línea y bajo conseguía mantener a mi oponente en el centro de la poza, en aguas limpias, evitando sus esfuerzos por buscar el perdedero de las ovas del fondo o el ramaje de las orillas.
Al fin note como la trucha se daba por vencida, mas ahora cómo alcanzarla.
Desde mi posición a las aguas mediaban tres metros en vertical, insalvables.
No quedaba otra sino ascender a pulso a la trucha hasta mí y para ello me tenía que auxiliar de un pequeño anzuelo del número 20 de muy buena calidad y un nylon del 0.17 recién cambiado.
Son estos momentos cuando la calidad de los útiles se ponen a prueba y se demuestra lo bueno de lo mediocre.
Recogí línea al punto de introducir el bajo por las anillas de la caña, espere un momento en que la trucha dejara de bailotear y en dicho momento sin brusquedades pero sin pausa eleve la trucha, la saque de las aguas y la lleve a mi altura para enmallarla en la sacadora donde ya inútilmente renovó coletazos.
Con la mayor presteza la tome un par de fotografías, la quite la mosca prendida en las fauces y la devolví a las aguas donde rápidamente busco profundidad y se perdió de mi vista.
Pase un buen rato sentado en la roca, reviviendo una y otra vez el suceso ocurrido con gran placer, pleno de grata satisfacción.
Al fin, a la arrastreta como los niños pequeños fui bajando de la roca, metiéndome en las aguas y buscando un acceso por la orilla salir a tierra firme.
Allí aun estuve un rato contemplando la poza, disfrutando de sensaciones plenas.
Mire la mosca que me había deparado tanta satisfacción y decidí quitarla y guardarla.
La mosca iría a parar a una caja especial que tengo en casa donde guardo moscas con las que he conseguido capturas muy gratificantes, bajo ningún concepto seguiría pescando con ella exponiéndome a perderla.
Aun me entretuve un rato comiendo un buen puñado de zarzamoras que había doquier y tras ello encamine mis pasos a un nuevo tramo de rio, para seguir posando mis moscas en el agua en espera de que una nueva trucha tomara el engaño que la ofrecía.
No, no siempre ocurren las cosas así, pero cuando es la fetén, cuando montas en casa una mosca determinada para un lance especifico y el rio te proporciona dicho momento con presteza, cuando el lance es memorable y el tamaño de la preciosa trucha no lo es menos, cuando todo se engloba y sale a pedir de boca las sensaciones son muchas... quizás las sensaciones que uno busca jornada tras jornada de pesca.
El placer de pescar a mosca... a mosca seca me refiero.
LasmoscasdePaco.
De Ríos y de Truchas. Y de Pesca a Mosca. Y de amigos mosqueros.
Aquí se plasmarán todas esas ideas, sensaciones y vivencias de un pescador a mosca y de su grupo de compañeros.
Su finalidad es tratar de inculcar que la pesca a mosca puede llegar a ser una forma de vida.
Páginas
Competición NO..... Gracias.
martes, 30 de septiembre de 2014
jueves, 25 de septiembre de 2014
LOS CALORES CON EL "BICHARRO" DE FOAM...
Pescar truchas durante el ardiente estío en la Alcarria no es precisamente el mejor momento.
Los momentos más agradecidos son los extremos del día y no son demasiados los que les pilla el albor u ocaso del día a pie de rio para dejar el resto del día en letargo, a la sombra de los pinos que dice el cantar.
Duro, duro y sacrificado meterse en el rio Tajo a mediodía, en aguas asoladas y transparentes, sin ver asomo de movimiento de truchas para posar a tientas nuestra mosca acá y allá, y la dureza agota cuando llegan horas de siesta con los sentidos embotados por el calor y cantar de cigarras, habiendo pescado el rio durante horas sin gratificación alguna.
Pese a saberlo somos adictos y necesitamos nuestra dosis de pesca a mosca, buscamos triquiñuelas, aventuras y sensaciones diversas.
Es así como entra en juego el pescar con hermosos "bicharracos" de foam. Extravagantes montajes, diseñados para la pesca allende los mares de hermosas truchas iris y marrones, allá donde a todos en algún momento nos lleva la imaginación a pescar.
Aconsejable utilizar equipos de pesca más recios que los empleados durante la temporada para manejar diminutas emergentes. Los equipos de numeración 4/5/6 manejan muy bien estos modelos.
No, pescar con el "bicharro" de foam no es bálsamo de Fierabrás, no conseguirás grosso numero de capturas, acaso conformarte con la muestra.
En contraposición si obtendrás sensaciones, y abundaras en el arte del lance alejado que en ocasiones tan poco practicamos.
Llegar a una tabla de aguas lentas y transparentes, realizar lances ajustados a distancias mas allá de las habituales, viendo como tan hermoso engaño deriva por las aguas ya son sensaciones que provocan placer al mosquero.
Avanzar por aguas la mayoría de las ocasiones con buena profundidad, lanzando aproximado a las orillas, a las pequeñas corrientes o zonas querenciosas como piedras, rocas y obstáculos que nuestra experiencia... o imaginación nos hacen pensar apostadero de la pintona buscada.
De repente, cuando menos lo esperas ves como una saeta sale disparada de una orilla socavada, de la cueva profunda de una roca o del amparo camuflado de un tronco sumergido, sale disparada, digo, hacia el "bicharro" que lanzamos y en ataque brutal en muchas ocasiones incluso sacando todo el cuerpo fuera del agua, apresa y captura la mosca, provocando un chapoteo y explosión en las aguas.
Esta es una sensación muy difícil de explicar para mí.
Provoca una inyección de adrenalina en mi corazón, un choque de neuronas en mi cerebro, pone los vellos de mi cuerpo de punta, electrificados ante tamaño acontecimiento.
La sensación me embarga incluso cuando el suceso no llega a buen puerto.
Cuando la trucha que acudió fulgurante ante nuestro "bicharro", al pronto y estando a centímetros de él frena en seco su ataque, examina esa cosa tan rara durante pocos segundos que nos parecen eternos y al fin, tranquilamente torna sus pasos por donde vino.
Evidentemente la prima produce mucho mayor placer que la bis.
Placer que aumenta cuando en las mas de las ocasiones dichas truchas tienen un tamaño hermoso que nos hacen disfrutar de una buena pelea hasta conseguir llevarla a la malla de nuestra sacadera.
No, no diré que de aquestas artes lograremos abundantes capturas, pero si diré que, a quien relata, conseguir tan solo una captura le es suficiente como para acudir a pescar en las horas centrales de un estío ardiente.
A quien relata y a los compañeros mosqueros con los que comparto salidas de pesca, tan locos y envenenados por la pesca a mosca como yo mismo, que primero me escucharon relatar de esta pesca y sus sensaciones y tras ello decidieron probar en persona lo comentado.
Ya, ya saben del placer de la pesca con el "bicharro", aquello que antaño miraban de reojo y que en el presente portan en una cajita especial en el chaleco de pesca.
Locos...., que estamos locos por la pesca a mosca en ríos maravillosos.
Que acudimos a la llamada del rio padre pese a las adversidades, por algo que va mucho mas allá de conseguir la captura de un pez.
Sé que algunos de vosotros, Tajoadictos como yo me entendéis...
LasmoscasdePaco.
Los momentos más agradecidos son los extremos del día y no son demasiados los que les pilla el albor u ocaso del día a pie de rio para dejar el resto del día en letargo, a la sombra de los pinos que dice el cantar.
Duro, duro y sacrificado meterse en el rio Tajo a mediodía, en aguas asoladas y transparentes, sin ver asomo de movimiento de truchas para posar a tientas nuestra mosca acá y allá, y la dureza agota cuando llegan horas de siesta con los sentidos embotados por el calor y cantar de cigarras, habiendo pescado el rio durante horas sin gratificación alguna.
Pese a saberlo somos adictos y necesitamos nuestra dosis de pesca a mosca, buscamos triquiñuelas, aventuras y sensaciones diversas.
Es así como entra en juego el pescar con hermosos "bicharracos" de foam. Extravagantes montajes, diseñados para la pesca allende los mares de hermosas truchas iris y marrones, allá donde a todos en algún momento nos lleva la imaginación a pescar.
Aconsejable utilizar equipos de pesca más recios que los empleados durante la temporada para manejar diminutas emergentes. Los equipos de numeración 4/5/6 manejan muy bien estos modelos.
No, pescar con el "bicharro" de foam no es bálsamo de Fierabrás, no conseguirás grosso numero de capturas, acaso conformarte con la muestra.
En contraposición si obtendrás sensaciones, y abundaras en el arte del lance alejado que en ocasiones tan poco practicamos.
Llegar a una tabla de aguas lentas y transparentes, realizar lances ajustados a distancias mas allá de las habituales, viendo como tan hermoso engaño deriva por las aguas ya son sensaciones que provocan placer al mosquero.
Avanzar por aguas la mayoría de las ocasiones con buena profundidad, lanzando aproximado a las orillas, a las pequeñas corrientes o zonas querenciosas como piedras, rocas y obstáculos que nuestra experiencia... o imaginación nos hacen pensar apostadero de la pintona buscada.
De repente, cuando menos lo esperas ves como una saeta sale disparada de una orilla socavada, de la cueva profunda de una roca o del amparo camuflado de un tronco sumergido, sale disparada, digo, hacia el "bicharro" que lanzamos y en ataque brutal en muchas ocasiones incluso sacando todo el cuerpo fuera del agua, apresa y captura la mosca, provocando un chapoteo y explosión en las aguas.
Esta es una sensación muy difícil de explicar para mí.
Provoca una inyección de adrenalina en mi corazón, un choque de neuronas en mi cerebro, pone los vellos de mi cuerpo de punta, electrificados ante tamaño acontecimiento.
La sensación me embarga incluso cuando el suceso no llega a buen puerto.
Cuando la trucha que acudió fulgurante ante nuestro "bicharro", al pronto y estando a centímetros de él frena en seco su ataque, examina esa cosa tan rara durante pocos segundos que nos parecen eternos y al fin, tranquilamente torna sus pasos por donde vino.
Evidentemente la prima produce mucho mayor placer que la bis.
Placer que aumenta cuando en las mas de las ocasiones dichas truchas tienen un tamaño hermoso que nos hacen disfrutar de una buena pelea hasta conseguir llevarla a la malla de nuestra sacadera.
No, no diré que de aquestas artes lograremos abundantes capturas, pero si diré que, a quien relata, conseguir tan solo una captura le es suficiente como para acudir a pescar en las horas centrales de un estío ardiente.
A quien relata y a los compañeros mosqueros con los que comparto salidas de pesca, tan locos y envenenados por la pesca a mosca como yo mismo, que primero me escucharon relatar de esta pesca y sus sensaciones y tras ello decidieron probar en persona lo comentado.
Ya, ya saben del placer de la pesca con el "bicharro", aquello que antaño miraban de reojo y que en el presente portan en una cajita especial en el chaleco de pesca.
Locos...., que estamos locos por la pesca a mosca en ríos maravillosos.
Que acudimos a la llamada del rio padre pese a las adversidades, por algo que va mucho mas allá de conseguir la captura de un pez.
Sé que algunos de vosotros, Tajoadictos como yo me entendéis...
LasmoscasdePaco.
viernes, 19 de septiembre de 2014
PESCANDO EN CASTILLA...
Años sin pescar éste rio, decidí hacerlo hace más de un lustro por los lodos y aguas poco aseadas.
Con el paso del tiempo la cosa cambio y últimamente en los corros y tertulias se escuchaba de la cantidad y tamaño de sus truchas habitantes.
Reconozco que acudí con recelo, pero fue acercarme a sus orillas y notar el cambio producido, aguas limpias, suelos limpios de gravas y arenas, sin limos.
Llegamos tarde, en estas épocas llegar al rio a media mañana es llegar tarde, como auguraban un buen numero de capturas decidí pasar hasta la hora de comer pescando con el bicharro de foam, esperando que alguna pintona se decidiese a tomarlo.
Tan solo una se acerco, ojeo el bicharraco, se la pusieron las espinas de las aletas tiesas ante semejante "insectaco" y salió por patas... mejor dicho por aletas a esconderse.
A la hora de comer me reuní con mis compañeros, no me perdí mucho por la mañana, pues ambos venían como yo, portando un hermoso bolo.
Tras dar buena cuenta de un delicioso pollo entomatado acompañado de fresca cerveza nos dispusimos a varear de nuevo las aguas.
En esta ocasión optamos por un nuevo tramo, aguas arriba de donde pescamos por la mañana.
Lo cierto es que el rio es bonito, dando la impresión de que en cualquier punto puedes ser premiado con el ataque de una buena trucha al engaño que ofrecemos.
Abundando en la buena pinta, comenzó una eclosión moderada de pequeñas efémeras (dos cercos probablemente betidos) que inquietaban el espíritu mosquero...
-Ahora, ahora va a venir lo bueno-
Las susodichas efémeras activaron a los parajillos, a los que se veía en cortos y raudos vuelos acercarse a las aguas del rio y capturar las moscas que revoloteaban.
Desgraciadamente no activaron a las truchas o por lo menos no las incitaron a tomarlas en superficie, no se produjeron cebadas indicadoras que maese pintona se pusiera a comer golosa y, por más que uno colocaba la mosca lo mas delicadamente posible en sitios más que querenciosos, la tomada no se producía.
Lances y mas lances "abriendo las aguas como Moisés" que diría mi maestro. Todo en vano.
En un punto del rio me encontré con una pareja tomando el sol, cuando me vieron me observaban extrañados y al llegar a su altura me comentaron.
-Estas pescando? Por aquí no se suele ver a nadie pescando. Todos se quedan por debajo del pueblo-
-Hola. Bueno, algo habrá por aquí, digo yo-
Me miraron con cara de asombro, síntoma que no me dio esperanzas y tras despedirme seguí rio arriba posando moscas.
Tras otro rato de buen "vareo" me senté en la orilla del rio a descansar y tomar un par de tragos de agua de la cantimplora.
Allí reflexione sobre la jornada. Aguas limpias, buena eclosión de moscas, ninguna cebada y, lo que es más, andando por el rio en ningún momento vi trucha alguna, ni de esas que espantas al andar por el rio... mal síntoma.
Tan mal síntoma que llegue al convencimiento de que podría seguir vareando mas y mas rio y la recompensa no sería mejor que la obtenida.
Decidí dejar de pescar, acercarme a ver a mis compañeros y observar sus quehaceres.
Pescar un rio tan solo en una ocasión y decir si está bien o mal creo no es correcto.
Mi experiencia con el rio es la contada un sonoro bolo en una jornada donde a priori prometía buenas capturas.
-Paco no escogiste buena zona, debiste pescar por debajo del pueblo que es donde están las truchas-
Me comento un asiduo al rio días después.
A mí esto de que las truchas estén "concentradas" en un punto concreto del rio y que en sus aledaños no las haya no termino de entenderlo como normal y, no termina de gustarme.
Cada mosquero es un mundo y sobre todo respeto a los gustos varios. Pero yo que soy pescador de ríos mas naturales, donde puedes pescar unas truchas aquí y otras kilómetros adelante, no termina de gustarme eso de pescar truchas "estabuladas"... será cuestión de gustos.
Sea como fuere, éste rio Castellano que tan opíparo en capturas me prometían, me corono con un estupendo bolo cuando no me lo esperaba.
Sera cuestión de frecuentarlo para poder calificarlo.
LasmoscasdePaco.
Con el paso del tiempo la cosa cambio y últimamente en los corros y tertulias se escuchaba de la cantidad y tamaño de sus truchas habitantes.
Reconozco que acudí con recelo, pero fue acercarme a sus orillas y notar el cambio producido, aguas limpias, suelos limpios de gravas y arenas, sin limos.
Llegamos tarde, en estas épocas llegar al rio a media mañana es llegar tarde, como auguraban un buen numero de capturas decidí pasar hasta la hora de comer pescando con el bicharro de foam, esperando que alguna pintona se decidiese a tomarlo.
Tan solo una se acerco, ojeo el bicharraco, se la pusieron las espinas de las aletas tiesas ante semejante "insectaco" y salió por patas... mejor dicho por aletas a esconderse.
A la hora de comer me reuní con mis compañeros, no me perdí mucho por la mañana, pues ambos venían como yo, portando un hermoso bolo.
Tras dar buena cuenta de un delicioso pollo entomatado acompañado de fresca cerveza nos dispusimos a varear de nuevo las aguas.
En esta ocasión optamos por un nuevo tramo, aguas arriba de donde pescamos por la mañana.
Lo cierto es que el rio es bonito, dando la impresión de que en cualquier punto puedes ser premiado con el ataque de una buena trucha al engaño que ofrecemos.
Abundando en la buena pinta, comenzó una eclosión moderada de pequeñas efémeras (dos cercos probablemente betidos) que inquietaban el espíritu mosquero...
-Ahora, ahora va a venir lo bueno-
Las susodichas efémeras activaron a los parajillos, a los que se veía en cortos y raudos vuelos acercarse a las aguas del rio y capturar las moscas que revoloteaban.
Desgraciadamente no activaron a las truchas o por lo menos no las incitaron a tomarlas en superficie, no se produjeron cebadas indicadoras que maese pintona se pusiera a comer golosa y, por más que uno colocaba la mosca lo mas delicadamente posible en sitios más que querenciosos, la tomada no se producía.
Lances y mas lances "abriendo las aguas como Moisés" que diría mi maestro. Todo en vano.
En un punto del rio me encontré con una pareja tomando el sol, cuando me vieron me observaban extrañados y al llegar a su altura me comentaron.
-Estas pescando? Por aquí no se suele ver a nadie pescando. Todos se quedan por debajo del pueblo-
-Hola. Bueno, algo habrá por aquí, digo yo-
Me miraron con cara de asombro, síntoma que no me dio esperanzas y tras despedirme seguí rio arriba posando moscas.
Tras otro rato de buen "vareo" me senté en la orilla del rio a descansar y tomar un par de tragos de agua de la cantimplora.
Allí reflexione sobre la jornada. Aguas limpias, buena eclosión de moscas, ninguna cebada y, lo que es más, andando por el rio en ningún momento vi trucha alguna, ni de esas que espantas al andar por el rio... mal síntoma.
Tan mal síntoma que llegue al convencimiento de que podría seguir vareando mas y mas rio y la recompensa no sería mejor que la obtenida.
Decidí dejar de pescar, acercarme a ver a mis compañeros y observar sus quehaceres.
Pescar un rio tan solo en una ocasión y decir si está bien o mal creo no es correcto.
Mi experiencia con el rio es la contada un sonoro bolo en una jornada donde a priori prometía buenas capturas.
-Paco no escogiste buena zona, debiste pescar por debajo del pueblo que es donde están las truchas-
Me comento un asiduo al rio días después.
A mí esto de que las truchas estén "concentradas" en un punto concreto del rio y que en sus aledaños no las haya no termino de entenderlo como normal y, no termina de gustarme.
Cada mosquero es un mundo y sobre todo respeto a los gustos varios. Pero yo que soy pescador de ríos mas naturales, donde puedes pescar unas truchas aquí y otras kilómetros adelante, no termina de gustarme eso de pescar truchas "estabuladas"... será cuestión de gustos.
Sea como fuere, éste rio Castellano que tan opíparo en capturas me prometían, me corono con un estupendo bolo cuando no me lo esperaba.
Sera cuestión de frecuentarlo para poder calificarlo.
LasmoscasdePaco.
lunes, 1 de septiembre de 2014
CUENCA... RIO CABRIEL... CRISTINAS...
Cuentan quienes lo conocen más a fondo que yo que Cristinas en sus tiempos fue el "top ten" de los cotos de esta provincia, que gestionada por una sociedad privada mantenía una altísima población salmonicola, unos dicen que a base de repoblaciones y otro a base de cuidados y buena gestión.
No soy quien para optar por una u otra razón.
Lo importante es el presente y las sensaciones que me deparo este tramo... que fueron bastante buenas.
Me comento un amigo hace años que el Cabriel en estío suele ser un rio con mínimas cebadas durante el día y que al caer el sol las truchas se ponen en las tablas y se ceban.
Yo tenía muy presente este dato.
No llegamos a buena hora por la mañana.
Empezar a pescar a las 12 horas no suele ser aconsejable y, según la opinión de un compañero otro gallo cantaría si hubiéramos empezado a pescar a las 8 de la mañana.
Comodones que nos hacemos.
Lo cierto es que hasta la hora de comer pescando mano a mano con Antonio conseguimos la muestra buscando las truchas activas en chorros y aguas corrientes, pues en las tablas no incitamos a ninguna pintona.
La comida estupenda, sobresaliendo un pollo entomatado que acompañado de cerveza fresquita estaba delicioso.
Por la tarde cambiamos de tramo, acompañado de Raúl bajamos hasta el final del coto y nos pusimos a pescar dicho tramo... o lo que nos permitía el rio, pues había zonas con profundidad y maleza de orilla imposibles de pescar.
No empezó demasiado mal la cosa y pronto obtuvimos capturas pescando las cabeceras de las tablas, pequeños chorros y corrientitas que nos hicieron pensar en una buena tarde de pesca.
Lo intentamos en las tablas, en posturas más que interesantes donde nos extraño salir con vanos resultados.
Las capturas siempre en zonas corrientes donde a base de insistir conseguíamos que alguna trucha subiera al engaño presentado.
Ya a la caída del sol llegue a una tabla de aguas paradas donde vi más de media docena de truchas cebándose insistentemente.
Llame a mi compañero y a la par intentamos engañar a alguna de las truchas que se cebaban.
Capture la primera, una trucha de pequeño tamaño con la que creí comenzar algo bueno.
Pero tras ello no conseguíamos que las truchas tomaran nuestras moscas pese a que cambiamos de mosca varias veces.
Yo obtuve ataques terminados en rechazos presentando una efémera montada en un anzuelo del 18 que añadiendo el tamaño a la distancia de lanzado y el agua espejeante apenas me dejaba adivinar por donde derivaba.
Pero tuve claro que tampoco esa mosca era "la" mosca.
Al fin acabamos de pescar la tabla ya sin luz, encendimos los frontales y, a la luz de los mismo observamos una buena eclosión de diminutas efemeritas de color muy blanco cortas alas y largos cercos (pensé en Caenis).
Evidentemente si se cebaban a estas mosquitas nosotros no acertamos a asemejarlas.
Quizás la anécdota reseñable le ocurrió a Raúl, pescaba la sombreada corriente de cabecera de una tabla.
Lanzaba a las corrientes y dejaba derivar la mosca hasta mas allá de su posición para volver a lanzar.
En uno de esos lances, cuando la mosca apenas estaba a un metro de sus piernas una trucha salió de sus mismos zancajos y tomo la mosca.
Raúl clavo con certeza y consiguió atrapar a tan osada trucha.
Yo que estaba en la orilla contraria observando su quehacer me quede asombrado.
Una lección que tome de que a las truchas en la mayoría de las ocasiones hay que pescarlas más en corto de lo que hacemos (cuanta razón tienes maestro Paco Pepe).
No dio para mas la jornada de pesca, recogimos aperos y marchamos en busca de los otros dos compañeros que pescaron la zona del comienzo del coto, obteniendo resultados perecidos, pero curiosamente ellos no observaron esas cebadas vespertinas que nosotros si vimos.
Nacho... me quede con ganas de pescar a la par contigo. En otra ocasión será.
Muchas gracias Antonio, Nacho, Raúl por dejar que os acompañara y disfrutar de una jornada de pesca en aguas del rio Cabriel.
LasmoscasdePaco.
No soy quien para optar por una u otra razón.
Lo importante es el presente y las sensaciones que me deparo este tramo... que fueron bastante buenas.
Me comento un amigo hace años que el Cabriel en estío suele ser un rio con mínimas cebadas durante el día y que al caer el sol las truchas se ponen en las tablas y se ceban.
Yo tenía muy presente este dato.
No llegamos a buena hora por la mañana.
Empezar a pescar a las 12 horas no suele ser aconsejable y, según la opinión de un compañero otro gallo cantaría si hubiéramos empezado a pescar a las 8 de la mañana.
Comodones que nos hacemos.
Lo cierto es que hasta la hora de comer pescando mano a mano con Antonio conseguimos la muestra buscando las truchas activas en chorros y aguas corrientes, pues en las tablas no incitamos a ninguna pintona.
La comida estupenda, sobresaliendo un pollo entomatado que acompañado de cerveza fresquita estaba delicioso.
Por la tarde cambiamos de tramo, acompañado de Raúl bajamos hasta el final del coto y nos pusimos a pescar dicho tramo... o lo que nos permitía el rio, pues había zonas con profundidad y maleza de orilla imposibles de pescar.
No empezó demasiado mal la cosa y pronto obtuvimos capturas pescando las cabeceras de las tablas, pequeños chorros y corrientitas que nos hicieron pensar en una buena tarde de pesca.
Lo intentamos en las tablas, en posturas más que interesantes donde nos extraño salir con vanos resultados.
Las capturas siempre en zonas corrientes donde a base de insistir conseguíamos que alguna trucha subiera al engaño presentado.
Ya a la caída del sol llegue a una tabla de aguas paradas donde vi más de media docena de truchas cebándose insistentemente.
Llame a mi compañero y a la par intentamos engañar a alguna de las truchas que se cebaban.
Capture la primera, una trucha de pequeño tamaño con la que creí comenzar algo bueno.
Pero tras ello no conseguíamos que las truchas tomaran nuestras moscas pese a que cambiamos de mosca varias veces.
Yo obtuve ataques terminados en rechazos presentando una efémera montada en un anzuelo del 18 que añadiendo el tamaño a la distancia de lanzado y el agua espejeante apenas me dejaba adivinar por donde derivaba.
Pero tuve claro que tampoco esa mosca era "la" mosca.
Al fin acabamos de pescar la tabla ya sin luz, encendimos los frontales y, a la luz de los mismo observamos una buena eclosión de diminutas efemeritas de color muy blanco cortas alas y largos cercos (pensé en Caenis).
Evidentemente si se cebaban a estas mosquitas nosotros no acertamos a asemejarlas.
Quizás la anécdota reseñable le ocurrió a Raúl, pescaba la sombreada corriente de cabecera de una tabla.
Lanzaba a las corrientes y dejaba derivar la mosca hasta mas allá de su posición para volver a lanzar.
En uno de esos lances, cuando la mosca apenas estaba a un metro de sus piernas una trucha salió de sus mismos zancajos y tomo la mosca.
Raúl clavo con certeza y consiguió atrapar a tan osada trucha.
Yo que estaba en la orilla contraria observando su quehacer me quede asombrado.
Una lección que tome de que a las truchas en la mayoría de las ocasiones hay que pescarlas más en corto de lo que hacemos (cuanta razón tienes maestro Paco Pepe).
No dio para mas la jornada de pesca, recogimos aperos y marchamos en busca de los otros dos compañeros que pescaron la zona del comienzo del coto, obteniendo resultados perecidos, pero curiosamente ellos no observaron esas cebadas vespertinas que nosotros si vimos.
Nacho... me quede con ganas de pescar a la par contigo. En otra ocasión será.
Muchas gracias Antonio, Nacho, Raúl por dejar que os acompañara y disfrutar de una jornada de pesca en aguas del rio Cabriel.
LasmoscasdePaco.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)