Al postrer de septiembre disfruté de nuevo de una jornada de pesca de las que dejan huella.
Mojar moscas en compañía de buenos mosqueros es un lujo y, a fe mía que Juanma, Paco Pepe y Roberto lo son.
En esta ocasión hicimos intercambio de parejas (no, esto no va de sexo) y mientras Paco Pepe marchaba rio arriba acompañado de Juanma yo seguía a Roberto por dificultosas trochas rio abajo.
Fue en un estrecho paso de la senda donde resbalé y rocé la pantorrilla por una gruesa piedra rocosa, a más decir con una arista afilada como cuchilla de afeitar que provocó un corte en el vadeador transpirable de cinco capas y aún desgarro el pantalón polar interior.
Un “siete” de cuatro dedos de largo que hizo tara durante toda la jornada de pesca y que me tuvo empapado todo el día.
Al fin llegamos al punto donde empezar a pescar. Meternos en las aguas, vadear hacia orilla cómoda y allí montar cañas de pesca.
Nada más empezar Roberto me dejo ver su buen hacer, yo había pescado una zona de corrientes muy apetecibles sin conseguir activar ninguna trucha, tras buen rato lo deje y fue cuando Roberto se puso a pescar lo pescado por mi, pegada a la orilla consiguió que una trucha tomase su mosca y capturarla.
Tras ello volvió su mirada a la zona de corrientes de final de tabla donde estábamos, evaluó las cebadas que veíamos desechando cebadas estrepitosas de juveniles y prestando atención en otras comedidas, de truchas de mayor tamaño
.
Escogió una de estas últimas, se aproximo cautelosamente y tras una nueva cebada lanzo su mosca, ésta fue tomada sin demora por la trucha, la clavada fue segura y el lance termino rápidamente con la trucha en la sacadora donde sin salir apenas del agua la libero del anzuelo y la devolvió presto a las aguas.
Yo, que andaba pescando pescador en mayor medida que pescando truchas no pude por menos que aprender de nuevo una lección mosquera.
Raudo me vino a la mente que lo aprendido no me era nuevo, los mismos pasos los había observado en un gran maestro mosquero, Paco Pepe, maestro de quien aprendió Roberto a desenvolverse en la pesca a mosca.
Efectivamente, ver pescar a Roberto es muy próximo ver pescar a Paco Pepe aliñado del brío y vitalidad de la juventud.
Y es que, de tal palo… tal astilla.
Quien relata pescaba con la tara de no vadear más profundo de los muslos, y es que, sinceramente, entrándome el agua (muy fría a más decir) a raudales dentro del vader, apetecía muy poco mojarse las “partes nobles” que dicen.
Pese a ello no le andaba a la zaga a mi compañero y conseguía hacer subir a mis moscas un buen número de truchas. Curiosamente muchas de ellas no conseguía capturar y, en principio yo lo achacaba a fallo propio al clavar.
-Paco, muchas truchas nos están rechazando en el último momento-
Siendo así, el error no es achacable al tirón brusco sino más bien a la exactitud de la imitación.
Roberto acoplo un fina malla en la sacadora y la introdujo en las aguas un buen rato, tras ello observo la malla.
-Hay ninfas con el saco alar muy marcado, ninfas nadadoras emergiendo-
Ante nosotros el comienzo de una tabla. Sus corrientes de entrada y tramo medio de aguas movidas, en dichas aguas se observaban al menos seis truchas diferentes cebándose a buen ritmo.
Antes de afrontar el tramo buscamos moscas entre nuestras cajas que se adecuaran a lo observado.
Evidentemente no paso por nuestra cabeza el atar un ninfa (en mi caso además, porque hace meses que deje la caja de ninfas en casa), a cambio buscábamos algún tipo de montaje que pescara muy placado o justo bajo la superficie del agua.
Me decante por una emergente oliva que navega bajo la superficie suspendida por una burbuja de foam. Roberto opto por algo parecido.
Ya con la mosca seleccionada y atada al bajo atacamos las cebadas que observábamos en aguas corrientes.
Yo me afane en la cebada más próxima y al tercer lance conseguí capturar una bonita pintona de tamaño moderado que me deparo una apreciable lid.
Tras desanzuelarla devolverla a las aguas, me dio tiempo ha realizarla una foto subacuática mientras estaba en mis cercanías
Roberto, a mi mismo compas conseguía capturar la trucha que se cebaba próxima y mientras tanteaba la trucha en la sacadera y desclavaba la mosca de sus fauces observaba con interés las aguas determinando cual seria la siguiente postura donde realizar nuevos lances.
El tramo nos deparo al menos media docena de capturas de bravas truchas y a mí en particular me ofreció una buena sintonía de pesca con Roberto, una confirmación de haber encontrado un buen compañero con quien mojar moscas a la par.
Tras las corrientes teníamos ante nos una espectacular tabla del rio padre, un tramo de aguas lentas de esas que echan para atrás a mosqueros poco cuajados.
Sinceramente debo decir que mi primera opción fue saltarme la tabla, no por la dificultad de su pesca (que también) sino porque a buen seguro tendría que realizar un profundo vadeo con la consiguiente remojadura.
Ver tres cebadas continuadas en puntos diferentes me hizo trocar planes y adentrarnos en la tabla con un caminar lento y sigiloso.
Llegue a la primera cebada, lance mi mosca y conseguí capturar la trucha que se cebaba, devolverla de nuevo a las aguas y recular para dejar de empaparme de frías aguas, el reto de la tabla de aguas paradas estaba solventado.
Roberto fue quien pesco la tabla entera y consiguió capturar algunas de las truchas que se mostraban cebándose.
El día no daba para mucho mas, avanzaba con premura la caída de la tarde con la consiguiente bajada de temperaturas y quien escribe, calado hasta los huesos no pensaba sino en llegar al auto quitarse remojadura y ponerse ropa seca.
Antes de ello hubo un lance cuanto menos a comentar.
Llegamos a unas corrientes querenciosas donde pegada a la orilla contraria observamos como la trucha se cebaba a buen compas.
Roberto se adentro en la corriente…
-Adéntrate en las aguas…- que decía el film.
Y tras posicionarse lanzo aguas arriba su mosca. Ésta navegando por aguas briosas llegaba a la zona donde la trucha se cebaba y pasaba de largo sin conseguir que “maese pintona” se decidiera a tomarla.
-No la quiere, Paco. Es claro que quiere otra cosa-
-Si, Roberto. Creo que tienes razón-
Le ofrecí mi caña donde llevaba atada un patrón de mosca diferente al que él tenía, para que tratara con ella de engañar a la trucha.
Roberto me miro, se puso en pie y dijo.
-No, Paco. Péscala tú-
Agradecí la invitación y lo que a buen seguro sería el último lance de la jornada por mi parte, me coloque en el mismo punto donde había estado Roberto y estudie el lance.
No demasiado complicado, un lance medio pegando la mosca a la orilla contraria, aguas arriba y dejando derivar hasta el punto donde la trucha seguía cebándose.
Flotabilize la mosca, estire el bajo y efectué un lance aguas arriba, la mosca poso en buen lugar, cercana a la orilla y fue derivando aguas abajo por la corriente.
Al llegar a la zona de las cebadas, la trucha ataco la mosca con premura y seguridad.
Yo respondí clavando con certeza, trucha de tamaño terciado.
La única dificultad fue no dejarla orillarse ni permitir que se descolgara demasiado por las corrientes.
Al fin la trucha llego a la sacadora para ser desclavada del acero y devolverla a las aguas.
En este punto dimos por zanjada la jornada de pesca.
Ascendimos por la senda hasta encontrar el auto donde nos aguardaban nuestros dos compañeros.
-Juanma, ¿Qué tal el día con el Maestro?-
-Ha sido demasiado, una gozada-
Ya en el auto camino de casa reflexionaba sobre la jornada disfrutada, de mi cabeza no se iba una frase…
-De tal palo, tal astilla-
Cuán grande es el maestro y sus alumnos aventajados.
-¡¡ Forja de mosqueros !!-
LasmoscasdePaco.
De Ríos y de Truchas. Y de Pesca a Mosca. Y de amigos mosqueros.
Aquí se plasmarán todas esas ideas, sensaciones y vivencias de un pescador a mosca y de su grupo de compañeros.
Su finalidad es tratar de inculcar que la pesca a mosca puede llegar a ser una forma de vida.
Páginas
Competición NO..... Gracias.
domingo, 28 de octubre de 2012
jueves, 25 de octubre de 2012
PITILLÍN DOBLE COLLERA …
Una de las moscas que ha estado eclosionando este final de temporada ha sido unos pequeños Plecópteros, probablemente del genero Leuctra a los que los mosqueros solemos denominar como “Pitillín”.
Mosca que solemos ver también a principios de temporada pues eclosiona en épocas de fríos y tiempos desapacibles.
Una de las curiosidades del genero Plecópteros es su forma de volar, con el abdomen totalmente caído y pudiendo diferenciar perfectamente los dos pares de alas espaciadas entre sí por encima del abdomen.
Cuando realizamos un montaje de mosca seca con alas tratamos de imitar al insecto con las alas plegadas, sin darnos cuenta que cuando dicho insecto esta posado en las aguas en numerosas ocasiones tienen las alas en movimiento, ya sea por haberse posado recientemente o al comienzo de levantar el vuelo.
Montajes de “Pitillines” con alas plegadas al cuerpo hay infinidad y sin duda todos muy efectivos.
El de la imagen bien puede ser uno de ellos y puedo decir que en un pasado siempre me deparo buenas capturas.
Quizás con la idea de innovar podríamos realizar montajes diferentes, uno de los que me funcionan es un montaje de hackle trasero con la parte inferior recortada y el hackle delantero en paracaídas.
Este montaje bien podría simular unas alas sin plegarse sobre sí mismo, unas alas en movimiento, al menos mi idea al montar este patrón iba dirigida a ello.
El montaje paso a paso que os presento abunda en lo mismo, un montaje en doble collera con la idea de dar sensación de alas en movimiento…
MATERIALES .-
Anzuelo GRIP BL numero 20
Seda de montaje de color negro
Abdomen en Quill de pavo real natural
Tórax en Herl de pavo real natural
Alas-Hackle en pluma de colgadera genética color dun medio
MONTAJE.-
Afianzamos el hilo de montaje sobre el anzuelo
Sujetamos un Quill de pavo real. A mí me gusta utilizar una fibra de pavo real sin desbarbar “Herl” y desbarbarla “Quill” con ayuda de una goma de borrar.
Cubrimos el hilo de montaje con una gotita mínima de pegamento instantáneo y tras ello enrollamos el Quill de pavo real para formar el abdomen (si no utilizamos pegamento a veces el Quill en acción de pesca puede partir e inutilizar la mosca)
Donde hemos finalizado el abdomen sujetamos la pluma de colgadera genética color dun
Realizamos un hackle de una o dos vueltas máximo y cortamos la pluma sobrante
A continuación sujetamos el Herl (fibra de pluma de pavo real sin desbarbar)
Cubrimos con el Herl como la mitad de obra restante del anzuelo
En este punto volvemos a sujetar la pluma genética
Y realizamos de nuevo un hackle escaso de una o dos vueltas
Cortamos la pluma sobrante y con el hilo de montaje formamos una pequeña cabeza, tras ello aseguramos con un par de nudos
Montaje finalizado
Vista inferior del montaje realizado
La idea del montaje de dar sensación de dos pares de alas bien diferenciadas y en movimiento creo que se ha logrado
Un trío de montajes de “Pitillines” que a buen seguro nos depararan estupendas capturas
LasmoscasdePaco.
Mosca que solemos ver también a principios de temporada pues eclosiona en épocas de fríos y tiempos desapacibles.
Una de las curiosidades del genero Plecópteros es su forma de volar, con el abdomen totalmente caído y pudiendo diferenciar perfectamente los dos pares de alas espaciadas entre sí por encima del abdomen.
Cuando realizamos un montaje de mosca seca con alas tratamos de imitar al insecto con las alas plegadas, sin darnos cuenta que cuando dicho insecto esta posado en las aguas en numerosas ocasiones tienen las alas en movimiento, ya sea por haberse posado recientemente o al comienzo de levantar el vuelo.
Montajes de “Pitillines” con alas plegadas al cuerpo hay infinidad y sin duda todos muy efectivos.
El de la imagen bien puede ser uno de ellos y puedo decir que en un pasado siempre me deparo buenas capturas.
Quizás con la idea de innovar podríamos realizar montajes diferentes, uno de los que me funcionan es un montaje de hackle trasero con la parte inferior recortada y el hackle delantero en paracaídas.
Este montaje bien podría simular unas alas sin plegarse sobre sí mismo, unas alas en movimiento, al menos mi idea al montar este patrón iba dirigida a ello.
El montaje paso a paso que os presento abunda en lo mismo, un montaje en doble collera con la idea de dar sensación de alas en movimiento…
MATERIALES .-
Anzuelo GRIP BL numero 20
Seda de montaje de color negro
Abdomen en Quill de pavo real natural
Tórax en Herl de pavo real natural
Alas-Hackle en pluma de colgadera genética color dun medio
MONTAJE.-
Afianzamos el hilo de montaje sobre el anzuelo
Sujetamos un Quill de pavo real. A mí me gusta utilizar una fibra de pavo real sin desbarbar “Herl” y desbarbarla “Quill” con ayuda de una goma de borrar.
Cubrimos el hilo de montaje con una gotita mínima de pegamento instantáneo y tras ello enrollamos el Quill de pavo real para formar el abdomen (si no utilizamos pegamento a veces el Quill en acción de pesca puede partir e inutilizar la mosca)
Donde hemos finalizado el abdomen sujetamos la pluma de colgadera genética color dun
Realizamos un hackle de una o dos vueltas máximo y cortamos la pluma sobrante
A continuación sujetamos el Herl (fibra de pluma de pavo real sin desbarbar)
Cubrimos con el Herl como la mitad de obra restante del anzuelo
En este punto volvemos a sujetar la pluma genética
Y realizamos de nuevo un hackle escaso de una o dos vueltas
Cortamos la pluma sobrante y con el hilo de montaje formamos una pequeña cabeza, tras ello aseguramos con un par de nudos
Montaje finalizado
Vista inferior del montaje realizado
La idea del montaje de dar sensación de dos pares de alas bien diferenciadas y en movimiento creo que se ha logrado
Un trío de montajes de “Pitillines” que a buen seguro nos depararan estupendas capturas
LasmoscasdePaco.
sábado, 20 de octubre de 2012
EL BLOG QUE UNE …
Ocurrió éste invierno pasado.
Recibí un correo de Nacho, decía que seguía el blog con entusiasmo.
Al hilo de una entrada me comentaba si a quien llamaba Maestro Mosquero no era…
Le respondí aseverando su pregunta. Si, era quien decía el Maestro Mosquero.
Curiosamente eran antiguos conocidos que el tiempo había alejado.
Hubo un primer encuentro, donde Nacho comentaba que pescaba a ninfa y que no terminaba de satisfacerle, que quería aprender a pescar a mosca seca.
Hubo un segundo encuentro donde el Maestro enseño como se pescaba a mosca seca, tras la jornada Nacho guardo en lo más profundo de un cajón las ninfas que portaba y las cambio por un puñado de moscas secas.
Hubo un nuevo encuentro y, quien relata fue testigo de ello…
Tener como profesor al Maestro Mosquero es un lujo, un lujo que quien se ha codeado con los pioneros se ofrezca a iniciarte en el arte de la pesca a mosca seca.
Y recibir las lecciones en el rio padre, en el rio Tajo, en la “universidad de la pesca a mosca” es ponerse muy alto el listón.
Sencillamente es mamar de las ubres donde lo hicieron los que forjaron senderos mosqueros.
Así es como el Maestro Mosquero cede paso al mosquero novel ofreciéndole asaz una enorme tabla del rio padre donde tomar lecciones.
Tablas donde puedo asegurar fracasan mosqueros experimentados, tablas donde a uno se le erizan los pelos del colodrillo al atisbarlas.
Y mientras el novel mosquero actúa el Maestro Mosquero enseña, aconseja, explica, corrige, informa las mil y una cosas que al mosquero no le deben pasar desapercibidas.
Se observan cebadas y se valoran,
-Son truchuelas-
Se observan cebadas y se clasifican,
-Esas truchas van de paso.
Se observan cebadas y se evalúan.
Quien relata observa como el Maestro mosquero arquea la ceja derecha…
-Nacho, esto es lo que esperamos-
La trucha se cebo tres veces en la misma posición, cebada poco escandalosa, o lo que es lo mismo una trucha maja puesta.
-Acércate con cuidado, no mucho y siempre más despacio de lo que tienes pensado-
-Prepara el lance, piensa lo que vas a hacer pues la mayoría de las truchas se capturan en el primer o segundo lance-
-Espera una nueva cebada-
-Lanza un par de metros por encima de la cebada-
El mosquero novel sigue las instrucciones recibidas, el lance no es que sea muy ortodoxo, eso lo da la práctica y experiencia, pero es lo suficientemente templado, medido, acertado, como para posar la mosca en lugar y condiciones aceptables.
Maese pintona premia al novel mosquero con una tomada sobre la mosca ofrecida.
Clavado rápido, demasiado rápido, la fortuna interviene y el anzuelo se clava en los morros de la trucha.
El novel mosquero aproxima la captura, consigue llevársela a las manos.
-Date prisa, desclava con cuidado y devuélvela de cara a la corriente-
La sonrisa y sensación de alegría que desprende la cara de Nacho da fe del disfrute obtenido.
Soy testigo de la mirada del alumno al maestro. Mirada de gratitud, de afecto, de agradecimiento.
Seguimos ascendiendo por el rio dando y recibiendo lecciones, lecciones que yo mismo tomo.
Nuevos lances, nuevas capturas, nuevos desenlaces que no hacen sino forjar a un novel mosquero en el bello arte de la pesca a mosca seca.
Podría relatar más cosas.
Sensaciones, lecciones recibidas, de como un mosquero experimentado posa una mosca seca delicadamente a más de treinta metros de distancia.
Podría relatar más cosas.
De truchas de más de 45 cmtrs cebándose francas y de cómo tomaban nuestras moscas.
Podría relatar más cosas.
De cómo dos viejos Tajo adictos se funden en fuerte abrazo en medio del rio padre haciendo explosión de sentimientos y quebrando la voz.
Pero son cosas tan profundas que no encuentro las palabras y expresiones idóneas para que las comprendierais…
Forja de mosqueros.
Y es así como Nacho comienza su andadura de pescador a mosca seca, de mosquero.
-Nacho, afortunado tú de recibir lecciones de quien te las ofrece-
-Y afortunado yo, de vivirlo, de sentirlo y de aprender, siempre, siempre, aprendiendo-
Sé que no te gusta que te llamen Maestro Mosquero, pero…
Al César lo que es del César.
LasmoscasdePaco.
Recibí un correo de Nacho, decía que seguía el blog con entusiasmo.
Al hilo de una entrada me comentaba si a quien llamaba Maestro Mosquero no era…
Le respondí aseverando su pregunta. Si, era quien decía el Maestro Mosquero.
Curiosamente eran antiguos conocidos que el tiempo había alejado.
Hubo un primer encuentro, donde Nacho comentaba que pescaba a ninfa y que no terminaba de satisfacerle, que quería aprender a pescar a mosca seca.
Hubo un segundo encuentro donde el Maestro enseño como se pescaba a mosca seca, tras la jornada Nacho guardo en lo más profundo de un cajón las ninfas que portaba y las cambio por un puñado de moscas secas.
Hubo un nuevo encuentro y, quien relata fue testigo de ello…
Tener como profesor al Maestro Mosquero es un lujo, un lujo que quien se ha codeado con los pioneros se ofrezca a iniciarte en el arte de la pesca a mosca seca.
Y recibir las lecciones en el rio padre, en el rio Tajo, en la “universidad de la pesca a mosca” es ponerse muy alto el listón.
Sencillamente es mamar de las ubres donde lo hicieron los que forjaron senderos mosqueros.
Así es como el Maestro Mosquero cede paso al mosquero novel ofreciéndole asaz una enorme tabla del rio padre donde tomar lecciones.
Tablas donde puedo asegurar fracasan mosqueros experimentados, tablas donde a uno se le erizan los pelos del colodrillo al atisbarlas.
Y mientras el novel mosquero actúa el Maestro Mosquero enseña, aconseja, explica, corrige, informa las mil y una cosas que al mosquero no le deben pasar desapercibidas.
Se observan cebadas y se valoran,
-Son truchuelas-
Se observan cebadas y se clasifican,
-Esas truchas van de paso.
Se observan cebadas y se evalúan.
Quien relata observa como el Maestro mosquero arquea la ceja derecha…
-Nacho, esto es lo que esperamos-
La trucha se cebo tres veces en la misma posición, cebada poco escandalosa, o lo que es lo mismo una trucha maja puesta.
-Acércate con cuidado, no mucho y siempre más despacio de lo que tienes pensado-
-Prepara el lance, piensa lo que vas a hacer pues la mayoría de las truchas se capturan en el primer o segundo lance-
-Espera una nueva cebada-
-Lanza un par de metros por encima de la cebada-
El mosquero novel sigue las instrucciones recibidas, el lance no es que sea muy ortodoxo, eso lo da la práctica y experiencia, pero es lo suficientemente templado, medido, acertado, como para posar la mosca en lugar y condiciones aceptables.
Maese pintona premia al novel mosquero con una tomada sobre la mosca ofrecida.
Clavado rápido, demasiado rápido, la fortuna interviene y el anzuelo se clava en los morros de la trucha.
El novel mosquero aproxima la captura, consigue llevársela a las manos.
-Date prisa, desclava con cuidado y devuélvela de cara a la corriente-
La sonrisa y sensación de alegría que desprende la cara de Nacho da fe del disfrute obtenido.
Soy testigo de la mirada del alumno al maestro. Mirada de gratitud, de afecto, de agradecimiento.
Seguimos ascendiendo por el rio dando y recibiendo lecciones, lecciones que yo mismo tomo.
Nuevos lances, nuevas capturas, nuevos desenlaces que no hacen sino forjar a un novel mosquero en el bello arte de la pesca a mosca seca.
Podría relatar más cosas.
Sensaciones, lecciones recibidas, de como un mosquero experimentado posa una mosca seca delicadamente a más de treinta metros de distancia.
Podría relatar más cosas.
De truchas de más de 45 cmtrs cebándose francas y de cómo tomaban nuestras moscas.
Podría relatar más cosas.
De cómo dos viejos Tajo adictos se funden en fuerte abrazo en medio del rio padre haciendo explosión de sentimientos y quebrando la voz.
Pero son cosas tan profundas que no encuentro las palabras y expresiones idóneas para que las comprendierais…
Forja de mosqueros.
Y es así como Nacho comienza su andadura de pescador a mosca seca, de mosquero.
-Nacho, afortunado tú de recibir lecciones de quien te las ofrece-
-Y afortunado yo, de vivirlo, de sentirlo y de aprender, siempre, siempre, aprendiendo-
Sé que no te gusta que te llamen Maestro Mosquero, pero…
Al César lo que es del César.
LasmoscasdePaco.
domingo, 14 de octubre de 2012
UNA NUEVA AVENTURA MOSQUERA…
Todas las temporadas tienen una o varias salidas en plan “aventurero”.
Lo cierto es que soy poco de pescar entornos cómodos, al contrario los escenarios que frecuento son más bien para pescadores agiles, cosa que no va muy de acuerdo con mi estado físico.
A veces el listón de la dificultad se pone alto, tan alto que la jornada troca en pequeña aventura.
Y ocurrió que acompañado de un par de mosqueros decidimos probar suerte pescando las corrientes de un tramo de rio encañonado y difícil acceso.
El sol aun no había iluminado las aguas plenamente cuando el trío de mosqueros ya andaba posando moscas por las aguas, quizás demasiado pronto, tan pronto como para que “maese pintona” no estuviese puesta en los rabiones o, así quisimos creerlo al no conseguir las capturas deseadas en dicho tramo.
El sol cubrió las aguas y con ello cambio la actitud de las truchas, la mirada aprendida del mosquero conseguía ver una cebada acá y otra allá.
Aproximación a la misma con sigilo, lance delicado posado de la mosca evitando dragados, lo que es lo mismo, un buen hacer mosquero que en varias ocasiones se premiaba con la captura de la pintona a la que ofrecíamos nuestras moscas
Si Juanma se divertía pescando atractivas corrientes, Álvaro no le iba a la zaga, aguas arriba y colocado lateralmente a las corrientes posaba su mosca por el filo de las mismas donde las truchas atacaban el engaño que se las presentaba
El resultado no podía ser otro que conseguir llevarse a la mano varias truchas y disfrutar del rio, del entorno, de las capturas, disfrutar de la pesca a mosca
Quien relata se atrevió con una tabla de aguas paradas y profundas, vadeando con cuidado, avanzando hasta el límite del vader…
Allá, oculta en la sombra de la sarga de la orilla contraria detecta la cebada delatora.
Espero una nueva cebada, nervioso, ansioso, como si fuera la primera vez que me encontrara en semejante tesitura.
La trucha se vuelve a cebar.
Estudio el lance, poco complicado, acaso un lance algo lejano, adelantado lateral en unas aguas paradas donde a simple vista no se observan corrientes que provoquen dragados.
Lanzo, la mosca posa en el punto deseado, justo en la sombra que proyecta la sarga.
La respuesta de la trucha no se hace esperar, toma franca el engaño.
La lucha tampoco es demasiado dificultosa, evitar la primera intención de huir a las ramas de la sarga y dejarla acometer los empellones en las aguas libres de obstáculos del centro del rio, tras ello atraerla hacia la sacadora, una rápida fotografía y de nuevo al rio.
Busco de nuevo a mis compañeros, para disfrutar viendo como pescan, aprendiendo, siempre aprendiendo de ellos.
Álvaro pesca unas corrientes preciosas, despacio, tanteando todas las posturas posibles.
El resultado no podía ser otro sino la captura de una nueva pintona.
Sigo aguas arriba, buscando a Juanma. Pesca otro precioso tramo de corrientes.
Y el resultado de su buen hacer es similar al de Álvaro, una bonita trucha capturada.
Me afano en conseguir fotografiar el momento, a Juanma y a la captura, sin darme cuenta que el fotógrafo pescador ha sido pescado fotografiando…
Las corrientes se vuelven complicadas, el cañón se estrecha y la jornada de pesca aventurera llega a límites máximos.
Orillas enmarañadas o inexistentes, paredes cortadas a plomo sin opción a transitar por ellas, tan solo queda avanzar por el encabritado cauce de aguas rabiosas que se oponen al avance del mosquero.
Tras pasos dificultosos me encuentro una poza preciosa y en ella varias truchas puestas en aguas medias, subiendo a la superficie a tomar los insectos que flotan por las aguas.
Lance medido.
Posa la mosca y veo como la trucha se activa.
Dista más de cuatro metros de la mosca, en una nadar sinuoso se acerca franca a ella, sube a la superficie y la toma sin recelo.
Una captura de las que dejan huella en los recuerdos del mosquero
Una rápida fotografía y de nuevo un nuevo lance, son varias las truchas puestas y pescando con sigilo le saco a la poza cuatro capturas de bonitas truchas sin cambiar de puesto
Al fin toca cambiar de zona, salir de allí… por donde??
Pues no toca otra que hacer la cabra…
Trepar por la roca ajustando muy mucho cada paso dado
Sujetando la caña en la boca cual puñal pirata y utilizando manos y pies para solventar la papeleta…
Al fin uno consigue llegar a la cima, ahora queda bajar que os puedo asegurar aun fue más difícil que encaramarme en lo alto.
Al llegar de nuevo a las aguas me encuentro con un paraje precioso
Mis compañeros me han ido a la zaga, sorteando los obstáculos con dificultades parecidas a la mía.
Álvaro me indica con la mano que ha conseguido dos nuevas capturas…
Juanma me ha sobrepasado y me acerco a él justo en el momento de una nueva captura
La jornada va llegando a su fin, es tarde y estamos muy alejados de donde comenzamos, hay dos opciones, volver por el rio o buscar alguna pequeña trocha por el bosque.
Ambas opciones parecen igual de dificultosas.
Me animo a buscar la trocha, encuentro una que si bien no es muy cómoda si parece definida, no lo pensamos, monte arriba y a trochar.
Queda echar una última mirada al lugar donde estuvimos…
Allá abajo observamos las rugientes corrientes por las que hemos transitado, donde hemos disfrutado de unos lances que a buen seguro perduraran en la memoria.
En más de una ocasión hemos necesitado de la mano del compañero para atravesar un paso dificultoso, un apretón de manos firme que une y perdura mucho mas allá del momento presente.
Momentos mosqueros… sensaciones mosqueras…
Aun queda tiempo para echar unas varadas a la par en unas corrientes…
Y conseguimos un par de capturas para redondear una jornada mosquera memorable…
LasmoscasdePaco
Lo cierto es que soy poco de pescar entornos cómodos, al contrario los escenarios que frecuento son más bien para pescadores agiles, cosa que no va muy de acuerdo con mi estado físico.
A veces el listón de la dificultad se pone alto, tan alto que la jornada troca en pequeña aventura.
Y ocurrió que acompañado de un par de mosqueros decidimos probar suerte pescando las corrientes de un tramo de rio encañonado y difícil acceso.
El sol aun no había iluminado las aguas plenamente cuando el trío de mosqueros ya andaba posando moscas por las aguas, quizás demasiado pronto, tan pronto como para que “maese pintona” no estuviese puesta en los rabiones o, así quisimos creerlo al no conseguir las capturas deseadas en dicho tramo.
El sol cubrió las aguas y con ello cambio la actitud de las truchas, la mirada aprendida del mosquero conseguía ver una cebada acá y otra allá.
Aproximación a la misma con sigilo, lance delicado posado de la mosca evitando dragados, lo que es lo mismo, un buen hacer mosquero que en varias ocasiones se premiaba con la captura de la pintona a la que ofrecíamos nuestras moscas
Si Juanma se divertía pescando atractivas corrientes, Álvaro no le iba a la zaga, aguas arriba y colocado lateralmente a las corrientes posaba su mosca por el filo de las mismas donde las truchas atacaban el engaño que se las presentaba
El resultado no podía ser otro que conseguir llevarse a la mano varias truchas y disfrutar del rio, del entorno, de las capturas, disfrutar de la pesca a mosca
Quien relata se atrevió con una tabla de aguas paradas y profundas, vadeando con cuidado, avanzando hasta el límite del vader…
Allá, oculta en la sombra de la sarga de la orilla contraria detecta la cebada delatora.
Espero una nueva cebada, nervioso, ansioso, como si fuera la primera vez que me encontrara en semejante tesitura.
La trucha se vuelve a cebar.
Estudio el lance, poco complicado, acaso un lance algo lejano, adelantado lateral en unas aguas paradas donde a simple vista no se observan corrientes que provoquen dragados.
Lanzo, la mosca posa en el punto deseado, justo en la sombra que proyecta la sarga.
La respuesta de la trucha no se hace esperar, toma franca el engaño.
La lucha tampoco es demasiado dificultosa, evitar la primera intención de huir a las ramas de la sarga y dejarla acometer los empellones en las aguas libres de obstáculos del centro del rio, tras ello atraerla hacia la sacadora, una rápida fotografía y de nuevo al rio.
Busco de nuevo a mis compañeros, para disfrutar viendo como pescan, aprendiendo, siempre aprendiendo de ellos.
Álvaro pesca unas corrientes preciosas, despacio, tanteando todas las posturas posibles.
El resultado no podía ser otro sino la captura de una nueva pintona.
Sigo aguas arriba, buscando a Juanma. Pesca otro precioso tramo de corrientes.
Y el resultado de su buen hacer es similar al de Álvaro, una bonita trucha capturada.
Me afano en conseguir fotografiar el momento, a Juanma y a la captura, sin darme cuenta que el fotógrafo pescador ha sido pescado fotografiando…
Las corrientes se vuelven complicadas, el cañón se estrecha y la jornada de pesca aventurera llega a límites máximos.
Orillas enmarañadas o inexistentes, paredes cortadas a plomo sin opción a transitar por ellas, tan solo queda avanzar por el encabritado cauce de aguas rabiosas que se oponen al avance del mosquero.
Tras pasos dificultosos me encuentro una poza preciosa y en ella varias truchas puestas en aguas medias, subiendo a la superficie a tomar los insectos que flotan por las aguas.
Lance medido.
Posa la mosca y veo como la trucha se activa.
Dista más de cuatro metros de la mosca, en una nadar sinuoso se acerca franca a ella, sube a la superficie y la toma sin recelo.
Una captura de las que dejan huella en los recuerdos del mosquero
Una rápida fotografía y de nuevo un nuevo lance, son varias las truchas puestas y pescando con sigilo le saco a la poza cuatro capturas de bonitas truchas sin cambiar de puesto
Al fin toca cambiar de zona, salir de allí… por donde??
Pues no toca otra que hacer la cabra…
Trepar por la roca ajustando muy mucho cada paso dado
Sujetando la caña en la boca cual puñal pirata y utilizando manos y pies para solventar la papeleta…
Al fin uno consigue llegar a la cima, ahora queda bajar que os puedo asegurar aun fue más difícil que encaramarme en lo alto.
Al llegar de nuevo a las aguas me encuentro con un paraje precioso
Mis compañeros me han ido a la zaga, sorteando los obstáculos con dificultades parecidas a la mía.
Álvaro me indica con la mano que ha conseguido dos nuevas capturas…
Juanma me ha sobrepasado y me acerco a él justo en el momento de una nueva captura
La jornada va llegando a su fin, es tarde y estamos muy alejados de donde comenzamos, hay dos opciones, volver por el rio o buscar alguna pequeña trocha por el bosque.
Ambas opciones parecen igual de dificultosas.
Me animo a buscar la trocha, encuentro una que si bien no es muy cómoda si parece definida, no lo pensamos, monte arriba y a trochar.
Queda echar una última mirada al lugar donde estuvimos…
Allá abajo observamos las rugientes corrientes por las que hemos transitado, donde hemos disfrutado de unos lances que a buen seguro perduraran en la memoria.
En más de una ocasión hemos necesitado de la mano del compañero para atravesar un paso dificultoso, un apretón de manos firme que une y perdura mucho mas allá del momento presente.
Momentos mosqueros… sensaciones mosqueras…
Aun queda tiempo para echar unas varadas a la par en unas corrientes…
Y conseguimos un par de capturas para redondear una jornada mosquera memorable…
LasmoscasdePaco
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