De Ríos y de Truchas. Y de Pesca a Mosca. Y de amigos mosqueros.

Aquí se plasmarán todas esas ideas, sensaciones y vivencias de un pescador a mosca y de su grupo de compañeros.

Su finalidad es tratar de inculcar que la pesca a mosca puede llegar a ser una forma de vida.

Páginas

Competición NO..... Gracias.

jueves, 29 de diciembre de 2011

LAS ROCHAS ENTRE LAS BRUMAS DEL RECUERDO.

          Fin de año, de alguna manera casi todo el mundo lo celebra, fiestas, alegrías, descorches de cava y demás.
Aunándome a ello y cual traca navideña de fin de año, es un honor para mí publicar un relato muy especial. Tanto por el lugar que el relato muestra como por la persona que relata, a quien profeso admiración, cariño y respeto.
Para todos vosotros, desempolvando el baúl mas arrinconado en el altillo…
Eran otros tiempos……

LAS ROCHAS ENTRE LAS BRUMAS DEL RECUERDO.

La destartalada moto que me llevaba pleno de ilusiones hacia el Alto Tajo, aquella añorada DKW de 500 cc., se convertía en una alocada bailarina cuando iniciaba el descenso por el tramo de Los Senderos. La carretera lo era sólo en el nombre, porque más parecía un camino de cabras que otra cosa, algo que empeoraba cuando estaba lloviendo. Más de una vez, cargada con toda la impedimenta, nos hacía rodar por el suelo a la caña de bambú y a mí. Pero era muy porfiado y, costase lo que costase, tenía que alcanzar el Paraíso (se entiende: de aquel entonces)

Había visitado Peralejos varias veces antes, siempre con éxito creciente, y me refiero al hecho de ver abundante cantidad de truchas y cangrejos, que no al personal triunfo como pescador, algo que sigo intentando hoy sin conseguirlo jamás. Pero aquella vez, días posteriores a intensas lluvias, el padre Tajo venía como puro chocolate y era de idiotas intentar pescarlo. Llevaba tienda de campaña, pero pocos ánimos para instalarla, así que busqué una fonda en el pueblo. Corría el año ¿1954? y no había ninguna aun, de no ser la de una señora viuda que arrendaba una habitación ¿? en una casita que estaba cerca de la entrada “principal”, y allá que fui.  Aunque yo era un pobre estudiante de no se sabe qué cosa, mi estipendio mensual de 200 pesetas me permitía ahorrar para poder pagar las 15 pesetas que la Viuda me cobraba, incluido el desayuno y un bocadillo de queso y chorizo… 


clip_image002


Pensaba pasar varios días allí a la espera de que se aclarara la zona del Martinete, pero la suerte me vino a ver: en una animada tertulia con varios pescadores del Pueblo estaba Félix, el cabrero que años más tarde se suicidó tirándose desde la Peña de La Vieja, y fue él quien me aconsejó que subiese hasta Las Juntas y pescase el tramo posterior, asegurándome que allí las aguas ya estarían limpias. Me gustó la idea de conocer el Tajo oculto, del cual nunca había oído hablar de no ser en aquella tertulia de la Fonda, pero el problema era llegar.

Acceder caminando era posible (esos pescadores lo hacían alguna vez) pero llevar a cuestas la tienda, el saco y los trebejes de pesca no era muy halagüeño. Por suerte, o por desgracia como ahora veréis, Félix se ofreció para guiarme y para pescar junto a mí. Si digo por desgracia es debido a que el buen cabrero no paró de gritar y moverse de la moto a cada tramo peligroso.

-“¡Espera, espera Bambú! Me bajo y pasamos la “amoto” entre los dos…”

El camino pasaba entonces directo a la ermita del Pueblo, y la subida hasta coronar el cerro que abriga esa ermita era de pesadilla. Quizá por eso se santiguó Félix al pasar delante de ella. 

Otras veces le oía decir entre dientes, “Virgencita protégeme”, pero finalmente llegamos a las Parideras, lugar en el cual, aun hoy, se inicia el fuerte descenso a la Central del Hoceseca. Profundos surcos, piedras enormes arrastradas por el agua, chaparros con las ramas dispuestas de tal manera que nos arañaban la cara, en fin, aquello era peor que bajar por el monte, pero lo conseguimos sin más percance.


clip_image004


Llegados a la vieja Central, salió a recibirnos un grupo de niños, hijos de las dos familias que allí vivían como empleados de la Central. Me asombró ver en ese paraje solitario a esos niños tan alegres y serviciales. No hacían más que mirar la “amoto” y preguntar la manera en que habíamos logrado bajar:

-Nunca ha bajado ningún coche o moto por esa senda…-

-¿Y cómo piensan subir?”-

Buena pregunta que yo también me hice, pero antes teníamos que pescar. Al poco salieron los padres de las criaturas y comenzamos a conversar sobre la pesca, el camino, el tiempo… Desde aquel día, y por muchos años, aunque hoy me parezcan pocos, esas dos familias que allí vivían habrían de ser mis hospedadores, por sólo 15 pesetas al día, pero con dos comidas y desayuno. ¡Qué derroche!

Pedro, uno de los empleados de la Central, también era pescador y le faltó poco para coger su caña y su cucharilla. Algo protestó su Señora, pero él ¡¡ ni caso !! 

Y allá que fuimos por la senda que conduce a Las Juntas, para luego seguir por otra que baja hasta el estrecho del Moreno y, atravesando el Tajo, continuamos hasta las Rochas Altas. Debo advertir que en aquellas épocas no existían vadeadores, por lo cual pescaba en pantalones aunque el agua llegase al cuello… Al principio era terrible la impresión del agua fría, sobre todo cuando se alcanzaba el nivel de los teleguendengues, pero al rato se acostumbraba uno y nada ocurría, de no ser algún ataque de tiritera al llegar el sereno, pero así era. Y los tres amigos pescamos juntos.  Resalto el asombro de ellos ante mi "arte de pesca", nunca antes visto:


clip_image006


-“¡Huy! Eso debe ser muy bueno para cuando en las tardes las truchas “saltan” en las tablas”- decía Pedro.

Más acertado en el juicio fue Félix, en parte porque pescaba con una larga vara, un trozo de “soga” a modo de sedal y un saltón en el anzuelo, sin más nada. Realmente pescaba de la misma manera que yo, a mosca seca, pero natural.
Cuando lancé sobre una trucha que tomaba en un salto de agua, se quedaron perplejos:

-¿Pero cómo haces que vuele esa mosca sin peso?-

Félix comprendió el adelanto y quiso aprender a pescar igual, pero el problema era la adquisición del equipo. Prometí ayudarle y hasta probamos a lanzar la línea con su vara; no estaba muy mal a cortas distancias, algo sin importancia dada su manera de pescar con tan sólo un aparejo de la longitud de la caña.

Pasados unas semanas, le traje una línea algo vieja, pero que aun servía. Nunca he sabido si la llegó a emplear o siguió con su veterano sistema de vara. Lo que sí puedo decir es que era un maestro y un respetuoso pescador con las truchas; nunca pescaba en el desove, ni mataba truchas chicas, pero las grandes…

Le dije el tesoro que significaban para el río esas grandes damas, lo mismo que sus más grandes cabras eran las que mejor prole le daban. Lo entendió y me dijo, moviendo la cabeza:


clip_image008


-“Somos los hombres los que matamos y nos matamos… ¿Sabes, Bambú? Esas truchas que tratas de proteger, me dan algo de dinero para vivir, o las cambio por comida en el pueblo.

-Pero seré mejor con ellas.”-

Con los años, y siempre que pescábamos juntos, le vi no clavar a las grandes, grandes, algunas de las cuales me las mostraba sólo a mí con justificado orgullo. 

Su fin triste me dolió profundamente y no lo he olvidado nunca; no entiendo su decisión de tirarse por la tristemente célebre Peña de La Vieja; quizá su soledad, quizá saber que estaba enfermo y que debería “encerrarse” en la cárcel de un hospital, como alguna vez me comentó con temor. ¡Quién sabe! Fue un buen amigo y un buen hombre.


clip_image010


Retomando la narración, aquel primer día de las Rochas Altas me quedé irremisiblemente enamorado de ese lugar recóndito y, aun hoy, poco frecuentado.

Nunca antes había visto esas enormes manchas de cardúmenes de truchas, y menos su bravura y poder. Estaba decidido: ese sería “mí” río, el río que habría de enseñarme los secretos de “ellas”, sus maneras de vivir y de pensar; en fin, a Pescar Con Mosca sin destrozar un Santuario, un Templo de los Tiempos.

No hay que decir que ese lugar se convirtió en mi obsesión, en la Meca de mis salidas, en mis huídas del mundo. Semanas y hasta meses llegué a pasar vivaqueando en mi tienda de campaña, perdido en las Rochas Bajas y Altas, o en el fecundo Hoceseca.

Al principio maté muchas truchas, no debo ocultarlo porque esa confesión me libera un poco de los remordimientos que hoy siento por aquel destrozo, de la misma manera que lamento los animales que asesiné cuando era cazador, pero el Río me enseñó el respeto a la Vida, a nuestros hermanos los demás seres sensibles y hoy soy una persona distinta a la de ayer. Dicen que forma y figura hasta la sepultura, ¡mentira! No soy el de ayer, años luz me separan de aquel gilipollo simplón.


clip_image012


Por lo anterior algunos amigos decían, con justicia, que cuando deseaban verme iban a las Rochas: “allí nunca falla”. Y si regresaba a la ciudad era para ver a mis viejos, o para dar un apretoncito a mi pobre novia (¿qué habrá sido de ella?) o para hacer un examen en la Universidad, ni que decir tiene de resultados catastróficos.

  Pero, decidme, “Compañeros del Alma, Compañeros”, ¿perdí el tiempo? 

Si perder el tiempo lo consideráis estar sumido entre avellanos, tilos florecidos, madreselvas, aguas brillantes y truchas recelosas lo consideráis eso, perder el tiempo, pues sí, he perdido el tiempo, pero doy gracias al Dios del Río, “nuestro Dios particular” al decir del Profesor Bacterio, por haber perdido ese tiempo.

La cochina pena es, sencillamente, no haber perdido muchos más años en aquel Santuario.

-¿Y hoy, qué le pasó al Río?-

Mejor lo sabéis vosotros, los pocos que aun os perdéis en aquellas soledades.

Sencillamente: llegaron las turbas de los deportistas hambrientos, con sus sanguinolentas cestas de miniaturas vergonzosas (¡hasta se pagaban la pensión con su venta!) y los abominables pescadores estrella, hijos de la no menos odiosas federaciones buscando medallas y no sé cuántas tonterías más; llegaron las nuevas presas (ilegales) con su carga de corrupción y saqueo; llegó, en fin, el tan cacareado progreso, los gestores seleccionados a dedo, tan incultos que no sabían que una trucha tenía pintas naranjas, pero sí estaban preparados para destruir ese Alto Tajo con sus repoblaciones cisternarias y sus talas mal establecidas.

La pena que sentí por esas cosas me hizo volar a tierras lejanas, creyendo que “acá” los ríos, los lagos, las truchas y salmones podían estar a salvo de tanta mierda general. ¡Vana esperanza! También acá han llegado los mismos de las minicentrales del Tajo, hoy más ricos y destructores que en el ayer. Pero la diferencia con “allá” es que hay un Pueblo despierto que lucha por conservar lo suyo y que no me amenaza por defender la pesca sin muerte y contra los poderes facticios. 


clip_image014


En la Serranía, en el Alto Tajo, también habéis aparecido vosotros: 

Primero fue mi querido "Pequeñín", el Caenis, seguido por el sabio Profesor; fueron los adelantados que se llevaron casi todos los palos por defender ese Patrimonio Natural ante la incomprensión general, sin olvidar al Ingeniero Jefe de Cuenca, el de las croquetas amasadas entre papel de plástico, asimismo  amenazado de muerte por los deportistas federados y furtivos oficiales, También se bate el cobre mi hambriento de aprender, Calambres… A ellos les debemos que hoy perduren las simientes que harán el milagro de devolver el Santuario a su Dios, el Río, el Rio Padre, el Rio Tajo.

clip_image016


Estamos en plena campaña del engaño neoliberal, del famoso Gobierno Mundial impuesto por el Capitalismo, pero no destruirán nuestra tierra mientras existan personas como vosotros y también como los Hermanos de “acá”.
¡¡ Duro con ellos !! 

Amén.

Bambú.



          Luis Antunez

6 comentarios:

  1. Wonderful story and beautiful pictures. Happy New Year Paco!

    ResponderEliminar
  2. Hello, Howard Levett.

    Thank you very much. Merry Christmas also to you and yours.

    Thank you.

    regards

    ResponderEliminar
  3. Mil gracias Paco!; se echa de menos y se agradece y emociona la narrativa del maestro Luis Antunez Valerio,genio de la prosa: Cada frase,una tomada, y cada párrafo un lance que nos transporta a la Patagonia o a las Juntas, dá igual, porque en el Arte de la pluma de gallo y la vara con sedal, no influye la "globalización". Luis,el Angler celtibérico,la esencia.

    Feliz 2012 a todos.

    Miguel A. Villoslada Molina.

    ResponderEliminar
  4. Precioso relato, que suerte haber conocido un río en todo su esplendor.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  5. Cuando bajéis a Las Rochas, entre avellanos, chaparros, águilas y sonidos mágicos del Agua luminosa en las tobas, recordad a un viejo llamado bambú y que hoy ha llorado al ver tus fotos de nuestro Santuario.
    Sí; me ha emocionado ver que siguen en su sitio las grandes rocas; que las aguas esmeraldas son capaces de seguir despertando nuestras almas; haste contemplé ese querido pino sumergido que tantas veces utilicé para cambiar de orilla, aunque en más de una ocasión me dejase caer...
    Y al regresar en las noches, bajo ese cielo único cuajado de estrellas,cuando el canto del buho real os salude al pasar, decidle a nuestro Dios, el Río, que mi corazón late por Él y que le amaré hasta mi último desfallecer.
    Lo siento; no he podido remediar las lágrimas, quizá sea debido a la ancianidad...; mas una cosa os pido, de rodillas si hace falta, ¡PROTEGEDLO!

    ResponderEliminar
  6. FELICIDADES LUIS , POR TU VAELNTÍA Y TU CORDURA . UN BESO MUY FUERTE , DE ALGUIEN QUE RESISTE, A DURAS PENAS. CUÍDATE MUCHO .ANA

    ResponderEliminar