De Ríos y de Truchas. Y de Pesca a Mosca. Y de amigos mosqueros.

Aquí se plasmarán todas esas ideas, sensaciones y vivencias de un pescador a mosca y de su grupo de compañeros.

Su finalidad es tratar de inculcar que la pesca a mosca puede llegar a ser una forma de vida.

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jueves, 9 de junio de 2011

TRUCHAS BAJO LAS TORMENTAS…

     Y es que esta temporada no nos sacudimos el impermeable de encima, y eso los que no se amilanan y asumen que el día de pesca estará pasado por agua.
Llevaba dentro el veneno de la pesca en las tablas de agua paradas. En anteriores salidas de pesca tome lecciones de Jesús y estaba deseando poner en práctica lo aprendido. Por tal motivo, ante la invitación de compartir jornada de pesca por parte de mi amigo Pepe no lo pensé dos veces.

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-Vamos a pescar las tablas paradas del rio.-

Tras tiempo sin compartir lances teníamos mucho de qué hablar, tanto que no paramos durante toda la jornada y aun quedo materia en el tintero para futuras ocasiones.
El rio bajaba alto, algo tomado, buena muestra de las tormentas pasadas acaecidas, pese a ello bajaba pescable con la incomodidad de ser un suplicio desplazarse por el cauce del rio plagado de largas y resbalosas planchas de pizarra pulida o peor aun de grandes bolos de piedras. 

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Encontramos el tramo de rio escogido ocupado, nada más empezar nos topamos con un pescador que ascendía por el rio y nos comento que su compañero pescaba aguas arriba. La solución fue bajar un trecho y subir pescando despacio para dejar pasar un tiempo entre unos y otros en espera que el rio se tranquilizase y las truchas se volvieran a poner en sus posturas , no tengo claro si fue acertado o no y, los parcos resultados de la tarde bien podríamos atribuirlo a esto entre otras cuestiones.
Lo cierto es que en el tramo inicial donde no había pescado nadie conseguimos dos capturas y varias picadas que no llegamos a clavar. Cuando llegamos a tramo pescado la cosa cambio, aunque a fuer de ser sinceros también troco la climatología levantándose un fuerte viento de cara, cerrándose el día con oscuros nubarrones que pronto empezaron a provocar truenos, bajada de presión al canto cosa muy mala para la pesca.

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Sea una u otra causa o mezcla de ambas lo cierto es que pescamos zonas muy querenciosas con vanos resultados, los chorros no nos dieron truchas y los tramos de aguas rápidas tampoco pese a advertir una muy buena eclosión de insectos.
Avanzada la tarde comenzó la lluvia, nos encontró apostados a final de la primera larga tabla de aguas paradas, no tardaron en aparecer cebadas, truchas cebándose en lo más profundo e inaccesible de la tabla, seguimos esperando y vimos algunas cebas más cercanas, estas si con posibilidad de abordarlas. 

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No es sencillo avanzar con cautela por una tabla plagada de bolos de piedra resbalosos, menos si son dos los que se internan por ella pues cuando no es uno es otro el que pega el resbalón y, las ondas producidas en el agua nos adelantan y avanzan por la tabla alertando a las truchas, dejan de cebarse y no queda otra sino esperar sin moverse en unas aguas frías que nos llegan por el ombligo.
El tiempo de espera lo aprovecho observando que tipos de insectos están eclosionando, en menor proporción tirurirus y pardones, en cantidad dípteros y pequeñas efémeritas de tonos pardos. De estos dos últimos insectos se aprecian muchos arrastrados bajo la superficie del agua, sin lugar a dudas las truchas se ceban a ellos.

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Cambio la “baronesa” con la que pescaba hasta este momento por una Efémerita color mostaza montada en un anzuelo del 20.
A distancia de lance se produce una cebada, sin moverme cuento hasta tres y efectúo un lance. La mosca posa aguas arriba de la cebada y cuando va a rebasar la zona la trucha ataca la mosca, clavo con mesura y atraigo la trucha en una lucha que al efectuarse en aguas profundas es poco complicado el conseguir ensalabrarla.
Un bonito lance que me satisface en lo íntimo al haber aplicado la lección aprendida de Jesús.

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La acción de pesca se trunca por el aviso de mi compañero.
-Paco, ven, ayúdame un momento.-
-Dime, que te pasa-
-He resbalado, he dado con la cara en estas ramas y se me han caído las gafas al agua, a ver si las encontramos-
Media hora de búsqueda infructuosa de las “Serengueti”. A partir de ahora este vado cambia de nombre, le he rebautizado como “Vado Serengueti”.
Empieza a llover con intensidad, también la luz merma anunciando la anochecida y decidimos terminar la jornada en la cabecera de una tabla muy querenciosa
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Cuando llegamos apreciamos cebadas, más de media docena de truchas se ceban al filo de la moderada corriente de entrada de la tabla. Nos colocamos muy próximos, el lance es sencillo, un lance de punta, acaso un pequeño rodado con la única dificultad de tener el trasero y el lateral ocupado por la maleza de la orilla.
Posando la mosca con cuidado por encima de las cebadas vamos consiguiendo capturar bravas truchas que ofrecen un estupendo colofón de jornada de pesca.
La lluvia arrecia, moja nuestras ropas (vinimos sin impermeables) y la intensidad de la luz decae por momentos, nos llega la duda de que si sigue lloviendo intensamente es posible que el auto no suba la cuesta de la pista forestal. Esto es lo que definitivamente hace dar por terminada la jornada de pesca, volver grupas, cruzar por el “Vado Serengueti” y desandar camino por un mojado sendero.

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Apresuradamente nos cambiamos nos metemos en el auto y atravesamos la pista que, menos mal no está resbaladiza y conseguimos salir de ella si percances, ahora en zona segura y bajo cobijo damos buena cuenta de una frugal cena que nos reconforta y que amenizamos comentando lances y sensaciones de la jornada de pesca.
La vuelta a casa por una carretera de montaña, bajo intensos chaparrones de lluvia, refulgores de rayos y relámpagos y atronadores truenos es toda una experiencia, broche final de una jornada de pesca muy particular.


LasmoscasdePaco.

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