De Ríos y de Truchas. Y de Pesca a Mosca. Y de amigos mosqueros.

Aquí se plasmarán todas esas ideas, sensaciones y vivencias de un pescador a mosca y de su grupo de compañeros.

Su finalidad es tratar de inculcar que la pesca a mosca puede llegar a ser una forma de vida.

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Competición NO..... Gracias.

viernes, 15 de octubre de 2010

CERRANDO TEMPORADA……

De nuevo me encuentro contemplando el río Tajo en el puente de San Pedro, hace meses hice lo mismo para saludarle, para iniciar una temporada de pesca que, a mas decir ha sido fructífera en jornadas, en compañeros, en sensaciones, en encuentros… y en capturas. En esta ocasión me encuentro aquí para despedirme de mi querido rio Tajo hasta la próxima temporada. Contemplo el rio desde el centro del puente cual “a porta gayola” taurina y le susurro que hoy es la última jornada que pescare en sus aguas este año, que tiene que portarse bien.
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El bosque del Alto Tajo viste ropas otoñales y sus árboles lucen los armarillos, ocres y cobres y cuando la niebla levanta y los primeros rayos de sol hacen rebrillar las aguas del rio no parece sino que “Madre Natura” aparta un velo virginal para que yo contemple la belleza que puede crear en un bosque otoñal.
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Tras el ya clásico almuerzo en La Falaguera y vestido con los hábitos de pescador mosquero me dirijo al tramo de rio elegido, mas allá de la Fuente de la Parra, un tramo que este año escogí por dos veces y dos veces encontré ocupado, hoy es el día.
Bajo hasta donde la roca doblega a las aguas haciéndola pasar por un angosto estrecho entre grandes pozas y saltos de agua, no es hoy día de aventurarse por allí, me quedo en la primera poza para comenzar allí mismo e ir pescando las tablas y corrientes existentes aguas arriba.
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Aun tengo en mente la jornada pasada con “Calambres” y hoy porto sacadora en la espalda y mi bajo termina en un 0.14, el resultado de ambas cosas es que a final de jornada tan solo perdí una captura y fue motivado por un mal nudo de atado de la mosca.
Pese a pescar zonas querencias la poza no me da capturas. Saco el termómetro, 7ºc. temperatura ambiente, 9ºc. temperatura del agua,
-Las truchas ya no están en aguas movidas-.
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Abunda la umbría en la zona escogida (mal hecho debería haber buscado una zona soleada) y voy escogiendo los tramos donde el sol incide en las aguas, sin equívocos allí me encuentro truchas puestas, colocadas y cebándose a los insectos que pasan en sus cercanías. Plecópteros olivas pardos, Una efémera con dos grandes cercos de tonos tornasolados, gran cantidad de diminutos dípteros y efémeritas pardas.
Yo las tiento con emergentes en paracaídas en tonos grises y pardos que son tomadas sin recelos por las truchas.
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En el primer tramo de rio, de aguas con mayor profundidad consigo capturas de truchas tamañas, todas de más de 30 cmtrs, ocho o diez capturas acaso, sin fallar ni una sola de las picadas. Tras ello me encuentro con largas tablas raseras de menor profundidad donde con un par de excepciones consigo truchas “palmeras”.
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La anécdota a contar se produce en un remanso donde emerge una gran roca en forma de seta que alcanza hasta la mitad de la profundidad del agua, entre la roca y la orilla, en el blando de las aguas veo una buena trucha colocada, pesco desde la orilla pues allí el agua tiene profundidad y es invadeable. Asomado entre las espadañas realizo cuatro o cinco lances, infructuosos. De pronto veo como la trucha se desplaza y rauda rodea la roca y huye. Me extraña su actitud pues ni me ha podido ver ni mis lances han sido escandalosos o alarmantes. Miro el fondo del recodo profundo y veo como aguas abajo llega una grandísima trucha tamaño “bebe”, da un par de vueltas por la poza y se pierde bajo la solapa de una roca que pasa justo debajo de donde me encuentro. Tan solo he tenido tiempo de contemplarla, no he meneado ni un musculo, ni intención de realizar un lance. Espero largo rato paciente por si veo de nuevo la trucha y la puedo provocar con mi mosca, pero es en vano, la trucha no aparece, si la primera trucha que se vuelve a poner a medias aguas a la cual incito con un lance medido que provoca la picada y su captura.
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Quizás en otro momento hubiera sido mayormente celebrada, pero en esta ocasión mi cabeza sigue recordando la gran trucha observada anteriormente.
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Termino la jornada en las tablas raseras antes comentadas, realizando lances pegados a los juncos y espadañas de la orillas y sobre alguna puntual cebada. La temperatura ambiente cae en picado, miro el reloj, las 18.30 horas. El rio se va “cerrando” amorteciendo según el atardecer llena todo de sombras y la temperatura decrece notoriamente.
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Camino por la vereda en busca del automóvil que dejé en la pista forestal, se apagan los sonidos del rio y todo lo llena el silencio del bosque otoñal con su suelo tapizado de hojarasca y hongos y sus arbustos lleno de frutos rojos y morados. Son nuevas sensaciones, cual final de obra teatral donde todo se serena, se degusta lentamente y tras ello cae el telón, el telón de la temporada de pesca y, allí solitario, en medio del bosque no me queda otra que aplaudir recordando cuan intensa y satisfactoria ha sido.
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Nos vemos la próxima temporada, allá en el rio Sorbe y con los huevos fritos y torreznos por almuerzo… igual que comenzó la que hoy finaliza.
LasmoscasdePaco.

sábado, 9 de octubre de 2010

ENAMORADO DEL ALTO TAJO…

Es cierto, ya lo he comentado anteriormente.

     –Estoy hechizado por las aguas del rio Tajo.-

El rio Tajo es el “rio padre” y pescar en el Alto Tajo es pescar en la “universidad de la pesca a mosca”.

Y yo, que llevo ya muchos años aprendiendo a pescar a mosca no dejo de admirar y enamorarme cada vez que disfruto de una jornada de pesca en sus aguas.

El rio Tajo es parco en capturas y realizar una pesca abundante no es común, pero a fe mía que hay jornadas donde consigues más de una docena de capturas.

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Ocurre que a veces sales a pescar con la cuadrilla y a tal fin escoges un lugar idóneo para que cuatro o cinco pescadores puedan disfrutar de una jornada de pesca. Evidentemente lugares cómodos y accesibles y por añadidura con mayor presión de pesca. No, no es que no haya truchas, que las hay, truchas pequeñas las mas, truchas de la talla bastantes y truchas grandes algunas.
Pero hay jornadas especiales, jornadas donde un maestro de la pesca a mosca decide ser tu compañero y mostrarte un lugar especial del Alto Tajo y, como tal una zona poco accesible.

Tiempo ha un gran maestro de la pesca a mosca me mostro un Tajo aguas arriba de Peralejos con unas truchas como nunca había visto. De nuevo otro gran maestro pescador a mosca me mostro el Hundido y, como sí se capturaban esas truchas que al pescador en general le es imposible. Pepe y su lugar secreto me redescubrió un rio y unas truchas que creía extinguidas a manos de furtivos. En el presente Gabi y José Luís me muestran sus “enclaves” y donde habitan esas grandes truchas que de cuando en vez nos muestran fotografiadas.

Hace escasas fechas fue Jesús quien me ofreció compartir una jornada de pesca en “su Tajo”.

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Cuando un maestro me invita a compartir jornada de pesca suelo aceptar sea como sea. En este caso, ir al rio con una “cabra montesa”, delgado, fibroso y de dos metros de altura de compañero me supone tener dudas de estar a su altura, pues reconozco que mi peso y estado físico no es lo más idóneo y podría ser rémora. Con todo, acepto encantado y pese a ir “con la aguja de las pulsaciones en la zona roja todo el día” no aflojo el paso ni me arredro a la hora de vadear fuertes corrientes con el agua al límite del vader.



Ya la aproximación al rio se las trae, desde el pueblo al 
rio son muchos los kilómetros de pista forestal y, según te aproximas al rio ésta empeora en estado volviéndose sendero, raspando las tripas del auto continuamente. Ahora queda caminar por una senda hace años desaparecida y comida por la vegetación donde a más, tengo que apretar el paso para no perder de vista a mi compañero y ver por dónde camina. Trisca por rocas, arrodíllate y arrástrate bajo los espinos, salta reguerones y sigue los pasos de tu compañero que parece nunca va a dejar de caminar.

Al fin se para.

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-Paco, por aquí nos metemos al rio-

Y Paco que llega con taquicardia ve que entre donde se encuentra y el rio hay una maleza de espinos, de boj y tras ella de espadañas.

Monto el equipo lentamente, pasar el nylon del bajo por el ojo del anzuelo con las pulsaciones a mil es una verdadera odisea y llegar a las aguas con la caña montada no se queda atrás. Cuando por fin llego a las aguas me clavo hasta las pantorrillas en fino barro y el agua me llega más arriba de la cintura, un par de pasos rio adentro y piso piedras, pero la corriente casi casi me arrastra y la profundidad aumenta hasta casi el límite del vadeador.

-Paco, ven por aquí que tenemos que cruzar el rio.-



Y ágil como un gamo muestra el costado a la corriente y va atravesando el cauce, claro a él el agua le llega a la cintura. Yo voy pelín asustado, con pasos inseguros y levantando los brazos para no mojarlos atravieso el cauce, cuando llego a la orilla suspiro aliviado.

-Venga a partir de ahora la cosa es más sencilla, desde aquí mismo podemos empezar a pescar.-

Jesús me cede la orilla del rio, mucho más cómoda y él pesca desde el interior del rio. Según voy estirando el bajo escudriño las orillas y a poco veo varias cebadas de truchas.

A esto, mi compañero ya ha clavado la primera trucha que se debate entre la corriente y termina ensalabrada en la sacadora.

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Poso “la Marroncita” por encima de la cebada más cercana y una trucha la toma franca. Clavo, tenso, lucho para que la trucha no se meta entre la maraña de la orilla y al fin la trucha llega a mis manos. Trucha hermosa, de más de dos palmos que tras desanzuelar devuelvo a las aguas.
Mientras seco y flotabilizo la mosca observo el entorno. Hay una gran eclosión de efémeras olivas, pardas, acaso grises. Le acompañan pérlidos y pequeños dípteros. Y acá y allá truchas cebándose sobre los insectos que las aguas del rio arrastran.

-Ojo, Jesús, que se ha cebado una trucha en la corriente a dos cañas de distancia de ti.-

Jesús posa la mosca en las aguas, un lance casi casi de punta. La trucha sube, saca la boca y medio lomo por encima de las aguas y toma franca la mosca que Jesús le ofrece. Al clavar se produce una explosión en las aguas, la trucha chapotea entre las corrientes y enfila aguas arriba como si de un misil fuera. La maña de Jesús y la seguridad de un bajo terminado en un 0.17 no deja lugar a dudas y la trucha va doblegándose y termina dentro de la sacadera.

Trucha hermosa, trucha grande, trucha brava.



-Pues esta no es de las grandes que vamos a conseguir hoy aquí.-

Yo estoy alucinado, tengo chiribitas en los ojos y no hago más que guardar datos y sensaciones dentro del “disco duro” de mi cerebro.

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-Paco, mira la cabecera de ese chorro, en ese lugar he sacado varias veces truchas muy grandes.-

El rio se estrecha en ese punto, se pega en curva y se mete bajo las ramas de un árbol de la corriente, a la izquierda queda un vano de aguas blandas de acaso un metro de anchura y, en ese blando de aguas veo como un truchon sube, se ceba gira sobre sí misma y vuelve a sumergirse.

Con todo el cuidado y la pericia de que soy capaz realizo un lance medido la mosca posa al filo de la corriente pero el remolino de aguas la hace girar y girar incluso provoca el dragado de la mosca, pese a ello espero a que la mosca salga de la zona caliente para levantar el bajo y repetir el lance. Uno, dos, tres lances con el mismo resultado.

El cuarto lance se le asemeja, con la diferencia de que la mosca se mete en la corriente y se ahoga.

-Paco, tira despacito que muchas veces la mosca ahogándose pesca.-

La atraigo despacio, la saco de la zona sin ningún resultado.

-Un lance mas y te toca a ti.-

Lanzo a la cabecera del vano de agua, la mosca da un par de giros y se sumerge, yo despacio pero con la línea tensa atraigo hacia mí la mosca y de repente mi acción se ve frenada en seco, la caña se curva haciendo un arco, yo clavo suave pero muy muy firmemente y con esa acción una enorme trucha aflora entre las aguas, gira un par de veces en las aguas blandas y se mete de cabeza en las corrientes. Es un misil atómico, aquí no hay saltos ni cabriolas, ni tan siquiera cabezazos, aquí hay una fuerza descomunal que tira corriente arriba sin solución de frenado. El carrete escupe línea que pasa entre los dedos de mi mano y las anillas de la caña, yo no dejo de oponer una fuerte tensión al bajo del 0.14. La trucha se vuelve tras llegar a la cabecera de la corriente y se lanza aguas abajo, doy tirones rápidamente a la línea recogiendo a la mayor velocidad noto como la línea plástica se calienta entre mis manos, no cedo pero tampoco domino la situación, la corriente es muy larga y ya me las veo corriendo aguas abajo. Aquí llega el capote salvador del maestro Jesús que se coloca en la corriente aguas abajo de la trucha y, ésta cuando le ve da la vuelta y asciende por la corriente y yo sigo aplicando tensión a la línea a base de tirones. La trucha vuelve a girar y a lanzarse corriente abajo sin freno, desbocada, va a pasar entre las piernas de Jesús a toda carrera como locomotora cuesta abajo y, cuando esto va a ocurrir la trucha se encuentra de bruces con la red de la sacadera de Jesús y éste hábilmente la ensalabra (joder, solo de recordar y relatar el lance se me han puesto los vellos de punta).
Ya esta, chapotea ensalabrada en la red de la sacadora que, con certeza ha sido la que ha decantado el lance a nuestro favor y, digo nuestro porque Jesús tiene mucho de culpa de haber conseguido llevarnos la trucha a las manos.

-Toma Paco. Desnzuela la trucha y sácala de la red que te hago una fotografía.-

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Y yo, temblón como estoy, desanzuelo la trucha, meto las manos en la sacadora y agarro la trucha, la abrazo y trato de amortiguar los rabotazos que da. 
Trato de posar medianamente bien y, antes de que Jesús pueda enfocar y hacer la foto la trucha pega unos rabotazos que hace que se me escurra de entre las manos y caiga a las aguas donde sale disparada hacia las corrientes.


Jesús me mira con cara desencajada, quizás pensando en que debería haber sido más rápido en hacer la foto, yo pensando que acaso debería haber agarrado la trucha con más firmeza, pero no quería lastimarla.

-No te preocupes Jesús, que la fotografía la guardo en mi cabeza y no se me va a olvidar jamás.-

El bajo ha quedado hecho un guiñapo, la mosca otro tal. 

Mientras recompongo el equipo y dejo de temblar Jesús ha subido a la siguiente tabla y una tras otra ha clavado más de cuatro hermosas truchas. Y yo alucino por el lance pasado, y por los lances de Jesús, y por el estruendo atronador de la corriente y por la impresionante naturaleza que me rodea y por mi corazón bombeando aceleradamente y por el latir de las venas de mis sienes y porque ahora mismo me siento el hombre más dichoso y afortunado del mundo.

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……………..
Se suceden nuevos lances, nuevas posadas y nuevas capturas de grandes truchas. Todas ellas dignas de contarse explícitamente en cualquier otra ocasión y, que en este caso se ven empañadas por el lance anteriormente relatado, también porque si me pusiera a contar trocarían este relato en un ciento de páginas.

El anochecer nos embarga en una tabla larga y profunda donde los dos metros de estatura de Jesús me aventajan, él se puede colocar en el centro mientras yo de puntillas tengo que buscar la orilla y lanzar a duras penas.

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Empieza una eclosión de efémeras blancas como la nieve, Oligorunellas digo yo, Ephoron Virgo mi compañero.

Las truchas no saben de nombres, tan solo que mosca que llega a sus cercanías mosca que atrapan en cebadas francas. Es lanzar tras la cebada y conseguir la captura de la trucha. Es una orgia de cebadas, de lances, de capturas como en muy pocas ocasiones me he visto.

Jesús domina la ”zona caliente”, la orilla contraria donde no dejan de producirse cebadas, yo me conformo con la orilla donde me encuentro metido casi casi a punto de rebosar el vader en las aguas. Pese a ello veo cebadas a distancia de lance, y realizo lances y se ven premiados con capturas, en un sereno de acaso 45 minutos Jesús consigue más de 20 capturas yo no bajo de las 15 y entre tiritones de frio consigo atrapar una gran cantidad de truchas que, a mas decir, ninguna es más pequeña de dos palmos.


Ya de noche cerrada aflojan las cebadas, disminuyen las eclosiones de blancas efémeras y decidimos poner fin a la jornada. Salimos como podemos de las aguas y rodeados de maleza desmontamos cañas. Ahora casi en penumbra toca caminar hasta donde dejamos el auto, gracias al farolito frontal que llevo siempre en el chaleco de pesca conseguimos adivinar la insignificante trocha y gracias a que Jesús conoce aquello muy bien llegamos al auto (si hubiera ido solo me habría tocado pasar la noche en el bosque en espera de luz para salir de allí).

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Cambio de ropa, nos ponemos ropa seca y de abrigo que se agradece muchísimo y aplaca la tiritera de frio que me embarga hace rato.

Circulamos con seguridad la pista forestal, con varias encrucijadas que Jesús solventa con la firmeza de conocer el camino y que a mí de nuevo me habría perdido en el bosque del Alto Tajo.

Tras salir de la pista forestal, en la plaza del primer pueblo con casas de ventanas cerradas y sin luz paramos y tomamos una frugal cena que nos reconforta. Tras ello caminito de casa, charlando sin parar de la cantidad de lances acaecidos y disfrutados y que nos hacen llegar a la cuidad en un sinsentir.

No voy a dar gracias de nuevo, por no ser reiterativo y, porque creo sinceramente que sobran. Porque pienso que hoy dos pescadores hemos “conectado” y porque hoy hemos forjado unos lazos que nos unirán fuertemente para el futuro. Jesús, ya no me quedan fechas en esta temporada para volver a “Tu Rio Tajo”, pero estoy ansioso de repetir la próxima temporada.

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     Va por ti, Jesús Carmona, “Calambres”, gran maestro de la pesca a mosca.

     LasmoscasdePaco.

miércoles, 6 de octubre de 2010

APCR. Dia de la Asociacion

El pasado sábado 2 de octubre dentro de las actividades de APCR celebramos el “día de la asociación”. A tal fin creímos oportuno compartir una jornada de pesca en un tramo de rio “natural”, decidimos celebrarlo en las aguas del rio Duero a su paso por Hinojosa de la Sierra, Soria. Aguas abajo del pantano de la cuerda del pozo que, al ser un tramo de aguas “reguladas” no cierra temporada hasta mediados del mes de octubre.
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APCR fleto un autobús a disposición de socios e invitados con el fin de realizar todos juntos el viaje y en el transcurso poder charlar unos y otros.
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Al alba salimos caminito de duras tierras castellanas, de aquellas que a Antonio Machado impresiono.
-- ¡Soria fría, Soria pura,
cabeza de Extremadura,
con su castillo guerrero
arruinado, sobre el Duero;
con sus murallas roídas
y sus casas denegridas! --

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Paradita a desayunar cafetito con churros y nuevamente en El Royo para avituallarnos de pan y bebidas, tras ello al punto de destino, Hinojosa de la Sierra y observar sobre su puente un bonito rio Duero… y unas cebadas que nos hicieron apresurar la preparación de equipos de pesca.
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El Duero bajaba alto para las fechas en que estamos. Normalmente en estas épocas la presa del pantano de La Cuerda Del Pozo cierra compuertas tras haber desembalsado sus aguas, mas en el presente el pantano acumula el 60 % de su capacidad y tiene que seguir soltando aguas en previsión de las lluvias y nevadas otoñales invernales y primaverales próximas, por dicho motivo en vez de unos 4 m/s que debería llevar teóricos fueron 7 m/s reales y además con una apreciable subida e nivel de las aguas a eso de las 13 horas.
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Esto propicio que pese a poder vadear por muchos sitios el rio, las truchas con tanta agua se pegaran al fondo y fueran pocas las que decidieran atrapar las moscas secas. No así las ninfas que, a la postre fueron las estrellas de la jornada y quien se decidió por un tándem de las mismas consiguieron una cifra aceptable de capturas.
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Todos al agua y, en solitario, dúos o tríos nos repartimos por el rio en busca de las codiciadas farios. Esporádicas cebadas y grandes saltos fuera del agua de las truchas,
-Éstas andan tras las emergentes-
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A mirar la película del agua para ver que navega por el rio y vuela en sus proximidades, pequeños dípteros, algún tricóptero, pérlidos pitillines y por encima de cualquier cosa pequeñas efémeras doradas, Ignitas a las que costaba desprenderse de sus exuvia y abandonar las aguas.
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Y tras la inspección el buscar la imitación adecuada y, tras ver que la elección no parece idónea iniciar el juego de cambio de modelos de mosca, que, una tras otra anudamos al bajo de línea en un no parar.
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Hora es de comer y todos acudimos al campamento base, chanzas, bromas, risas y comentarios de la mañana de pesca que fue pobre en capturas en general pero abundante en lances y disfrute.
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La comida torna en banquete, en las mesas se acumulan variados platos que vamos haciendo circular para probar todos de todo.
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Chacinas y jamones de Guijuelo (un manjar), tortillas y empanadas variadas, mejillones en pipirrana, filetes empanados y lomo de la orza, croquetas caseras y pollo en salsa en cantidad que hace imposible el terminar con todo.
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En este punto APCR nos obsequia con un detalle ofrecido por “artesanos de mosca” y “LasmoscasdePaco”, una cajita de moscas con cuatro mosquitas en su interior.
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Llega momento del postre y aparece una gran tarta, licores varios y café, con ello las tertulias.
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“Chispero” nos muestra las dos últimas cañas que ha montado (preciosas), “Truchaverde” sus líneas y la tertulia se disfruta y alarga.
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De nuevo a pescar, de nuevo a las aguas del rio Duero, de nuevo a posar nuestras moscas sobre las cebadas que van produciéndose acá y allá y de nuevo la indiferencia de las pintonas con excepciones puntuales.
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En el atardecer se aprecia una notoria bajada de temperatura y una menor eclosión de Ignitas y el rio poco a poco se va cerrando mas y mas.
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Los que nos quedamos en las cercanías del campamento nos vamos reuniendo, quizás más pendientes del buen hacer de los lances de los compañeros, de las posadas y de charloteo que de la propia acción de pesca, pero lo cierto es que las truchas del rio Duero se muestran muy esquivas.
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Remisos a salir de las aguas disfrutamos de los últimos lances y posadas de nuestras imitaciones, acaso alguno de nosotros se ve sorprendido por la cebada fugaz de una trucha y de estas cebadas los menos consiguen clavar y llevarse la captura a las manos, afortunados que sois.
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Los compañeros que marcharon a otras tablas, pozas y corrientes más alejadas van llegando y momento es de cambiarnos de ropa y recoger bártulos.
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Lo general es que todos hemos disfrutado del día y, la sensación mayoritaria es que éste tramo de rio Duero ofrece muchas posibilidades de pesca y quien más quien menos toma nota de la zona para próximas visitas.
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En hora estipulada subimos al autobús que nos trae de vuelta al punto de origen, cabezadas, charlas, incluso partidita de mus amenizan el trayecto y sobre las 23 horas llegamos a destino final.
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Una observación, en este punto, se aprecian caras de cansancio, pero de satisfacción y felicidad, señal de que lo hemos pasado estupendamente.
LasmoscasdePaco.

lunes, 4 de octubre de 2010

SUBIMAGO DE BAETIS NÍGER……

En la anterior entrada mostraba el montaje de un estadio muy particular de esta efémera, lo creí conveniente pues cuando las hembras de Níger con su paquetito de huevos andan danzando por el rio las truchas se vuelven muy selectivas y pienso que es bueno llevar una mosca con la que poder defendernos en tamaña situación.
La entrada actual va enfocada sobre el subimago de Baetis Níger. Creo que también es muy conveniente llevarla, pues como ya comente, esta mosca aparece con frecuencia en esos días desabridos cuando otros insectos paralizan eclosiones y donde acompañada quizás de pequeños pitillines es de lo poco que vemos en el rio y, en estos momentos las truchas se ceban muy bien a ellas.
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La diferencia entre subimago e imago queda muy bien plasmada en estas dos entradas, los subimagos notoriamente más grandes y de tonos mates y poco definidos, los imagos más pequeños de tonos nítidos, incluso brillantes.
Materiales.-
Anzuelo GRIP 11011 numero 16
Hilo de montaje color negro
Pluma de gallo de León Indio
Pluma de gallo de León Pardo
Pluma de paloma Zurita
Quill de Pavo Real
Dos plumas de cuello de gallo Negrisco
Pluma de colgadera genética color Ginger teñida en oliva
Montaje.-
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Afianzamos el hilo de montaje sobre el anzuelo
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Cogemos unas fibras de pluma de gallo de León Indio y Pardo, las mezclamos y las igualamos por la puntas y con ellas confeccionamos los cercos
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Sujetamos cuatro fibras de pluma de paloma Zurita y un Quill de Pavo Real, tras ello con el hilo de montaje confeccionamos un pre-cuerpo
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Damos una pincelada de Cianocrilato al pre-cuerpo, giramos sobre sí mismas las fibras de paloma Zurita y las enrollamos formando un cuerpo.
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Brincamos el cuerpo con el Quill de Pavo Real. Realizamos la brinca en el sentido contrario al que hemos dado al realizar el cuerpo
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Colocamos dos puntas de pluma de gallo Negrisco (vale de cuello chino) con las que confeccionamos las alitas
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Por detrás de las alitas sujetamos la pluma de colgadera genética ginger teñida en oliva
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Realizamos el hackle, dando una vuelta por detrás y dos por delante de las alitas
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Rematamos confeccionando una cabeza con el hilo de montaje y barnizándola
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Vista inferior
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Vista trasera
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Mosca finalizada
Este montaje no os debe faltar en estos días últimos de temporada, pues a buen seguro que os será muy útil.
LasmoscasdePaco.