DOS MAESTROS. DOS LECCIONES…

Llevo muchos años pescando a mosca, a la fecha más de la mitad de mi existencia, y en cuanto a técnicas de pesca no he dejado de aprender.

Cada temporada ocurre, momentos donde ves aplicar la técnica de pesca correcta en el escenario adecuado de forma magistral. No es que no supiera la existencia de ella, sino que muchas veces por dejadez no sabemos aplicarla en el momento adecuado. En mi caso esto normalmente viene motivado cuando el cansancio hace brecha.
Esto ocurrió en la última salida de pesca que disfruté en compañía de cinco maestros pescadores y pesqué mano a mano con dos de ellos.

El rio a estas alturas de temporada anda justo de caudal lo normal en estas fechas es que baje muy cortito y tapizado de ovas con lo que en julio no suelo pescarlo. Este año abundante en aguas ha propiciado un mes más de plazo de pesca.
Si a esto le añadimos la presión pesquera que tiene el rio entre otras cuestiones porque éste año hay ríos que desde que se abrió la temporada en Castilla la Mancha siguen impescables (tramos del Tajuña, Cabriel, Júcar, Tajo, Gallo, etc...). Nos encontramos con unas truchas desconfiadas y colocadas en posturas muy difíciles de acceder cuando no imposibles.
José Ramos.-

La mañana la pase en compañía de José Ramos, en un tramo de rio bastante cerrado de vegetación al punto de volver imposible el realizar un lance a espacios tan reducidos en medio de la maraña arbustiva.

- ¿Imposible dije?-
Imposible para mí que hubiera desechado muchas posturas por la dificultad de acceso, pero no imposible para José y sus ganas y voluntad.
Mi opción de pesca ante la dificultad del rio fue dar dos pasos atrás coger la caña más arriba del mango y realizar lances de rebote, primo la comodidad y el resultado fueron pocos lances correctos muchos enganchones y pocas capturas.

José lo resolvió acertadamente. Pescar arrodillado, acuclillado, aproximarse más al lugar escogido y, realizar lances de ballesta, a punta de caña, tan cerca de la trucha que con la punta de la caña podría haber rascado el cogote a la pintona.
El resultado en muchas ocasiones fue el premio de la captura de una trucha, ciertamente de tamaño contenido pero de un altísimo valor y satisfacción por la forma en que había sido conseguida.

Mi reacción ante aquello solo podía ser la que tuve, disfrutar del rio, del entorno y de las lecciones prácticas y positivas que José impartía.



Humberto Pérez-Tomé.-


La tarde, sofocante por el calor ambiental (agua a más de 20ºc.) la pase en compañía de Humberto Pérez-Tomé. Escogimos una zona más abierta de rio, con espacio suficiente para volar las líneas cómodamente y pescar pequeños tramos de aguas movidas y tablitas, dejando como colofón de la jornada un par de tablas y pozas donde realizar el “sereno”.

Pescamos juntos, al alimón, cada uno desde una orilla del rio compaginando lances y capturas. El rio al estar tan cortito de aguas abundaba en pequeñas placitas entre aguas movidas donde las truchas se apostan en espera de que les llegue la comida.
Mi opción escogida fue de abundantes lances de deriva corta posando una hermosa mosca en tamaño del 16 que me obligaba a utilizar un bajo terminado en un 0.12 pues más pequeño se rizaba.
No diré que no tuve capturas pues sí que las hubo, pero en todo momento me embargaba la sensación de que al tramo debería de haberle sacado más truchas, entre otras cosas porque Humberto obtenía al menos el doble de capturas.

Humberto soluciono las vicisitudes del rio de forma diferente. Con sus dotes de observación raudo se percató que las truchas se cebaban a emergentes. Modifico el bajo alargando la distancia de una caña, afino el puntal a un 0.09 y coloco como mosca una emergente montada en un 19.
Sus lances, propiciado por el bajo y su saber hacer, de deriva larga, posando en plena corriente (y obteniendo allí capturas) para que la mosca llegara a las placitas de agua, las recorriera e incluso rebasara sin haber dragado. Esto le propicio como ya he comentado muchas más capturas que las que yo obtenía.

Tuvo también otro beneficio, fue que a la hora del sereno yo había realizado muchísimos más lances que él con el cansancio físico y psíquico que esto propicia y no me apetecía varear a oscuras en tanto Humberto al claroscuro de la penumbra seguía pescando con ahínco y obteniendo capturas, entre otras la de la pieza mayor de la jornada que, tras luchar con ella durante un rato consiguió liberarse rompiendo el sedal.

Vuelta al auto en casi penumbra, caminando por el cauce del rio alumbrados por el farol del frontal que afortunadamente llevaba en el chaleco, comentando las anécdotas que nos deparo el día y yo repasando las lecciones que me habían dado dos maestros pescadores a mosca. Por la mañana José Ramos y sus lances de ballesta y por la tarde Humberto Pérez-Tomé y sus lances de deriva larga.
Y es que, soy dichoso y afortunado por poder compartir jornadas de pesca a mosca con grandes mosqueros y mejores personas, sirva tan solo como ejemplo los protagonistas del relato, José Ramos y Humberto Pérez-Tome.

P.d.- En esta jornada también fueron participes Gabriel Peces, Javier Viñuelas y José Luis Castaño, no menos maestros que los aludidos, pero de ellos ya comentare en otra ocasión.

LasmoscasdePaco.