El “Innombrable Manchego”.
De nuevo encamino mis pasos y lances a praderas Manchegas de Alta Montaña, zona lobera donde lo corriente es practicar una pesca reposada y agradable, si bien es cierto que habitualmente nos acompaña una suave y continua “brisa” que aliña la acción de pesca.
En esta ocasión nos encontramos una “brisa desbocada”, un viento que en principio hizo calar hondo el sombrero y más tarde asegurarle colocando por encima la capucha del impermeable.
El ”Innombrable” que dicen por las lejanas tierras Patagónicas hizo presencia en las praderas Manchegas. Le acompaño un moderado y consistente aguacero que torno la placida pesca en aventura.
En estas condiciones climatológicas el volar una seda del número dos y posar adecuadamente una mosca montada en un dieciocho es un albur. Como remedo nos queda el subir el tamaño de la mosca y acortar el bajo, y que sean nuestras queridas pintonas las que aprueben o no el apaño.
Dentro de lo malo el “Innombrable” venia del Ocejón (trasero-lateral) y no de la Quesera (frontal) y, más mal que bien la mosca, la” G-31” conseguía desplazarse por delante de nosotros, otra cuestión es en qué condiciones.
Hubo de todo, desde moscas clavadas en el propio chaleco de pesca, otras posando por la pradera en vez de por el agua, muchos dragados y asombrosamente alguna posada aceptable que consiguió engañar a cerca de una docena de pintonas, fuertes por mas decir que pese a su tamaño contenido asombraba la bravura de su lucha. Truchas que siempre me extrañan, con una librea plateada y escuetas pintas rojas, tan diferentes a sus hermanas oceladas que habitan muy rio abajo.
Antes de comer amaina el temporal, deja de llover y suaviza el “Innombrable”. Tras la comida nos las prometíamos felices, pensaba en una buena tarde de pesca y capturas. Alguna pequeña Efémerita oliva clarito volando (ni idea de a que especie pertenecía), muchos Tricópteros grises claritos y hasta grandes Perlas me hicieron pensar en un tarde apoteósica.
Anudo al bajo un Trico claro y voy realizando lances, la primera trucha no tarda en tomar la imitación, la segunda, la tercera,… la cosa promete, la cuarta llega en un sinsentir.
De repente ocurre un parón imprevisto en las capturas, algo que preveo corto en el tiempo y que se alarga a un punto desesperante, más de dos horas sin conseguir capturas sin saber porqué, sin haber variado nada, ni climatología, ni elementos de pesca ni nada de nada, el rio se queda mudo, no soy capaz de sacarle una trucha.
La explicación a este suceso me la dio mi compañero de pesca (a él le sucedió lo mismo), tuvimos toda la tarde el sol de cara que hacía que el agua fuera un espejo e impedía ver la mosca, tanto a nosotros como a las truchas.
Pescando entre las sombras que anuncian el anochecer, recuerdo éste blog y a Jesús Azorero y, ato una Cripple marrón al terminal del bajo. No tardó mucho en obtener una picada, me pilla tan de improviso que no consigo clavarla. Renuevo el lance y en esta ocasión si consigo apresar la pintona, parigual a la demás, de tamaño moderado e uniforme de librea.
No se produce el ansiado sereno, anochece y el rio se cierra más y más. Aprovechando el momento pasado y con la Cripple conseguí redondear la cifra de capturas a la “docenita y media” habitual cuando si la tarde hubiera acompañado fácilmente podría haber doblado la cifra.
Reponemos fuerzas con un pincho de tortilla y refresco de cola fresquito y nos despedimos del rio y de nuestro amigo el “Innombrable” que nos acompañó durante casi toda la jornada de pesca.
LasmoscasdePaco.
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