Hay pescadores que disfrutan de jornadas en grandes ríos, en afamados cotos, nombres que a todos nos suenan como Esla, Narcea, Tormes, Carrión, Najerilla, Santa Marina, Pino del Rio, El Chorrón, Quintanaluengos y un sinfín de lugares hacen evocar gratas jornadas de pesca, largos lances y suaves posadas, profundos vadeos y grandes, grandes truchas.
Pero yo que a la postre soy y seré pescador humilde, de status, condición y casi casi complacencia, no soy de frecuentar semejantes paraísos, quizás se cuenten con los dedos de una mano las veces que moje mis moscas en estos lugares por temporada.
Soy de ríos humildes, de ríos broncos, de sierras duras donde la trucha autóctona… si es que queda trucha autóctona vende cara su captura. Bornoba, Jarama, Tajuña, Henares, Vallosera, Sorbe. Brezos, jaras y tomillos, rocas de pizarra, orillas enmarañadas y grandes bolos de piedras en el lecho que trocan no dura sino durísima una jornada de pesca.
Ya lo anuncia el dicho… -La cabra tira al monte.-
Y tras una jornada de río grato y placentero por terruños castellanos antiguos, vuelvo a tierra Foramontana. Zona fronteriza que va y viene según empujen moriscos o seguidores del Mío Cid.
Vuelvo a la braña.
Vuelvo a caminos serranos y laderas de cantuesos y tomillos. Vuelvo al rio bronco y a las truchas bravías. A la trocha jabalinera y a los senderos de orilla de nutrias.
Algo cambio en el rio, algo que al pescador avisado no se le puede escapar, que nota nada mas imbuirse en el rio. Ya no son Pardones ni ritrogenas los que vuelan, ahora grandes “perlas” emergen del rio y doquier golpetean las aguas los tricópteros.
Momento es de buscar en nuestras cajas de moscas imitaciones de estos insectos y atarlos al terminal del bajo y con ellos tratar de engañar a las pintonas.
Posar nuestro señuelo en lugares querenciosos, allí donde la “Xana Sorbeña” habita. Donde entre orillas verdes y bolos de piedra toma tranquila el sol del atardecer…
Segura y confiada pues a pocos metros tras ella tiene su refugio y morada habitual, en la profunda poza flanqueada por ramas y troncos caídos al lecho que la dan seguridad…
A los pies de la vieja chopa que hunde sus raíces profundas entre bolos de piedras y lajas de pizarra y que tras el paso de los años pugna en altura con el roquedal…
Allí te encuentro, nadando a medias aguas, comiendo tranquila los insectos que la corriente pone a tu alcance y que devoras ávidamente…
Me costó llegar hasta allí. Andar sigiloso, vadear la profunda poza hasta el punto que las aguas rebosaron el límite del vadeador. Cruzar entre la maraña de maderas y, lenta muy lentamente, avanzar hasta conseguir un espacio por detrás suficiente para que la línea pueda desplegarse e impulsar la mosca al punto deseado.
No valen errores, la trucha no acepta una segunda oportunidad el lance o es bueno o la trucha huira.
Realizo un lance medido, ajustado, un falso lance primero para imprimir velocidad y puntería. La mosca se posa un par de metros por delante de la trucha. Nada mas caer la trucha la detecta, serpentea por el agua avanzando hacia ella y la atrapa en brutal picada…
Clavo certeramente y se inicia una lucha. Lucha desigual pues el pescador tapa el refugio de la trucha que queda por detrás de él. La pintona huye aguas arriba, sin obstáculos ni perdederos, el pescador tan solo tiene que atemperar sus acometidas, sus carreras, sus cabezazos en espera de la captura inevitable.
Tras la apresion rápidamente unas fotografías que atestigüen la captura de tan preciosa Xana…
Y tras desclavar al artero anzuelo, la Xana vuelve a las aguas, primero mecida por las manos que la atraparon y que ahora la devuelven la libertad, y a continuación y con sinuosos coletazos vuelve a fundirse con el rio Sorbe, a seguir habitando las aguas que la vieron nacer y donde otras muchas Xanas comparten hogar con ella…
Xanas del rio Sorbe, que te hechizan cuando las atrapas con un embrujo que hace buscar su captura una y otra vez.
LasmoscasdePaco.
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