Rio Lozoya….. dos reencuentros….

Reencuentro con un rio y un amigo, rio Lozoya…

Ocurre que por diferentes motivos uno deja de pescar ciertos lugares sin saber bien porque.

A mí me ocurrió con éste rio que, me daba una de cal y otra de arena.

He pescado el rio Lozoya desde siempre, desde niño y he practicado en sus aguas todas las modalidades de pesca por las que he ido pasando.

Recuerdo… hace tantos años que aun no me afeitaba, que utilizaba por segunda ocasión un equipo de pesca a cola de rata, no era capaz de realizar un lance. Allí me encontré a un mosquero al que seguí en su trajinar un buen rato y en uno de sus descansos le aborde y le pedí que probara mi equipo porque en él había algo que hacía que no funcionara. El pescador cogió mi equipo y ejecuto unos lances que me parecieron maravillosos y me dejaron ojiplatico. Me devolvió el equipo y me dijo.

-No es el mejor equipo pero para iniciarte sirve.-

Desde ese mismo momento puse todo mi empeño en aprender a utilizar un equipo de pesca con cola de rata y a pescar con el…. aun me encuentro en esa tarea.

Y poniendo empeño he conseguido capturar a mosca muchos peces y de variadas especies en el rio Lozoya. Cachos, Bogas, Barbos, Carpas, Truchas. La mayoría de las veces en tramos libres del rio.

Poco a poco fueron poniendo puertas al campo o, por mejor decir fueron cerrando mas y mas tramos de rio creando diferentes tipos de aguas acotadas, llegando al punto actual donde pescar un tramo libre en todo el Valle del Lozoya es anécdota.

He presenciado el declive del rio. Las grandes disminuciones de población de especies y el aumento de contaminación que volvían ciertos tramos del río verdaderas cloacas. Llego un momento que esto me dolía tanto que sencillamente lo di por perdido y deje de acudir a pescar al rio Lozoya.

Hace unos años conocí a un pescador enamorado de este rio. Un pescador conservacionista que a la par de disfrutar con la pesca en el rio Lozoya impulsaba todos sus esfuerzos en la recuperación del rio. Ignacio Zanca, aunque muchos le conocemos con el apodo de “Lozoyero”.

Nacho me insistía una y otra vez que el retrato que yo tenía del rio era tiempo pasado y que el presente es mucho más halagüeño y el futuro prometedor, me ofrecía la posibilidad de compartir una jornada de pesca en un tramo idílico con el fin de que yo mismo evaluara el rio.

Con esas premisas conseguimos unificar planes y compartir una jornada de pesca en el rio Lozoya, coto de Angostura.

Lo primero que hicimos nada más llegar al rio fue realizar un chequeo de aguas con el kit proporcionado por ADECAGUA para tal fin. Temperatura y turbidez del agua, pH, % oxigeno disuelto en el agua, nitratos, etc. Esto unido a la fauna de macro invertebrados (mucha cantidad de ninfas de géneros Efémeras, Tricópteros, Plecópteros) determinaron una muy buena calidad del agua en dicho tramo, cosa lógica al no existir ninguna población ni tipo de vertido en ese tramo, ya que el primer núcleo de población, Rascafría, queda agua abajo.

Con la climatología amenazando lluvia en todo momento nos dispusimos pasar la jornada de pesca, compartiendo lances y pescando a alimón. La morfología del rio, de aguas rápidas, cascadas y corrientes aclaraban bastante la mosca a atar en el bajo, es día de Royal Coachman en sus diferentes variaciones y a la postre fue con la única mosca que pesque, con Royal Coachman paracaídas y con Trude Royal Coachman.

Empiezo a pescar en una pequeña pocita, lanzo y al primer lance una trucha ataca la mosca y se queda prendida en ella. Una pequeña y preciosa trucha muy clarita, dorada con el fin de mimetizarse con el lecho del rio.

Llega la guardería forestal, muestra de permiso y licencia y pequeña charla y tras ello a seguir pescando.

Otra pocita, posado de mosca y ya cuando la mosca está a punto de rebasar la poza una trucha la ataca, esta vez falla su acción pues la trucha ya bajaba muy rápida por la corriente final de la poza. Ya avisado un nuevo lance, esta vez la trucha no falla en su ataque y se clava en el anzuelo. Dos pocitas dos truchas, la jornada no puede empezar mejor.

Cedo el lance a mi compañero y observo su acción de pesca, diferente a la mía, muchos falsos lances, corta deriva de la mosca justa técnica a emplear en estos pequeños ríos de montaña, el resultado tan positivo como los míos anteriores, trucha clavada.

Cada dos o tres capturas vamos cediéndonos la pesca, uno pesca, mientras el otro investiga las aguas en busca de insectos o hace fotografías tanto de la acción de pesca del compañero como del rio. Se pasa la mañana en un santiamén en un proseguir consecutivo de capturar truchas, todas más o menos de tamaño parejo.

Comemos en un refugio, bajo techado, al resguardo de la posible lluvia y sentados en un banco de madera, compartimos refugio con el reten de forestales.

Por la tarde de nuevo a pescar, en esta ocasión vamos compartiendo rio, de tal forma que le dejamos al compañero un espacio para que pesque y pescamos en solitario, pese a eso nos vemos continuamente y, con frecuencia observamos al compañero pelear una trucha y desclavarla, una tras otra. Las capturas son frecuentes, no llevo la cuenta y quien me conoce sabe que a partir de seis o siete capturas mi cifra es “docenita y media”, pues bien en este caso creo que llegue a las “tres docenitas” de truchas más o menos pariguales en tamaño.

El cielo amenazador de lluvia esta tan cerrado que a las 20 horas parece anochecido, estoy pescando una poza con profundidad, en la cabecera de la poza en su orilla izquierda una gran roca saliente provoca bajo ella una sombría cueva. Allí direcciono mis lances, un lance medio-largo tratando de posar la mosca lo más profundamente posible en la cueva, modestia aparte lo consigo y la mosca posa muy al interior de ella. Un lance, dos, diez, quince, veinte, sin ningún resultado positivo, estoy ya por abandonar la postura, un nuevo lance y, en esta ocasión una trucha ataca la mosca, tenso línea y clavo. Noto que la trucha ya es tamaña y provoca una mayor y enconada lucha dando por resultado llevarme a la mano una hermosa trucha de dos palmos de tamaño. Fotografía al canto y devuelta a su preciosa poza.

Creo que es el mejor colofón y doy por finalizada la jornada.

Lo he de reconocer Nacho, me has hecho reencontrarme muy agradablemente con el rio Lozoya y creo que al menos este tramo de rio, Angostura, no tiene nada que envidiar a otros cotos nacionales de afamado renombre. Entiendo tu lucha por “tu” rio, porque no está perdido, porque tiene un altísimo potencial y que necesita tan solo un poquito de cuidado y mimo por parte de todos para que vuelva a ser uno de los mejores enclaves para la pesca a mosca.

Muchas gracias por tu camaradería, por hacerme participe de tu lugar de pesca, por compartir charla, lances y opiniones. Espero volver a pescar pronto contigo a la par y a ser posible en el rio Lozoya que tan gratas sensaciones me ha dejado.

LasmoscasdePaco.