Hoy pesco en praderas de alta montaña. Esas praderas donde abundan los regatos. Algunos meros regueros sin nombre, otros barrancos, arroyos, incluso ríos. Casi todos por no decir todos en momentos de estío quedan escuálidos de agua cuando no secos.
Pero esta temporada ése no es el caso, esta temporada prolija en nieves y lluvias abunda el agua y todos los regatos mantienen caudal aportando aguas a los ríos, ríos que otrora en estas épocas estaban tan exiguos de aguas que se auto-vedaban y que esta temporada están en su mejor momento.
Paso la mañana posando variados montajes de Royal en tamaños más bien contenidos, lanzando en aguas con movimiento, pescando desde la orilla y en la mayoría de los casos agazapado, incluso arrodillado.
Aguas movidas, pequeñas corrientes, mil lances a todos los puntos de la misma, escudriñando con la mosca cada rincón del rio donde nuestras queridas pintonas puedan estar apostadas
Un notable viento de cara dominante provoca que acorte el terminal del bajo que estreno, el largo final del 0.10 hace muy difícil el posar con precisión, de un bajo de más de dos largos y medio de caña acorto hasta algo menos de dos cañas acabando el tip en un 0.12. Bajo mucho más manejable y acorde a las circunstancias. Ahora la mosca posa con mayor exactitud en los puntos deseados y, como no puede ser de otra forma las truchas atacan las Royal y voy consiguiendo capturas de pequeñas pero preciosas truchas.
Truchas pálidas, de puntos leves, perfectamente mimetizadas con el rio y su entorno ausente de sombras y arboledas. Truchas bravas, que ofrecen feroz lucha, desproporcionado con el tamaño contenido de las mismas.
La mañana pasa en un sinsentir y la charla en la comida con mis compañeros de pesca circula entre el asombro de la bravura de estas truchas de alta montaña que atacan con fiereza a las imitaciones que las presentamos.
Tras el parón de la comida las nubes se concentran, se oscurecen y al pronto acompañados de rayos y truenos una cortina de goterones de lluvia riega la pradera, he tenido suerte y tengo a dos pasos una caseta que me proporciona refugio, no así a mis dos compañeros que les pilla alejados de la misma y tienen que soportar sentados en la pradera con el poncho y el vader más de una hora de fuerte lluvia y de rayos cayendo por doquier.
Tras la tormenta de nuevo a pescar y a proseguir capturando preciosas truchita. Se inician tímidas eclosiones de pequeñas efémeritas oliva-crema ¿Buceratus? ¿Fuscatus? (lo solvento con una “mostaza”) y de tricópteros jaspeados (aquí no dudo, un pardo con hackle rojizo)
Utilizo el tricóptero en aguas más movidas y la efémera en tramos más lentos, consiguiendo capturas con ambas moscas.
Sobre las 20.30 horas llegan mis compañeros de pesca, me comentan que han tenido una tarde propicia en capturas, y mientras charlamos y comentamos vamos efectuando lances al alimón, lances que a veces propician capturas que comentamos con felicidad entre observaciones, bromas y risas
Decidimos quedarnos y hacer un sereno (primer sereno de la temporada), nos repartimos por el rio y renovamos los lances, pero en la misma medida que la luz decae, aumenta un notable viento de cara. Se paralizan las escasas eclosiones que había hasta el momento y acaso vemos dos o tres cebadas puntuales en el rio, tras ello la calma. Doy por finalizada la jornada de pesca, me reúno con mis compañeros y cuando llegamos al auto son casi las 23 horas.
Hemos disfrutado de una agradable jornada de pesca, en una Hoz entre Zarzas y Lilas.
Huy, me da que en algún momento en la escritura se me ha extraviado una “l”.
LasmoscasdePaco.
Bonitas fotos e interesante relato. Siempre da gusto leerte. Gracias Paco.
ResponderEliminarGracias a ti Jose, por seguir el blog y leer las noticias.
ResponderEliminarUn saludo