La primera entrada del novicio 2018 en éste blog mosquero está dedicada a algo que nos ocurre a todos y con mayor
frecuencia de lo que comentamos en charlas mosqueras.
Un antiguo amigo refería de preguntar a un mosquero por cómo
se dio la jornada de pesca...
-Vistas unas cincuenta, subidas unas treinta, clavadas unas
quince, a la mano dos-...
Trataremos sobre esa cantidad notable que difiere de las tomadas
a las que somos capaces de enmallar en sacadera.
Hemos sido capaces de detectar el sinuoso movimiento de una
trucha puesta. Tras ello nos
posicionamos en lugar adecuado donde lanzar correctamente. Confiamos en la
mosca que llevamos atada al bajo de línea. Lanzamos de forma oportuna, con
bucles perfectos y preciosas derivas. Incluso la trucha sube a nuestro engaño y
la aboca.
Ya solo queda el tensar línea, clavar al pez y disfrutar de
la lucha, de la captura y tras ello la devolución.
Pero algo ocurre y en un momento determinado el plan se
trastoca.
Tras la cebada realizamos una clavada sin resultados, sea
por fas o nefas la mosca se nos echa encima sin haber conseguido aferrarse a
las fauces de la trucha.
¿Qué ha ocurrido??
No es sencillo determinar el error en ese punto, o por mejor
decir no es sencillo hacerlo ante media docena de opciones.
Probablemente en la mayoría de los casos influya el error
del mosquero en la clavada y dicho error
también tiene sus variables que pasan desde la premura, el retardo, la brusquedad
de la clavada.
También la trucha oponente tiene su espacio con variables,
bien por fallar en la tomada o por advertir el engaño en el último momento y
rechazar la arana.
Y entre tal variedad de opciones determinar la causante a
veces no es tan sencillo como parece, hace falta horas de rio, cantidad de
casos y algo de ser avispado para acertar si no todas si algunas ocasiones.
Dentro de los errores propios, la premura en la clavada
suele ser lo más habitual. En mi caso particular pescando a pez y tomada vista
los nervios me traicionan y cuando veo a la trucha abocar mi mosca clavo antes
de que la trucha haya cerrado la boca y sumergido. También ocurre pescando en
largo que realizamos una clavada fulgurante fuera de tono y que solo nos lleva
a clavar en vacio. Por último quedan esas clavadas tras mucho tiempo pescando
en vano que sencillamente nos pilla desprevenido y cuando queremos actuar la
presa se ha evadido.
Todo esto y pese a que el pescador en propia persona no lo
quiera asumir es fácil de detectar pese a que prefiramos exculparnos con mil
escusas.
Enmendarlo es complicado, sobre todo porque lo optimo es
practicar la clavada y eso tan solo se consigue a base de picadas y mas
picadas.
Antaño con aquellos bandos de bogas donde tenias picadas a
cientos era sencillo practicar, hogaño
cotos intensivos o lagos privados con abundante población de truchas de repoblación
será lo mas practico, si no, ser obedientes a los consejos y ordenados en
utilizarlos es lo que nos sirva, o lo que es lo mismo refrenar el corazón y
potenciar la cordura.
La parte contrapuesta, esto es en lo dependiente a nuestro
oponente con pintas lo aprendes con horas de rio y practica de la observación.
Observar como en una corriente la trucha aboca a mosca
pasada es sencillo de detectar, además en tal caso le suele suceder una nueva
tomada si volvemos a intentarlo.
Otra cuestión son los rechazos en el último instante, cuando
la trucha desde su postura acude a tomar nuestra mosca, incluso abre las fauces
para tomarla y en el último momento desconfía se da la vuelta y no toma nuestro
engaño, si somos afortunados en algunas ocasiones tras esto la mosca traba en algún
lugar de su cuerpo y conseguimos una captura "robada".
Para mi aun es muy difícil
saber por qué ocurre esto. No creo que
sea porque la trucha ve el tippet pues si fuera así no llegaría al punto de
abocar la mosca. Pudiera ser el nudo demasiado grosero, pudiera ser un brillo o
movimiento en el último instante que la provoque el recelo o sencillamente ante
tamaña proximidad detectar que lo que creía una mosca no lo es al igual que
también rechazan ante semillas vegetales.
Sea como sea, lo anterior solo tiene enmienda cambiando de
mosca, bien de tamaño, bien de estadio, bien de tipo de insecto o directamente
todo a la vez.
Repito, a todos nos pasa, al novel y al avezado,
evidentemente con mayor frecuencia al novel pero nadie está libre de ello.
Aquí os pongo algún ejemplo de tales sucesos, propios y de
mis compañeros de cuadrilla, porque, hasta el mejor escribiente echa un borrón.
LasmoscasdePaco.
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