Las salidas
de pesca caen de la calenda cual hojas de árbol perenne y, al igual que ellas
pasamos por un inicio, un proseguir, un esplendor y un lento ocaso.
El poder
disfrutar de unas jornadas de pesca en época otoñal es un tesoro que el
mosquero disfruta.
En él se
conjuga una pesca serena tras toda una temporada repleta, donde realizamos una
pesca más sosegada mas concienzuda y más placentera si cabe.
Comentar que
acudir a posar moscas por los ríos con los compañeros y refrenar el lance para
asir la cámara fotográfica y tomar pequeñas muestras de lo que acontece y
vivimos no es sencillo.
Si a esto
añadimos que mi equipo fotográfico es mucho más que básico, siempre me queda la
sensación de que no termino de mostrar todo lo que quisiera, pero es que amigos
míos es muy difícil mostrar sensaciones que, acaso pueden disfrutarse a la
vera de uno mismo en el rio.
En esta ocasión
os presento una pequeña muestra de lo que fue la última salida de pesca de la
temporada 2016 donde faltaron truchas de buen porte pero el hueco fue rellenado
y con creces con las grandes sensaciones.
Añoranzas,
recuerdos y faltas de compañeros que no pudieron acudir y de maestros que
pescan el rio Gran Padre allá en el Celeste, toda una conjugación de
sentimientos que afloraban a cada instante.
Pero también
risas, alegrías y gratificaciones porque disfrutar del rio y sus esquivas
truchas las producen, ítem mas si llevas a tu vera al compañero que lo disfruta
tanto o más.
El rio y la
pesca a mosca. Forja de mosqueros que une entrañables lazos de amistad entre
gente fetén de la que me congratulo ser participe.
LasmoscasdePaco.
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