De Ríos y de Truchas. Y de Pesca a Mosca. Y de amigos mosqueros.

Aquí se plasmarán todas esas ideas, sensaciones y vivencias de un pescador a mosca y de su grupo de compañeros.

Su finalidad es tratar de inculcar que la pesca a mosca puede llegar a ser una forma de vida.

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sábado, 16 de agosto de 2014

EL ULTRAVIOLETA Y LOS PECES....

          Ha raíz de una reciente entrada de este blog, he mantenido una charla sobre como vemos nosotros las moscas que ofrecemos a las truchas y como se cree que las ven ellas.

Como siempre os digo, la visión de un maestro experto tiene solidas bases de acertar.

Primero por su larga experiencia en esto de pescar a mosca y segundo por sus dotes de observación que, a más de uno nos hizo ver las cosas de diferente manera de como lo contaban...

Os ofrezco un relato de un gran mosquero. Luis Antúnez Valerio... un capitulo de ese incunable que muchos quisiéramos poseer.

Ni quito ni pongo coma o acento, tal cual me llega allende los mares, allá por tierras Patagónicas os ofrezco un tesoro....



Reducido del libro “Lo que el Río me enseñó.”




EL ULTRA VIOLETA Y LOS PECES.

 

En un calendario donde 15.000 millones de años
luz del universo contaran como un año del nuestro,
el hombre civilizado entraría en escena el
31 de diciembre a las 23,59 horas.

 
L A Arroyo de los Vascos



          Como Pescadores a mosca miramos y admiramos nuestra gran Patria de aguas brillantes y bulliciosas. 

Y hay momentos en los cuales esa admiración se convierte en búsqueda e investigación de los fenómenos que a nuestro lado suceden. Así nos sorprendemos cuando una artificial es rechazada por la trucha, aun siendo idéntica (según nosotros ¡claro!) a la natural que en esos momentos es depredada. 

No menos sorpresa nos causa ver como otra mosca artificial es aceptada hasta la saciedad, aun cuando en nada se parezca a las naturales devoradas con fruición por Ellas. 

Estas situaciones van sembrando en nuestras conciencias de Pescadores la semilla de la curiosidad, la inquietud por saber, que es algo totalmente distinto a las ansias de querer sacar un pez. Tal inquietud nos da sus frutos en todas las ocasiones, bien sea cuando conseguimos saber cosas nuevas tras nuestra búsqueda, o bien cuando debemos vestirnos de humildad ante la certeza de que no sabemos nada, humildad que hoy escasea entre las filas de las “estrellas” de la pesca en Iberia.
 
En base a la mencionada búsqueda fue calando en mí la obsesión de la imitación “perfecta”, algo que asimismo trae por la calle de la amargura a Paco Moscas. 
 
He seguido un largo camino buscando el nirvana de los montajes de moscas. Por cotillear veamos algunos pasos: 
 
Primero fue la presentación de la misma mediante una posada suave, similar a la de un aquenio (hablo de secas) Luego vinieron las posturas de la mosca SOBRE, EN y BAJO la superficie del río. 

Aun posteriormente me ocupé de la física que atañe a los rayos de luz a su paso aire – agua, a los fantasmagóricos halos de color de las moscas naturales, a sus luces transmitidas, a la imitación de las imperceptibles convulsiones de un insecto caído SOBRE el río, a su manera de evolucionar por las corrientes... 
 
Pues bien, hoy estoy buscando las posibles diferencias en la percepción de los colores entre ellas y nosotros, escalón harto escabroso en el cual se conjugan una serie de fenómenos fisiológicos y psicológicos. 

Deseo que, juntos, vosotros y yo, compartamos y analicemos éste problema hasta donde nos sea posible.

 
LOS COLORES EN MOSCA SECA.

 
Hace muchas décadas un biólogo amigo mío me dijo que truchas y salmones ven el mundo que les rodea sólo en blanco y negro, sin colores.

Ante tal disparate (según yo, naturalmente) las discusiones fueron largas y apasionadas; es más, nunca llegamos ambos a coincidir lo más mínimo en el tema: siguió el docto biólogo con su ciencia y yo con mi cerrazón de pescador “sabiondo”.

 
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“¿Por qué - pensaba yo – debo montar mis moscas combinando los colores oportunamente para intentar imitar a las naturales? ¿Se tratará sólo de gradientes de grises como en una foto en blanco y negro? ¿Por qué las truchas comunes poseen esas deliciosas pintas naranjas en sus costados? 

Fue aquella inacabada discusión la que inició la búsqueda que ahora comentaré. 

Consideremos dos aspectos en éste tema:
 
1º. ¿Perciben los colores los salmónidos? La respuesta es “sí”. Hoy sabemos que en la retina de un salmónido existen corpúsculos sensibles a los colores (los bastones y conos) por lo cual está confirmada su aptitud para percibir los colores.
 
2º. Un color determinado ¿es visto de manera idéntica por los salmónidos y por nosotros? La respuesta es: NO TODOS. 

Y aun existe la posibilidad de que un mismo color sea distinto para ambos seres, dependiendo del material que lo emita.
 
Pero aún hay mucho más que lo anterior, como ahora comentaremos, mas vayamos despacio para que podamos comprender los problemas.
 
Durante años monté el cuerpo de la danica a la manera tradicional: dubbing marfil amarillento brincado con herl o quill de pavo real natural. 

Ésta imitación me da resultados variables: o muy buenos o muy malos. 

¿Por qué? 

Desde luego hubo un día en el cual supe que en la Península existían más de una mosca de mayo (danica, linneata, vulgata, glaucops...) por lo cual me dije: “¡Claro! Aquí está la explicación a mis fracasos.” Eso creí entonces y, desde luego, los rechazos disminuyeron con montajes diferentes a cada emergencia, pero seguían los bolos puntuales y casi siempre inexplicables.

La observación de un cofrade de que las truchas tampoco toman las danicas naturales al principio de su aparición en la temporada, aunque relativamente cierta, no me resulta totalmente satisfactoria porque los rechazos siguen cuando las truchas sí suben a las propias del río.

 
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Fue la casualidad la que me puso en la posible pista: 

Un día del mes de julio me encontré sin imitaciones de danicas en mis cajas. 

¿Qué poner para intentar engañar UNA trucha? 

Decidí seleccionar algo parecido, una Red Spinner en anzuelo del 14, algo pequeña, mas no disponía de cosa mejor (¡mi eterna pereza para montar...!) Esa Red era una vieja imitación inglesa, casi decrépita, de cuerpo marrón rojizo muy claro. 

No puedo decir que resultó una imitación milagrosa, pero creo que conseguí hacer subir un par de truchas y, desde luego, gran parte de las mismas sobre las que pasaba aquella carroza se interesaban por ella. 

¿Estaba en la pista?
 
Hoy dispongo de imitaciones de danicas que llevan un dubbing marfil amarillento sobre tinsel dorado con una pizca de dubbing marrón rojizo junto a las alas (recomendación de Paco Pepe) 

Resulta más que aceptable para los días difíciles, pero

¿por qué marrón rojizo en esos cuerpos? 

¿De dónde sale ese color? 

Podemos mirar y remirar las naturales, bien sea con luz reflejada, con luz incidente, al principio de la temporada, al final, en imagos, en subimagos y de mil maneras más, pero jamás percibiremos color rojo alguno, de no ser esos fugaces reflejos vítreos de sus alas en el estadio de imagos y que, por supuesto, deberían ser considerados a la hora de montar. 
 
Otro caso: 

Usaba un día una “perfecta” imitación de no recuerdo qué efímera, tan “perfecta” que hasta yo mismo la confundía con las naturales en su corretear por la tabla.

Las truchas, no obstante tal “perfección”, se apartaban de ella respetuosamente para dejarla pasar, en tanto enloquecían cazando naturales. 

Avergonzado de tanto hacer el ridículo, cosa a la que no acabo de acostumbrarme pese a su frecuencia, cambié a una mosca de las denominadas de “conjunto”, cuyo tono general era bastante distinto a las naturales del momento, con las cuales mi mosco sólo tenía en común su tamaño y la postura EN el agua. 

La respuesta fue asombrosa: 

Pescó hasta el final de la ceba aun estando destrozadita. ¿Y ahora qué?
 
Pero más sorprendente es el caso de aquella tarde en la cual las truchas cazaban hasta reventar los famosos efemerélidos, perdiendo el miedo a mi presencia física junto a ellas. 

Esperanzado, até una de las muchas imitaciones que poseo de esos bichitos endiablados y me divertía casi sin moverme del sitio al final de la tabla, aunque el tamaño de las capturas era más bien modesto. 

Mas cuando cayó la sombra sobre el río, aun continuando las cebas más sí cabe que al principio, se acabó la diversión. 

Incomprensible que mis moscas funcionasen al sol y no en la sombra. 

¿Por qué? ¿Había algo más?

 
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He tenido la suerte de acceder a varios trabajos científicos (BOWMAKER & KUNZ, titulado “Receptores UV en la trucha común (Salmo trutta): cambios dependientes con la edad.” Y HAWRYSHYN & HAROSI) Por ellos me encontré mejor centrado en el problema como montador.
 
Como apicultor aficionado me interesé en la lectura de un libro de Von Frish, premio Nobel de Medicina del año 1973, titulado La Vida de las Abejas.” Esos laboriosos seres deben la mayor parte de su sentido de orientación a la percepción de la luz polarizada UV. 

Gracias a ésta capacidad pueden conocer, entre otras cosas, la hora del día, regresar a su colmena sin error aunque las hayamos transportado a varios kilómetros de distancia metidas en una caja cerrada, y comunicar a sus compañeras, con precisión milimétrica, la ubicación de una fuente de néctar en el campo. 

Y todo eso aunque el sol esté nublado, incluso en las noches de luna. 

Casualmente, las truchas ven los colores de manera similar a las abejas. 

Von Frish realizó numerosos experimentos con abejas para demostrar su amplitud cromática y para no alargar mucho estos comentarios os recomiendo que leáis ese maravilloso trabajo.
 

No obstante lo anterior, se podría alegar que las abejas distinguiesen gradientes del gris entre el rojo y el azul, justo como ocurre en una fotografía en blanco y negro. 

Como esto invalidaría la teoría de que las abejas ven los colores, Von Frish repitió el experimento de distintas formas para cerciorarse de la percepción de los colores por las abejas.

Resumiendo: 
 
COLOR: PARA LA ABEJA ES: PARA EL HOMBRE ES:
 
Luz del sol: Amarillo, azul y UV. Rojo, verde, violeta.
 
Rojo: Ciega al mismo (lo ve negro) Rojo.
 
UV.: Ultra Violeta. Ciego al mismo.

 
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Ahora pienso yo, y quizá vosotros también, si pasará algo similar con nuestras truchas comunes. 

¿Serán ciegas al rojo, por ejemplo? 

Seguro que alguno de vosotros me dirá que las truchas poseen pintas naranjas en los costados, o todo un arcoíris, y que algo significa eso. 

Además el rojo anaranjado es uno de los colores que mejor nos sirve a nosotros en variados montajes, cosa que demuestra que la trucha lo percibe perfectamente. 

(¡Ojo!: hablamos de rojo puro y no de otros matices del rojo) Podemos formular las siguientes hipótesis:
 
1ª. Que ese naranja sea, para ellas, distinto cromáticamente del rojo puro.
 
2ª. Que ese naranja, o rojo puro, emita también una luz UV que sólo es percibida por ellas, ya que los hombres somos ciegos al UV. 

Es lo mismo que pasa con las abejas y la amapola, por cierto única flor roja autóctona de nuestra naturaleza mediterránea que visitan las abejas casi en exclusiva.

Las fotografías UV de Von Frish sobre las amapolas demostraron que estas flores también emiten al mismo tiempo luz ultravioleta en gran cantidad, que nosotros NO vemos, además del color rojo que nosotros SÍ vemos como tal, pero las abejas NO. 

¿No es maravilloso éste Mundo? 
 
Sabemos, además, que las flores de color blanco de nuestras tierras poseen un color distinto para las abejas, el verde azul (cian) que es el color complementario del UV. 

Incluso algunas de tales flores presentan dianas centrales con un color en fuerte contraste con el anterior que, con precisión, indican a las abejas y a otros insectos dónde está situado el néctar ansiado por ellas. (Las flores han inventado, mucho antes que nosotros, la eficacia de los anuncios publicitarios) 

Creo que, como yo, habréis intuido que es casi seguro que las moscas del río también emiten luz UV y, quizá, “ven” de manera similar los colores que las truchas, aunque sería más apropiado decir que las truchas ven como ellas, al estar adaptadas a la depredación sobre esos insectos. 

Tal cosa nos pone sobre una pista a los pescadores – montadores. 

¿Cuál es la causa del comportamiento de esos bandos de machos de efímeras cuando efectúan sus danzas nupciales en los márgenes de los ríos? 

Sería muy interesante poder fotografiarlos con filtro UV y comprobar que, realmente, se trata de puntitos luminosos de UV que suben y bajan para llamar la atención de sus hembras desde muy lejos. 

Y aun podemos hacernos otra pregunta: 

¿Cómo pueden ver las truchas a una diminuta mosca en un espumoso chorro de agua a últimas horas del día o en la propia noche? 

¿Bastará para ello la concentración de la luz incidente existente en los 180º de la superficie del agua al penetrar y concentrarse en tan sólo unos 97º, amén de su poderoso ojo – lupa? 

¿O estarán ayudadas, por añadidura, con la circunstancia de que esos insectos “son” realmente “semáforos” sobresalientes de luz UV? 

 
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Debo hacer una observación a lo anterior antes de continuar: los rayos UV son absorbidos por las capas de agua, con lo cual sólo debemos analizar los colores en superficie o muy cerca de ella, supuesto que hablamos de seca exclusivamente.
 
Diréis muchos que:


-“Estamos de acuerdo en que las truchas vean los colores de manera distinta a la nuestra, pero ¿por qué complicarse la vida con tal cosa? Creemos que nos debemos limitar a copiar el color de una mosca natural lo más fielmente posible. Luego ellas que lo traduzcan como sea...”
 
Bien, aclararemos esto, para lo cual hacemos varias fotografías de la misma mosca artificial pero bajo distintos “ojos”, en este caso el nuestro y el de una supuesta trucha. 

La primera toma la realizamos normalmente, es decir, con una cámara sin filtro alguno sobre su objetivo. 

 
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Mosca vista con nuestros ojos.

Y acto seguido hacemos otra foto pero poniendo a la cámara un filtro UV (ojo: filtro que sólo deje pasar los rayos UV, no esos incoloros que solemos llevar para proteger el objetivo)

 
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Mosca vista con los ojos de trucha.


Comparando ambas tomas constatamos que las variaciones son evidentes y muy marcadas. 

Por ejemplo el hackle lo ven casi oliva y otros también podrían (no siempre ocurre) estar alterados.
 
Sabemos que los colores de un tejido, por ejemplo, vistos dentro de una tienda iluminada con luces artificiales pueden cambiar al examinarlos posteriormente a la luz del día. 

La causa es que las luces artificiales poseen un “color” diferente al de la luz natural. Es, permitidnos otro ejemplo aclaratorio, como sí iluminamos ese tejido con luces de distintos colores. 

Por lo tanto ya sabemos que cada luz posee una “temperatura” propia que “tiñe” de manera determinada y peculiar los objetos y que también dependen del tipo de material que lo emite. 
 
Cambiemos los tipos de luz del ejemplo anterior por el “filtro” que los ojos de cada animal tienen, “filtro” que es diferente en muchas especies.

 En éste caso veremos el tejido según sea el filtro, que es lo mismo que la sensibilidad cromática que cada ser vivo posee. 

Resulta pues, que un mismo color podrá (aunque no necesariamente) aparecer distinto según qué observador lo contemple: mosca, abeja, trucha, hombre..., aunque, repito, hay colores en los que sí existe coincidencia.

 
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Por lo que antecede, puede no ser tan sencillo copiar un tono de color de una natural con un material sintético similar para nuestros ojos, ya que ese color podría poseer una “temperatura” algo distinta al pigmento de la mosca natural. 

La trucha podrá, o no, verlo de la misma manera y averiguar por nuestra parte la idoneidad de cada caso es una tarea bastante complicada, si bien la práctica nuestra es la mejor comprobación del éxito del montaje. 

Lo único que debemos hacer, una vez conseguida una efectiva artificial, es emplear siempre la misma marca de material y rogar a la providencia que el fabricante no cambie de tinte... 
 
Veamos un ejemplo que hizo historia.
 
La Tup’s Indispensable gozó de ser una imitación “casi” infalible para ser empleada como mosca de conjunto ante efímeras de verano, concretamente con Serratellas sp. 

Por ello un amigo me las traía de Londres a docenas, precisamente montadas con los materiales originales, es decir, cuerpo elaborado con los pelillos procedentes de los testículos del carnero. 

Así era como la montaba su inventor, un estanquero de Tiverton, en Devon, el señor Austin y, posteriormente su hija.
 
Pues bien; la Tup’s Indispensable (pelos procedentes de las partes Indispensables para que el carnero sea eso, macho) dejó de ser tan efectiva desde el momento que otros montadores emplearon pelos distintos a los del carnero, incluso fibras sintéticas. 

Si los colores de esos nuevos pelos eran idénticos para nosotros a los del carnero, ¡y puedo asegurar que lo eran...! ¿por qué causa perdieron su milagrosa efectividad? 

Era evidente que se trataba de “faenas” de los UV. 
 
Comentario jocoso sobre la gran diferencia en efectividad entre las Tup’s de Austin y de la hija montadora con las demás del mercado es la maligna leyenda que corre por nuestro mundillo de pescadores: 

Aseguran en ella “las malas lenguas” que la mencionada hija del creador de esa Tup’s, hacía unas moscas muy superiores a la de los competidores porque el dubbing del cuerpo no procedía de los testículos de carnero alguno y sí de las mismas partes reservadas de su novio, un robusto y pelirrojo marinero escocés.

Yo no puedo confirmar tal cosa, principalmente porque nunca me atreví a acercarme a un marinero escocés pelirrojo con unas tijeras en las manos... Si tenéis oportunidad, probad vosotros. 
 
Termino comentando lo que siempre digo: no sabemos ver en profundidad la Verdad de todas las cosas y aceptamos, sin analizarlas, opiniones heredadas.

La Física de la relatividad y la cuántica han dado la vuelta a las opiniones homocéntricas de muchas creencias, sagradas y profanas. 

Nuestros cuerpos están formados por los mismos corpúsculos subatómicos que poseen otros seres ¡y cosas! del universo. 

Por eso somos hermanos de las estrellas, de las montañas, de los animales, de las truchas…

 
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En honor a Paco os doy el menú de esta mosca por si se anima a montarla y probarla: no te arrepentirás. 

Abrazos.
 

Anzuelo: 16 normal. Prefiero un 18 1XL y 1X F ojo arriba, sin muerte.
 
Seda: Amarillo pálido, fina y brillante.
 
Cercos: Miel dun o fibras de gallo azul claro andaluz.
 
Cuerpo: Mezcla de pelos de los testículos blanquecinos de un carnero y pelos amarillos limón de un perro spaniel con pelos de foca crema mezclados con una pizca de mohair limón. 
 
Hackle: Hackle de gallo azul dun dorado. Son óptimos, pienso, los cuellos genéticos que derivan de nuestros gallos de León.


 
                                  Luis Antúnez Valerio.

1 comentario:

  1. Lo unico que se de la luz y la trucha es que el difunto lafontaine,en los dias de sol y a la caida del sol ,discubrio que esos ultimos rayos de sol producian un color superatracativo para las truchas sobre el color naranja y de ahi saco su halo emerger que incorpora pelos de ciervo naranja.esta la he montado pero nunca probado y ya no la monto.caidas de sol hay muy pocas por la cordillera cantabrica norte.saludos.

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