De Ríos y de Truchas. Y de Pesca a Mosca. Y de amigos mosqueros.

Aquí se plasmarán todas esas ideas, sensaciones y vivencias de un pescador a mosca y de su grupo de compañeros.

Su finalidad es tratar de inculcar que la pesca a mosca puede llegar a ser una forma de vida.

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Competición NO..... Gracias.

domingo, 29 de septiembre de 2013

AGUAS TOMADAS … AGUAS TRANSPARENTES …

          Uno propone y “pacha mama” dispone y por mucha planificación de una jornada de pesca queda llegar al rio y ver que nos encontramos.

Así fue el día a relatar, cuando llegamos al puente de San Pedro a echar una ojeada para ver como baja el rio, nos encontramos un Gallo chocolate que tiñe las aguas del Tajo.


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Asi la idea prima de pescar por la mañana el rio Gallo y por la tarde el Tajo se ve trastocada.

-Y ahora que hacemos, Paco?-

-No queda otra que pescar el rio Tajo aguas arriba de la desembocadura del Gallo-

-Pues tú dirás-

Siempre que me encuentro en estas tesituras me surgen dudas. 

No es que no haya tramo de rio para pescar, todo lo contrario, son muchos kilómetros de rio Tajo lo que queda por delante y donde escoger.


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Uno echa mano de sus recuerdos, de jornadas de pesca pretéritas, de sucesos vividos, falsa memoria que omite las malas jornadas y ensalza las buenas.

Recuerdos de antiguas jornadas de pesca y antiguos compañeros de pesca que se vuelven agridulces por el devenir del paso del tiempo.

Trato de remontarme a un pasado más lejano, cuando pescaba en solitario este bello rio, épocas de novel mosquero donde pescar el rio padre era toda una aventura y conseguir una captura producía tal inquietud que volvía mis manos temblonas… mucha agua ha pasado por el rio desde entonces.

Y de aquellos recuerdos extraigo una zona en particular, puente de Peñalén, unos tramitos de corrientes donde conseguir la captura de alguna trucha menor es más o menos sencillo, y tras ellos tablas con aguas corrientes donde poder tentar truchas de mayor porte.


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Mi compañero, que no ha pescado nunca éste tramo, avanza por el rio acuciado por descubrir que le deparara cada curva de rio, en un pescar un tanto alocado, un tanto rápido.

Esto no le impide realizar lances muy concretos a posturas querenciosas.


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Hemos observado por las orillas gran cantidad de pérlidos amarillentos de tamaño medio y con una imitación más o menos adecuada va realizando lances en busca del premio esperado, de la tomada de una esquiva trucha.


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Lances querenciosos adosados a orillas flanqueadas de juncos y lirios.

A  pequeños rápidos en las tablas que provocan grandes rocas sumergidas donde la trucha se aposta.


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En ocasiones el buen hacer es premiado con la captura de una preciosa trucha que llena de satisfacción al mosquero y que le acucia a seguir avanzando por el rio, posando moscas doquier, ansiando revivir el placer de una nueva captura.


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No, no todo es ver pescar a mi compañero. 

No le voy a la zaga, avanzo por el rio buscando la señal de la cebada de la trucha, cuando no, pesco zonas querenciosas.


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Chorros de cabeceras de tablas, donde el agua se encabrita, donde la trucha se aposta a medias aguas observando todo lo que discurre por ellas en pos de capturar su comida.

 Larvas, ninfas arrastradas por las corrientes. 

Emergencias, incluso adultos alados por la superficie. 

Su alimento habitual.

También el engaño que el mosquero posa por las aguas, imitación de esos insectos que toma con frecuencia.


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Consigo preciosas truchas, quizás no del tamaño deseado pero que, sin serlo, me deparan satisfacción, incrementada al devolverlas de nuevo a las aguas prístinas de éste rio Tajo, el rio padre que me tiene enganchado de por vida.


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Seguimos pescando, seguimos ascendiendo por el rio, por unas aguas transparentes como pocas que se vuelven engañosas en su profundidad y nos obligan a vadeos importantes.

Y seguimos consiguiendo capturas de preciosas truchas.

Tuvo mi compañero un encuentro con una “loba del rio”.

Pescando una poza querenciosa del rio, en la orilla contraria una gran roca con solapa, hábitat perfecto de una gran trucha.


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La trucha tomo la mosca ofrecida sin recelo, mi compañero clavo con seguridad, mas su oponente al sentirse prendida se empozo y corrió aguas abajo en pos del perdedero.

No hubo opción a lucha, el nylon partió ante la fuerza del rival y el mosquero no pudo sino quedarse asombrado del encuentro, breve pero intenso.

Lecciones que nos depara el rio padre.


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El rio se tapiza de sombras. 

Esperamos el momento de las ocasiones vespertinas en el transcurso del ocaso del sol. 

Empero esto no ocurre, sino todo lo contrario, el rio se cierra y por más que lo intentamos no conseguimos hacer subir a ninguna trucha al engaño que posamos por las aguas.


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Seria momento de sentarse en la orilla y esperar el anochecer y con él un inseguro sereno.

Mas mi compañero sigue pescando, sigue posando moscas sin ningún beneficio.

Yo me contento con vivir el atardecer en el rio, con observar a mi compañero hasta que al fin decide dar por terminada la jornada.


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El Tajo. 

El rio Tajo que me enamora, que me absorbe, que me atrae una y otra vez y al cual acudo como polilla a foco de luz.


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Estoy hechizado por sus aguas.


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                          LasmoscasdePaco.

2 comentarios:

  1. Buen relato, esa zona suele dar alguna que otra sorpresa importante, lástima que Nacho no culminará el lance porque las lobas que hay por ahí son de infarto jejeje

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  2. Nacho es un buen chaval. A poco que persevere por los grandes rios mosqueros los cojera la medida, le falta seguir perseverando, pero eso al tiempo, como todos.

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