De Ríos y de Truchas. Y de Pesca a Mosca. Y de amigos mosqueros.

Aquí se plasmarán todas esas ideas, sensaciones y vivencias de un pescador a mosca y de su grupo de compañeros.

Su finalidad es tratar de inculcar que la pesca a mosca puede llegar a ser una forma de vida.

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Competición NO..... Gracias.

miércoles, 7 de agosto de 2013

UN LANCE MOSQUERO…

          Hay jornadas de pesca que recordamos especialmente por determinadas anécdotas. 

Bien por el entorno, bien por los compañeros mosqueros bien por acasos, incluso por la mezcla de unos u otros factores.

Sucedió en la jornada que, al llegar al rio Juanma y yo dividimos tramos y pescamos alejados uno de otro.

Yo me dispuse a pescar un tramo de corrientitas conocido hace ya mucho tiempo.


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Justo por debajo de las corrientes existe una profunda poza y su cabecera es una pequeña cascadita de aguas donde gusto de comenzar la jornada de pesca.
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Tras la cascada suelo montar cañas y aperos y de paso observar el entorno para decidir que mosca anudar al bajo de línea.

Pasaron hace un par de semanas las eclosiones importantes de Dánicas y Vulgatas.


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Empero no hay más que observar plantas y yerbas de las orillas para encontrarte una buena cantidad de pérlidos (isoperlas creo) y determinar que una imitación del susodicho insecto puede ser acertado para atraer a alguna de las truchas que pueblan el tramo.


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Tras la observación y montaje de equipo me dispongo a comenzar a pescar.

En la lámina de agua tras la caída de la cascada observo una buena cantidad de hermosos barbos correteando unos tras otros, esto no es bueno para nuestros intereses, pues los barbos con sus correrías desplazan a las truchas de sus posturas.


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Sombras negras en la zona donde las ramas bajas del árbol orillado se introducen en el agua, que es postura conocida de buenas capturas.

Lances infructuosos a dicha zona, mas los barbos estropean la postura.

Debo cambiar de lance, lanzar hacia la derecha a una zona de aguas menos profundas donde, al segundo lance una pequeña trucha sube a mi mosca y atrapo sin ninguna dificultad.


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Mientras estoy devolviendo la captura a su medio y recomponiendo y secando la mosca observo la cascada, observo el danzar de los barbos acá y allá.

De repente, de las mismas aguas canosas de la cascada surge un pez de tonos rubios y se desplaza a aguas mansas, apartando a un lado y a otro a los danzantes barbos.

Una hermosa trucha que, tamaña debe ser para quitar de en medio a los bigotudos.

Se posiciona en el blando de aguas tras las ramas del árbol, justo delante de la “uve” que forma la corriente y el escalón de rocas que determinan aguas más profundas.


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Sé que no puedo fallar, que me encuentro muy cercano a ella y que cualquier brusco movimiento la alertara.

Realizo un lance concreto y efectivo, no es un lance lejano mas sé que no tendré otra oportunidad. 

Aquí la experiencia del mosquero es fundamental. 

Un único lance posando con delicadeza metro y medio por delante de donde se encuentra la trucha, no hay opción a enmienda y, falsa modestia aparte, no hace falta.


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La mosca posa donde debe y como debe. 

Deriva lentamente por las aguas. 

Ya al caer a las aguas la trucha da síntomas de actividad, acaso un coleteo un mover de cuerpo sinuoso.

Cuando la mosca está en su vertical asciende glotona a tomarla, con franqueza, subir, abrir las fauces y tragar la mosca.

Son segundos, no, son decimas de segundo que se hacen interminables. 

Cuantas veces viendo como las truchas toman hemos clavado anticipadamente y hemos sacado la mosca de su boca.

Más esta no es la ocasión. 

Espero a que cierre la boca, espero a que se sumerja y, es entonces cuando clavo, con firmeza pero sin brusquedad.

Y al clavar noto como el anzuelo prende en las fauces de la trucha y noto el peso y fuerza de la misma. 

La caña se comba arqueándose mientras tiro de la línea para tensarla.


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La trucha se dirige rauda al perdedero, izquierda de la cascada, a la broza y ramaje. 

Yo corto de raíz su intención, la meto en plaza y pugno porque la lucha sea en aguas limpias en el centro de la poza.

Busca un nuevo perdedero, el introducirse bajo la cascada, a buen seguro que con solapa para liberarse del hierro que la aprisiona.

Y de nuevo pongo en lid el máximo de la calidad del equipo que porto, la acción de la caña, la resistencia del bajo (un bajo de terminal del 0.18).

Hay un momento de máxima tensión donde la fortuna decanta hacia un lado u otro el fin de la batalla. 

En este caso se determina hacia el lado del pescador, la trucha gira y vuelve al centro de aguas mansas. 

No está todo ganado, pero en ése mismo instante supe que yo ganaría.

La trucha sigue arremetiendo, dando arreones hacia un lado y otro, pero cada vez hay menos línea entre ella y el pescador.

Chapotea por encima de las aguas, pero la tensión del hilo no afloja.


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Pienso que puede ser el momento. 

Bajo la caña mientras recojo línea con la mano, tras ello elevo la caña, ésta se arquea y la tensión obliga a acercarse a la trucha que pese a ello pone empeño en resistirse.

Es momento de ensalabrar, la sacadora esta bajo las aguas, tras la trucha, esta se va acercando pese a ofrecer resistencia y, cuando llega a distancia oportuna, alargo el brazo y en dicha acción la trucha se introduce en la sacadera.

La trucha apresada coletea inútilmente. 

Gracias a la acción efectiva y sin fallos he recortado mucho la lucha y esto es beneficioso para ella.

Lleva clavada la mosca en la quijada, segura. 

Desclavo el anzuelo y con máxima rapidez realizo un par de fotografías de tan bella pintona.

Aun queda la satisfacción de la suelta de nuevo de tan bello oponente a su medio, la introduzco en las aguas, un leve movimiento meciéndola delante y detrás y sinuosamente se aleja de mis manos para perderse de vista en las aguas profundas y movidas de la cascada.


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El corazón aun me late agitado, las sensaciones vividas están presentes. 

Me encuentro genuflexo en las aguas, paladeando con placer el lance vivido. 

Mi mano y brazo aun recuerda la fuerza y bravura de tamaña captura.

Sigo absorto, observando el punto donde perdí de vista a mi oponente, asaz de satisfacciones y placer.

Tras un buen rato salí de mi ensimismamiento y decidí proseguir aguas arriba con la jornada de pesca.


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La pena fue que al realizar las fotos subacuáticas la cámara de fotos se me estropeo y no pude realizar más fotografías de dicha jornada de pesca.

Podría proseguir contando anécdotas y capturas sucedidas en dicha jornada, mas falto de fotografías que lo testifiquen prefiero dejarlo para mí y mis más allegados.

Mi compañero de pesca es testigo de la cara de satisfacción que llevaba cuando nos encontramos al final de la jornada y, dicha cara vale más que mil palabras…



                  LasmoscasdePaco.

2 comentarios:

  1. Pero bueno! Déjame a mi esos barbos que ya les enseño yo buenos modales, donde los tienes?

    Preciosa trucha por cierto.

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  2. Pues muy cerquita de tu casa, Carlos. Pero no hay quien los meta mano.

    Por cierto, por el Tajo pasa lo mismo, menudos sustos creyendo que son truchones y luego son barbacos que, por supuesto, hacen caso omiso a mis moscas.

    Saludos

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