De Ríos y de Truchas. Y de Pesca a Mosca. Y de amigos mosqueros.

Aquí se plasmarán todas esas ideas, sensaciones y vivencias de un pescador a mosca y de su grupo de compañeros.

Su finalidad es tratar de inculcar que la pesca a mosca puede llegar a ser una forma de vida.

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domingo, 28 de julio de 2013

DE APRENDIZ A BUEN MOSQUERO…

          Tengo la fortuna de compartir jornadas de pesca con un buen puñado de mosqueros. Mosqueros de tipología diferente, de escuelas diferentes. 

Compañeros de pesca con los que disfrutar del rio, de sus truchas y de la pesca a mosca. 

Compañeros de los que aprender, siempre aprendiendo. 

Compañeros de los que recordar, siempre recordando.

Compañeros con los que disfrutar, siempre disfrutando.


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La fortuna me premia con pescar mano a mano con Roberto “ Rober”, con el cual comparto maestro de pesca. 

Desgraciadamente yo soy peor alumno, viciado por varias formas/escuelas/modos de pescar a mosca, acaso intento mantenerme a duras penas en la línea a seguir del viejo catedrático. 

Roberto sigue fiel a su aprendizaje, fiel a las teorías que el profesor le inculco, fiel a la forma de entender un rio y entender una filosofía de pesca.

Sencillamente ver pescar a Roberto es ver pescar al maestro con la savia de la vara nueva, con el aliño de juventud.


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-Los ríos no son autopistas donde circular a toda velocidad lanzando doquier.-

-En los ríos hay que buscar, y hay que esperar.- 

Buscar la postura correcta, incluso seleccionar posturas en busca de la morada de la trucha tamaña.

Y tras la búsqueda, la espera. 

El aposturarse con sigilo y esperar la delación de nuestra querida trucha. Bien una cebada, bien la observación de la misma.


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Al fin, el lance, no los mil lances sino el lance, único y correcto, con posada perfecta y deriva natural.

El resultado en buena parte de las ocasiones es la captura de la trucha seleccionada, no de una trucha al albur, sino de la trucha que esperábamos pescar. 

Tras ello, la devolución de la trucha a su hábitat, en la mayoría de las ocasiones sin sacarla de las aguas, sin tocarla apenas, tan solo asir el anzuelo y con rápido, breve y hábil tirón desasirla del hierro aprehensor.


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Y es cuando tomas conciencia de que Roberto ya no es un aprendiz de mosquero, sino un mosquero fetén, de los de descubrirse el sombrero ante él y seguirle en su acción de pesca para aprender, para recordar las lecciones recibidas antaño que a veces se me traspapelan y él mantiene férreo timón en singladura firme.

-Paco, las truchas grandes ya no me dan miedo, ahora hasta las lanzo e intento pescarlas-


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-Ya sabes que no me gusta salir en los papeles, pero por ser tú haré una excepción.


Te envío la única foto decente con una trucha  en mis manos que tengo. 


Para mí fue una captura muy importante, me costó mucho hacerme con ella, midió 54 cm y significó mi perdida del miedo frente a las truchas grandes.


Hoy en día ya no me tiembla tanto el pulso cuando sé que estoy lanzando la mosca a un buen artefacto, (años atrás me ponía es un estado de nervios tal, que era incapaz de poner la mosca en el sitio), lo cual no significa que no se me acelere el pulso.-



La escuela de Luis Antúnez está presente. 

Las enseñanzas de Paco Pepe tienen trayecto y futuro gracias a alumnos aventajados como Roberto o alumnos más torpes como quien relata, de por medio un buen puñado de buenos mosqueros que guardo en el anonimato.


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Son formas de entender la pesca a mosca, donde no todo vale para conseguir capturar una bella trucha, pues las truchas son tesoros tan preciados que no vale atraparla burda y toscamente.


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Es filosofía de pesca a mosca… y de vida. 


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            LasmoscasdePaco.

2 comentarios:

  1. Tarde leo este artículo y tarde contesto al mismo, no puedo te puedo llamar otra cosa que exagerado, solamente soy alguien que trata de disfrutar en el río y se aprovecha del mismo para abstraerse de su vida cotidiana.

    Supongo que habrá gente que por esto y por haber ido de la mano de maestros me llamará aprovechón.

    ¡Gracias a a mis maestros! y un abrazo a todos ellos.

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