De Ríos y de Truchas. Y de Pesca a Mosca. Y de amigos mosqueros.

Aquí se plasmarán todas esas ideas, sensaciones y vivencias de un pescador a mosca y de su grupo de compañeros.

Su finalidad es tratar de inculcar que la pesca a mosca puede llegar a ser una forma de vida.

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Competición NO..... Gracias.

martes, 22 de enero de 2013

DE AQUELLOS POLVOS… ESTOS LODOS.

Antonio García, a la sazón “El Profesor Bacterio” ítem mas “El Profe” es mosquero antiguo.

Alumno/amigo de ese gran pescador que es Luis Antúnez y fiel seguidor de la filosofía de pesca a mosca que mamo en aquellos tiempos. 

A esto unimos ser compañero infatigable de Paco Pepe en sus venturas/desventuras y aventuras mosqueras el resultado son muchos, muchísimos años de pesca a mosca, de aquellos de transitar pistas forestales de las de antes en pequeños utilitarios para llegar a parajes maravillosos donde posar moscas (también de las de antes pero que tienen total vigor en el presente) y capturar con frecuencia truchas de las de antes en tamaño y cantidad (y de esto. Señores. Ya no nos queda).


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Soy afortunado por compartir jornadas de pesca con “El Profe”, por enseñarme mil cosas del rio y del monte que mi dura mollera no consigue apenas retener.

Porque me enseñe una y otra vez a diferenciar un arce de un tilo o a realizar ese nudo de atar la mosca que en sus manos parece sencillo y en las mías endiabladamente complicado. 

Cuanta falta nos hace en el presente, donde nos machacan inmisericordemente con actitudes que poco tienen que ver con la esencia de la pesca a mosca, cuanta falta hace, digo. Recordar a buenos y viejos mosqueros como “El Profe”.

Este es el primer relato propio que me envía y que con cariño publico… porque todos tuvimos unos comienzos…

                                     LasmoscasdePaco. 



           De aquellos polvos... Estos lodos.


1975 mayo.

El arroyo pequeño y poco profundo discurre lentamente por el valle, bordeado por árboles, juncos y espadañas, ofrece los más insondables misterios bajo sus aguas para el chaval que aún soy.

Multitud de sombras, oquedades, reinos invisibles bajo la superficie donde mora el pequeño y bellísimo “monstruo” depredador que persigo, lamentablemente para matarlo.


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Una brisa cálida acaricia la piel bajo la sombra de algún aliso mientras miro las ondulaciones de la cucharilla sobre el abismo diminuto que guarda al pez.

De repente un brillo de plata emerge de las profundidades y ataca, casi sin clavada se engancha, la caña verde se comba con sus sacudidas en un intento desesperado por liberarse.

Al final vuela hacia la orilla colgando de la puntera, aún se sacude en espasmos incontrolados sobre la hierba, un golpe seco en la cabeza y se acaba el sufrimiento, luego reposa sobre un lecho de trébol en el fondo de mi chistera de mimbre.


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Todavía no tengo conciencia de ello, pero lo que me subyuga de esta pesca es el misterio, el canto de los pájaros en el soto, el rumor del agua, y la promesa de que tal vez entre las rocas, en los pocitos diminutos y oscuros haya una trucha dispuesta a atacar a mi señuelo.

Matarla y meterla en una cesta ya no me aporta nada, pero aún tardaré un tiempo en comprenderlo.


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Diez años después


Un tipo con cara de pocos amigos me aborda en un tren, apenas nos conocemos, sólo de cruzarnos por las calles del pueblo.

.- ¿Tú pescas?- me dice.

.- Ya casi no voy.

Me enreda con lo que cuenta de la mosca y poco después estoy en un río a su lado.


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El río es mágico, pequeño y transparente discurre por el fondo de un valle angosto cubierto de bosques, hemos tenido que caminar un buen rato por trochas casi verticales para llegar a su ribera, y allí comienza mi nueva vida.

Nos sentamos en la orilla y mi maestro me enseña las ninfas pegadas bajo las piedras y las moscas que bajan flotando en la corriente, el lance sencillo, la posada, y todos los rudimentos necesarios para comenzar, todo con una paciencia infinita.

Es un tipo que se transforma al llegar al río y la paz le embarga (luego con el transcurso de los años la perderá a veces, como yo mismo).


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Aquel día clavé mis dos primeras truchas a mosca y tan nervioso estaba que le pedí que les quitara el anzuelo, fue increíble observar la mosca flotando sobre una playa de arena al borde de lo profundo donde no se veía el fondo, y ver aparecer de repente, desde las sombras, un pez plateado y rojo, derecho hacia la mosca. 


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Mi maestro sostenía la trucha en su mano y me preguntó que quería hacer con ella, por nada del mundo hubiera hecho daño a aquel hermoso animal que me había proporcionado una emoción tan intensa.

Me gané su aprecio en aquel momento y gracias a él yo gané mucho más.


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Post scríptum


Pescando al agua, sin truchas tomando, me queda el germen de aquella pesca en humildes arroyos.


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Me siento más feliz pescando ríos pequeños; las grandes tablas sin oquedades, sin posturas claras, sin micro-pozos, sin rocas aflorando, sin reinos del misterio desde donde acechan nuestros tesoros, las truchas, me aburren y las pesco con resignación y de mala gana, en los ríos grandes busco zonas u orillas donde se reproducen las condiciones de los ríos pequeños.


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De aquellos polvos…



                                  Antonio García

3 comentarios:

  1. Google translate is doing a worse job than usual so I'll just say, gorgeous photos and thanks Paco!

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  2. ¡Joder Paco, con esa introducción me voy a creer que sé pescar! La verdad es que uno va dando palos de ciego y a veces acierta de casualidad, con los años vas elaborando teorías que las truchas se encargan de desmontar una y otra vez. Menos mal que siempre tengo al lado la sonrisa de algún amigo.
    Un abrazo chaval. Y otro a mi maestro Paco Pepe.

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  3. ¡Qué tiempos! ¡Cuanta ilusión! Había días que tras echar gasolina apenas teníamos para un par de cervezas y una bolsa de de patatas "La Dulce Alcarria". No era consciente de la trascendencia que iba a tener en mi vida enseñarte a pescar a mosca. Un abrazo y gracias por tantos años ya de amistad.

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