De Ríos y de Truchas. Y de Pesca a Mosca. Y de amigos mosqueros.

Aquí se plasmarán todas esas ideas, sensaciones y vivencias de un pescador a mosca y de su grupo de compañeros.

Su finalidad es tratar de inculcar que la pesca a mosca puede llegar a ser una forma de vida.

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Competición NO..... Gracias.

viernes, 7 de diciembre de 2012

UN LANCE EN RECUERDO DE UN GRAN MOSQUERO…

          Esta temporada, en más de una ocasión, un gran mosquero y buen amigo me ha comentado,

-Paco. Es que te pueden los sentimientos-

Puede que sea cierto, puede que tan solo sea un paso en la evolución del mosquero andante, puede que uno es como le han parido y no hay forma de cambiar.

Lo cierto es que esta temporada es una temporada de reencuentros, reencuentros con el rio padre, reencuentros con grandes mosqueros Tajo adictos, reencuentros con un pasado muy presente.

Nunca he compartido una jornada de pesca mano a mano con él, por más que de antiguo nos hemos encontrado en varios eventos mosqueros.

Pese a ello, hubo momentos que discurrimos por senderos paralelos.

No, no es un “Maestro Mosquero” ni es un “Gran Mosquero” (porque no quiere que le tilden de ello), es tan solo un viejo aprendiz de mosquero cuya sombra proyectada es muy muy larga…


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          Pescaba el rio Tajo acompañado de un gran mosquero. 
Por la mañana caminábamos por la senda rio abajo cuando al llegar a un punto se paro y señalando el rio me dijo,

-El tío Luis me dijo en una ocasión que en ésa poza había visto la trucha más grande en tierras Españolas. Que la clavo y que se le escapo al tratar de meterla en la sacadera-

Observe con detenimiento el lugar indicado tomando muy buena nota del emplazamiento.

Seguimos avanzando y seguimos pescando, a más decir con buenos resultados pero a mí me faltaba un “no sé qué”.

Fue al atardecer cuando tras pescar unas corrientes me tope de nuevo con “la poza de L.Q.”

Estudie el enclave con parsimonia, sin prisas, con la convicción de estar realizando los mismos pasos que antaño Luis acometió.


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Atusé la emergente que llevaba atada al bajo. Di un par de tirones a la cola de rata para estirarla y avance un poco en la profunda poza.

No, el lance no era sencillo. 

La zona idónea se encontraba pegada a la roca de la orilla, mas la corriente se dividía en multitud de venas que a buen seguro provocaría el dragado de la mosca.

 Abundando en la dificultad era un lance lejano a buen seguro bastante sobrado de los dieciocho metros.

El primer lance se quedo muy corto y sirvió para afirmarme en la división de la corriente y en como mi mosca dragaba al poco de caer a las aguas.

El segundo lance se aproximo bastante a lo deseado, empero demasiado alejado de la orilla, la mosca navego por las aguas sin dragar dos o tres metros sin provocar que trucha alguna se cebara a ella.

Difícil, muy difícil. Que osadía la mía tratar de emular a tamaño mosquero.


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Fue un momento, un instante mágico, la sensación como si alguien me palmeara el hombro dándome ánimos…

Afirme los pies sobre el lecho del rio, busque el mejor agarre de la caña, saque un par de brazadas de línea del carrete que deje delante de mí y fije la mirada en el punto donde deseaba colocar la mosca.

Un falso lance, uno nuevo dando velocidad y un definitivo donde note como la línea deslizaba rauda por las anillas.

La mosca pego en la roca de la orilla y cayo desmadejada a las aguas.

No pasaron dos segundos cuando las aguas se abrieron bajo ella y fue engullida por las fauces de una trucha.


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No. No puedo decir que fue inesperado, porque era lo que llevaba esperando todo el día.

Clave con suavidad pero con firmeza y la trucha respondió con presteza, la caña se arqueo, notaba perfectamente todos los tirones en mi mano.

No había tiempo para recoger toda la línea sobrante en el carrete y ayudarme de él en la lid, tuve que auxiliarme con la mano izquierda tirando de la línea para que en ningún momento faltara tensión, para que en ningún momento la línea quedara floja.


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La trucha buscaba el perdedero en las aguas profundas de la poza tirando con bravura.

La caña atemperaba los arreones de tan combativa pintona.

Mi brazo suavizada la brusquedad de la contienda domeñando poco a poco al oponente.

Tras un buen rato de pelea conseguí atraer la trucha hacia mí y encestarla en la sacadora.

La deje reposar un ratito en ella, el suficiente para preparar la cámara fotográfica. 

Tras ello y sin sacarla de las aguas la desanzuele.

Una rápida fotografía y de nuevo devuelta a las aguas donde rauda se escabullo de la mirada.

No, no era una trucha grande.

Desde luego no se podría comparar con la trucha que Luis Quesada vio en este lugar hace tiempo, pero la captura de esta trucha provoco en mi un sinfín de sentimientos y placer difíciles de explicar. 


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Volví la mirada atrás, mi compañero de jornada de pesca asentía con la cabeza felicitándome por la acción. 

Eche de nuevo la mirada al frente, mas algo me hizo buscar un punto en la orilla, allí bajo los chopos en un lugar despejado de aneas.

No, no había nada ni nadie, pero por un instante creí ver la figura de un mosquero agazapado, observando.

Fue un instante, un instante donde creí notar la compañía de Luis Quesada junto a nosotros. 


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-Con todo mi respeto y admiración hacia un buen mosquero-.



                                  LasmoscasdePaco.

3 comentarios:

  1. Beautiful river, beautiful fish and beautiful sentiments.

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  2. Bonito relato compañero, eso es pesca...los compañeros,las emociones.
    Saludos.-

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