De Ríos y de Truchas. Y de Pesca a Mosca. Y de amigos mosqueros.

Aquí se plasmarán todas esas ideas, sensaciones y vivencias de un pescador a mosca y de su grupo de compañeros.

Su finalidad es tratar de inculcar que la pesca a mosca puede llegar a ser una forma de vida.

Páginas

Competición NO..... Gracias.

viernes, 9 de noviembre de 2012

TARDE DE TORMENTA …

          He comentado en varias ocasiones que éste blog es por y para todos vosotros, seguidores del mismo.
Os he animado a colaborar en él muchas veces, muchos de vosotros lo hacéis de una u otra forma, no tan solo dejando comentarios sino haciendo aportaciones.
La entrada que os presento es un relato de uno de vosotros, mosquero fetén que lleva mas de 35 años posando moscas secas por los ríos.
Me siento orgulloso que uno de los “mosqueros antiguos” colabore en el blog y nos cuente uno entre tantos relatos que guarda en sus recuerdos.
Os presento un relato de Paco Pepe, con toda mi admiración……


            TARDE DE TORMENTA…


          El vehículo todo terreno traqueteaba por aquel inhóspito camino, el conductor iba atento a cada bache y piedra que pudiese crear algún problema en el vehículo. En dicho camino otros copilotos menos aguerridos lo habían pasado realmente mal.

 Los dos hombres iban riendo, se sentían felices, iban a pasar una tarde de pesca en su río favorito, y a pesar de ser verano no pintaba mal.

El camino no era muy largo, tardaron poco en llegar y se bajaron del coche, hacía bochorno y sudaban de lo lindo. Estaban en unos de los tramos más salvajes, más bellos y menos pescados del río.

 Con más pena que gloria se embutieron en sus respectivos vadeadores, pero no montaron las cañas. A los dos mosqueros aún les quedaba un buen trecho por la feraz orilla del río y caminar por allí con la caña montada hubiera sido un engorro.


clip_image002


Al fin llegaron a un lugar lo suficientemente abierto como para montar las cañas, los carretes, engrasar las colas de rata y los bajos de línea y por fin poner una mosca, que cuidadosamente fue engrasada. Digamos de una manera eufemística que estaban impacientes por empezar a “varear” el río.

Los dos pescadores se iban asomando al río, cada vez que la vegetación de ribera se lo permitía y realmente en aquel preciso tramo, el río no se dejaba ver mucho.

 Buscaban en las posturas en las que otras veces habían visto o vislumbrado grandes truchas. Ojeaban y ojeaban todas las posturas, pero el río no dejaba ver a sus pupilas.

 Se empezaban a ver y oír rayos y truenos. Uno de ellos empezó a pensar en la mosca de salmón “Thunder and Lightning”.


clip_image004


Después de un largo rato, se impuso una parada. Los rayos y truenos se veían y sonaban cada vez más cerca.
 Cuando ya se los sentía en la piel, uno de ellos tomo las cañas de grafito y las alejo un tanto, mientras; el otro echo mano a su bolsillo y le ofreció un pitillo al otro, que lo acepto de inmediato.
 Nuestros pescadores fumaban con gran deleite, cuando la tormenta se echó encima. Llovía, llovía como si fuese la lluvia primigenia.
 La tierra se empapaba y luego la subida por el camino se antojaba escabrosa.
 Los dos compañeros habían tenido mucha suerte y habían echado sendos chubasqueros, se los pusieron rápidamente así como las gorras de béisbol, feas pero eficaces.
Los dos aguantaban estoicamente el aguacero, pero casi parecían más molestos por no poder prospectar el agua, pues estaban en un corriente que les gustaba particularmente. 

La lluvia golpeaba el agua y a nuestros amigos con fuerza, casi con furia, intentar seguir la deriva de una mosca seca en tales circunstancias era de majaderos. 

Había algo mágico en el ambiente, a pesar del aguacero. Olía a hierba mojada y ese particular olor indescriptible cuando llueve o deja de llover.
 Pero al fin cesó, los dos pescadores se quitaron con parsimonia los chubasqueros, los sacudieron y guardaron en la espalda.


clip_image006


Se afanaron en fumarse un pitillo, pues mientras duró la lluvia les fue imposible.

 Y en estas se encontraban, cuando vieron eclosionar moscas, se acercaron y capturaron varias las examinaron

-¡¡Son Ephemerellidos!!-


clip_image008


De pronto más arriba, en una tabla lenta, muy lenta, vieron algo que a todos los pescadores nos dispara la adrenalina. 

Era una cebada, sutil al mismo tiempo que se apreciaba una ola que delataba el tamaño de la trucha.

 La cebada se repitió, se iba haciendo más frecuente.

No había duda, ¡¡era una gran trucha!!


clip_image010


La cebada se situaba debajo de la rama de una sarga.

 El más experto se la cedió al más novel, pero este se vio superado por los nervios. Al final fue el más experto el que la pescó, no os diré el tamaño, sólo que es una de esas que se nos aparece en sueños.

Los dos pescadores siguieron felices, la tarde fue de esas que no se olvidan, tomadas, rechazos, buenas y salvajes truchas.

En un tramo de rio con orilla en terrera, el tiempo dejo de correr, ¡¡tal era el estado de embriaguez de los dos pescadores!! 



clip_image012
clip_image014


Por fin llego la noche, sorprendió a ambos en una tabla muy querenciosa, en la que habían tenido anteriormente “encuentros en todas las fases”. 

Aquel día, bueno mejor anochecer no fue menos.

 No siempre se da así, pero las poquísimas veces que se da hay que disfrutarlo.

Cuando ya no se veía ni el cielo, decidieron salir del río.
Ya en la orilla, recogieron cañas y carretes.

Estaban introduciendo la caña en la funda y el carrete en uno de los bolsillos traseros del chaleco de pesca, cuando los rayos y truenos volvieron a aparecer, nuevamente se enfundaron en chubasqueros y comenzaron a bajar por una senda, hoy casi perdida.


clip_image016

Afortunadamente uno de ellos llevaba una linterna, eran aproximadamente las once y media de la noche, e iba guiando al otro en los pasos más difíciles. 

De vez en cuando se tomaban un ligero respiro, pues la bajada la hacían a buen paso. Un último vadeo y ya estaban a cincuenta metros del coche.

Con gran alivio pero rápido por que llovía se quitaron los vadeadores y se cambiaron.

Con cierta congoja comenzaron la subida con el todo terreno, pero el año había sido tan seco que el camino estaba perfecto. 


clip_image018


Al fin en el alto dejo de llover, los dos hombres salieron del coche abrieron la puerta de atrás y sacaron viandas y bebidas de las que dieron buena cuenta.

 Lamentaron no haber llevado una botellita de “champagne” pues el día había sido especial.

- “Sabes, mañana tenemos que volver con lo que ha llovido y el calor de mañana… ¡¡tienen que salir hormigas de ala!!”- Dijo uno.


clip_image020


El otro asintió… Pero esa ya es otra historia….



               Francisco José Vázquez.

2 comentarios:

  1. No puedo saber si es sueño o realidad, pero me parece estar en esas tablas tan queridas y nunca olvidadas. Lamento que no hayáis puesto una foto del viejo Molino, si es que está en pié; me hubiera recorrido el cuerpo un escalofrío de nostalgia, quizá de remordimiento por haber abandonado a nuestro Río adorado.
    Bien, Pequeñín; bien hiciste en dejar esa buena trucha a tu compañero,y no importa que no la la pudiese engañar. Con tu demostración le diste un empujoncito hacia el más allá del más allá, ese donde la razón pierde su sentido y se trueca en quimeras incomprensibles, pero maravillosas.
    ¿Recuerdas? Llevabas tu primera caña... inservible; tu línea de alambre eléctrico; tu mosca robada al compañero... "Señor bambú,yo puedo enseñarle muchos ríos de mi región." Perdona si mi risa te molestó por aquel entonces, pero era como decirle al casero que su casa la conocías sólo tu.
    ¿Cuántos años han transcurrido? No sé, pero sólo sé que han sido dos vidas unidas para siempre por el Amor a un Río, nuestro Dios particular, como bien dice el Profe Bacterio.
    Desde la lejan[ia del Nuevo Mundo te deseo que sus Aguas, benditas Aguas te sean favorables. Tu viejo y trasnochado bambú

    ResponderEliminar