Todas las temporadas tienen una o varias salidas en plan “aventurero”.
Lo cierto es que soy poco de pescar entornos cómodos, al contrario los escenarios que frecuento son más bien para pescadores agiles, cosa que no va muy de acuerdo con mi estado físico.
A veces el listón de la dificultad se pone alto, tan alto que la jornada troca en pequeña aventura.
Y ocurrió que acompañado de un par de mosqueros decidimos probar suerte pescando las corrientes de un tramo de rio encañonado y difícil acceso.
El sol aun no había iluminado las aguas plenamente cuando el trío de mosqueros ya andaba posando moscas por las aguas, quizás demasiado pronto, tan pronto como para que “maese pintona” no estuviese puesta en los rabiones o, así quisimos creerlo al no conseguir las capturas deseadas en dicho tramo.
El sol cubrió las aguas y con ello cambio la actitud de las truchas, la mirada aprendida del mosquero conseguía ver una cebada acá y otra allá.
Aproximación a la misma con sigilo, lance delicado posado de la mosca evitando dragados, lo que es lo mismo, un buen hacer mosquero que en varias ocasiones se premiaba con la captura de la pintona a la que ofrecíamos nuestras moscas
Si Juanma se divertía pescando atractivas corrientes, Álvaro no le iba a la zaga, aguas arriba y colocado lateralmente a las corrientes posaba su mosca por el filo de las mismas donde las truchas atacaban el engaño que se las presentaba
El resultado no podía ser otro que conseguir llevarse a la mano varias truchas y disfrutar del rio, del entorno, de las capturas, disfrutar de la pesca a mosca
Quien relata se atrevió con una tabla de aguas paradas y profundas, vadeando con cuidado, avanzando hasta el límite del vader…
Allá, oculta en la sombra de la sarga de la orilla contraria detecta la cebada delatora.
Espero una nueva cebada, nervioso, ansioso, como si fuera la primera vez que me encontrara en semejante tesitura.
La trucha se vuelve a cebar.
Estudio el lance, poco complicado, acaso un lance algo lejano, adelantado lateral en unas aguas paradas donde a simple vista no se observan corrientes que provoquen dragados.
Lanzo, la mosca posa en el punto deseado, justo en la sombra que proyecta la sarga.
La respuesta de la trucha no se hace esperar, toma franca el engaño.
La lucha tampoco es demasiado dificultosa, evitar la primera intención de huir a las ramas de la sarga y dejarla acometer los empellones en las aguas libres de obstáculos del centro del rio, tras ello atraerla hacia la sacadora, una rápida fotografía y de nuevo al rio.
Busco de nuevo a mis compañeros, para disfrutar viendo como pescan, aprendiendo, siempre aprendiendo de ellos.
Álvaro pesca unas corrientes preciosas, despacio, tanteando todas las posturas posibles.
El resultado no podía ser otro sino la captura de una nueva pintona.
Sigo aguas arriba, buscando a Juanma. Pesca otro precioso tramo de corrientes.
Y el resultado de su buen hacer es similar al de Álvaro, una bonita trucha capturada.
Me afano en conseguir fotografiar el momento, a Juanma y a la captura, sin darme cuenta que el fotógrafo pescador ha sido pescado fotografiando…
Las corrientes se vuelven complicadas, el cañón se estrecha y la jornada de pesca aventurera llega a límites máximos.
Orillas enmarañadas o inexistentes, paredes cortadas a plomo sin opción a transitar por ellas, tan solo queda avanzar por el encabritado cauce de aguas rabiosas que se oponen al avance del mosquero.
Tras pasos dificultosos me encuentro una poza preciosa y en ella varias truchas puestas en aguas medias, subiendo a la superficie a tomar los insectos que flotan por las aguas.
Lance medido.
Posa la mosca y veo como la trucha se activa.
Dista más de cuatro metros de la mosca, en una nadar sinuoso se acerca franca a ella, sube a la superficie y la toma sin recelo.
Una captura de las que dejan huella en los recuerdos del mosquero
Una rápida fotografía y de nuevo un nuevo lance, son varias las truchas puestas y pescando con sigilo le saco a la poza cuatro capturas de bonitas truchas sin cambiar de puesto
Al fin toca cambiar de zona, salir de allí… por donde??
Pues no toca otra que hacer la cabra…
Trepar por la roca ajustando muy mucho cada paso dado
Sujetando la caña en la boca cual puñal pirata y utilizando manos y pies para solventar la papeleta…
Al fin uno consigue llegar a la cima, ahora queda bajar que os puedo asegurar aun fue más difícil que encaramarme en lo alto.
Al llegar de nuevo a las aguas me encuentro con un paraje precioso
Mis compañeros me han ido a la zaga, sorteando los obstáculos con dificultades parecidas a la mía.
Álvaro me indica con la mano que ha conseguido dos nuevas capturas…
Juanma me ha sobrepasado y me acerco a él justo en el momento de una nueva captura
La jornada va llegando a su fin, es tarde y estamos muy alejados de donde comenzamos, hay dos opciones, volver por el rio o buscar alguna pequeña trocha por el bosque.
Ambas opciones parecen igual de dificultosas.
Me animo a buscar la trocha, encuentro una que si bien no es muy cómoda si parece definida, no lo pensamos, monte arriba y a trochar.
Queda echar una última mirada al lugar donde estuvimos…
Allá abajo observamos las rugientes corrientes por las que hemos transitado, donde hemos disfrutado de unos lances que a buen seguro perduraran en la memoria.
En más de una ocasión hemos necesitado de la mano del compañero para atravesar un paso dificultoso, un apretón de manos firme que une y perdura mucho mas allá del momento presente.
Momentos mosqueros… sensaciones mosqueras…
Aun queda tiempo para echar unas varadas a la par en unas corrientes…
Y conseguimos un par de capturas para redondear una jornada mosquera memorable…
LasmoscasdePaco
Excelente relato y no menos espectacular paraje donde tuvisteis esta aventura, gracias Paco por com partirlo
ResponderEliminarGracias a ti, Paco.
ResponderEliminarNos quedo pendiente varear a la par un dia, a buen seguro culpa mia.
La proxima temporada es inexcusable el mojar moscas juntos.
Un saludo
Hola.
ResponderEliminarNo voy a publicar tu comentario, "anonimo".
Cuando quieras y en privado lo comentamos, siempre y cuando sepamos ambos con quien conversamos.
Saludos
¡¡¡Buena aventura!!! Yo también anduve por el río encañonado, pero no este puente, sino el finde de la semana pasada. No estuvo mal. Clavé como unas 6 ò 7 truchas y una truchona de más de 45 cm. Como no puedo adjuntar el trófeo fotográfico a este mensaje, te lo mando por correo electrónico.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Paco:
ResponderEliminarVeo que el sombrero que te regalaron las Xanas del Sorbe te permite trepar por los riscos, cual cabra montés. Me alegro de ello.
Maravilloso el rincón, supongo que del rio que nos tiene enamorados y que espero, pronto podamos volver a compartir. Por cierto, río que últimamente está mostrando su mejor cara, lástima que hoy se cierre.
Hasta siempre
Ángel