TIEMPO DE “PERLAS”…

          Existen determinados montajes de moscas que tan solo son empleados en momentos puntuales, generalmente en momentos de eclosión del insecto a asemejar. A modo de ejemplo, montajes de imitaciones de Efémeras Dánicas, de Oligorunellas Rhenanas, de Ephorón Virgo, Bibios. Etc.



En el presente eclosionan en muchos de nuestros ríos grandes Pérlidos, Dinocras Cephalotes, Perla Bipunctata son ejemplos de algunos de estos grandes Pérlidos.



Los mosqueros somos renuentes a atar en nuestros bajos imitaciones de moscas de gran tamaño, bien por costumbre bien por caer en la creencia que las truchas comen insectos de tamaño contenido. Craso error.



Pescar con la imitación de una gran Perla no nos deparara un notorio número de capturas o capturas de mucho tamaño… o si, pero lo que es cierto es que pescar con un bajo terminado en un 16 de grosor y una mosca montada en un anzuelo del 12 2X no es habitual y, conseguir una captura con dicha mosca proporciona un placer especial mas allá de cantidad o tamaño de capturas.



Tal fue el caso en mi última salida de pesca, donde a principio de la tarde en un momento determinado observe media docena de grandes perlas volando sobre el rio entre las piedras o hacia las ramas de las orillas.



-Edu mira, están volando grandes perlas.-

-Ya, ya las he visto-

-Pues voy a darme el gustazo-



Dicho y hecho, recompongo el bajo, renuevo el tramo del 18 y añado un buen tramo del 16 en cuyo extremo ato una imitación de pleco-trico (quizás un Trotón) montado en un gran anzuelo.



Poso la mosca cerca de las orillas del rio o de las rocas aflorantes, la mosca golpea al caer y ralla la superficie al navegar, quizás con otra imitación no sería ortodoxo empero en este caso es más que oportuno pues las moscas naturales derivan por las aguas en forma semejante.



No, no conseguí muchísimas truchas, tampoco grandes en tamaño, pero fueron dos capturas de truchas no menores de 25 cmtrs que aquilataron y rebosaron en mucho el cesto de las satisfacciones y sensaciones que, al fin y al cabo es por lo que acudimos al rio a pescar.



Una picada en la orilla del rio, pegada a las hierbas y otra al chocar la imitación en una roca aflorante y caer al agua. Dos picadas fulgurantes, estrepitosas, atacando brutalmente el engaño y sumergiéndose en las aguas. Dos clavadas seguras, secas, aplicando tensión y notando la fuerte oposición y brava lucha de nuestra querida “Maese Fario” para al fin, ensalabrar, desanzuelar y devolverla de nuevo a las aguas del querido rio.




Dos capturas muy especiales, de aquellas que tras la jornada de pesca quedan en el recuerdo y durante las largas noches del invierno rememoramos con placer.




LasmoscasdePaco.