Cuando llegue al rio me lo encontré con el caudal óptimo para pescarlo a mosca seca, si me apuran incluso un poco bajo.
Son esos días en que uno cuando afirma los pies en el agua y mira el entorno que le rodea y observa esa avenida acuática que es el rio, sonriendo dice para sí…

-Hoy pescar a mosca va a ser un placer dulce. Muy dulce-
Creánme que ésta sensación así a bote pronto no ocurre siempre.
Lo vi bueno, tan mollar que me dije que la jornada tendría que ser especial.
Al pronto me vino a la memoria un gran montador de moscas y amigo, Jesús Azorero, y sus sabios consejos sobre un patrón de mosca que me enseño y aconsejo hace años, el Cripple.
Y cual brindis taurino, dejando vagar la vista por las aguas del rio en mi pensamiento afloro una frase…
-Va por ti. Maestro-

Busque entre mi caja el surtido de moscas cripple y de entre ellas escogí una de tonos verdosos.
Tras ello la anude al terminal del bajo de línea y me dispuse a posar la mosca por las aguas del rio en busca de preciosas Xanas.
No tarde en observar la primera cebada.
Justo en la vena de la corriente con lo que ello debe de decirle al mosquero, pues cuando las truchas se ceban en la vena de la corriente es que están comiendo y cuando esto sucede, el temor y desconfianza de la trucha disminuye a favor de las ganas de comer.
La realidad refrendo la teoría (que ya es mucho aval) y fue lanzar al punto donde observe la cebada y que la trucha tomara el Cripple que le ofrecía.
Clavar, mantener la tensión continuada, aguantando los chapoteos de la bella Xana atrayéndola hacia la negrura de la malla de la sacadora.

Fácil, sencillo, placentero, como si no hubiera opción a otro desenlace.
Una rápida fotografía mientras contemplo la belleza de la Xana que me tiene embrujado y de nuevo libre en las aguas que habita.
Mientras realizaba la acción anterior, por el rabillo del ojo ya había controlado la cebada de otra trucha.
Coser y cantar fue capturarla.

Lo cierto es que el tramo de aguas corrientes me deparo la docenita y media de capturas famosa en una pesca reposada donde la dificultad estribaba en el escenario de pesca, en procurar afirmar seguro los pies en las resbalosas y lisas losas de pizarra resbalosa.
Salvando dicho escollo, lanzar a zona querenciosa o corriente daba por resultado la captura de una preciosa Xana.
La alarma biológica me saco del ensimismamiento de una pesca tranquila, reposada y efectiva. Hambre y sed.

Sentado en la orilla, bajo la refrescante sombra que me proporcionaba un hermoso chopo di buena cuenta del par de sándwiches, la manzana y unos buenos tragos de agua.
Aun después de comer repose un rato contemplando el rio y el maravilloso entorno que me rodea.
Tras el refrigerio me encamine a un nuevo tramo de rio. Buscando corrientes y aguas movidas.
Al observar la mosca atada al bajo la vi bastante desaliñada, no tanto como para cambiarla necesariamente pero si como para destinarla unos cuidados.

Pensando estaba en atusar la mosca cuando me dije.
-Paco, porque no pruebas con otro montaje-
En mi memoria afloro un patrón recomendado por otro buen mosquero y amigo, Dani, a la sazón La rubia.
Dicho montaje no es sino su afamado “El Gris”, un montaje en anzuelo pequeño (18/20) que igual puede imitar un pequeño trico, un pequeño pleco o un pequeño díptero.

Muchos podríamos avalar las cualidades de dicho montaje, yo a diferencia de otros es un montaje que suelo utilizar en los últimos días de temporada, allá en octubre cuando el otoño avanzado vuelve fríos y grises los días de pesca.
-Pues echaremos la tarde con la mosca de Dani-

El lugar donde comencé a pescar me ha deparado muchas truchas en el pasado, la “colada” de una tabla de aguas movidas donde por debajo existe un gran pozón.
Zona donde se posicionan tanto las truchas de la poza que suben a comer como las de la tabla que se rebajan.
Sea como fuere al segundo lance había conseguido la captura de una preciosa trucha, bien es cierto que de tamaño menor a las conseguidas en jornada matutina.

Solamente en la pequeña tabla de apenas veinte metros conseguí cuatro capturas, todas ellas colocando el gris en las corrientes de agua y, todas ellas tras haber visto con anterioridad a la trucha puesta a medias aguas o en clara cebada.
Seguí avanzando por el rio, posando El Gris por las corrientes y consiguiendo un buen puñado de capturas que a la postre sumaron otra docenita y media (algún día os diré como llego a tan conspicua cifra).
Al pronto note chapoteos tras de mí, gire la cabeza y me encontré con Álvaro, compañero de jornada que había pescado aguas abajo de mi y ya me había alcanzado.

-Hola Álvaro, que tal se ha dado?-
-Pues bastante bien. He pillado bastantes-
-Hala pues, ponte aquí a mi lado que veras como seguimos así de bien-
Compartimos varadas, unas veces pescábamos a la par una orilla uno otra orilla otro. Otras veces nos cedíamos los lances.
-Mira Álvaro. Allí delante se ha cebado una. Lánzala-
-Donde?-
-Delante de ti, pegada a la sarga, en la corriente-

Álvaro lanza a la zona indicada y la trucha toma su artificial rauda y segura.
Buena clavada, ir recogiendo línea y a la postre trucha en la sacadera.
-Bien Álvaro, bien-
Y mientras le felicitaba descubría una nueva cebada, esta vez pegada a la orilla de mi lado.
Lance certero, posada correcta de El Gris y la trucha que toma la mosca con franqueza.
Son truchas de tamaño menor que las de por la mañana, pero no por ello menos gratificante.

Pescar a la par con el compañero capturando truchas con regularidad es un placer y, si os digo la verdad,
asaz de capturas me apetecía más que mi compañero disfrutara de las capturas que hacerlo en propia persona.
Al pronto me encuentro sentado en la orilla a Juanma, trío al completo.
Había estado pescando una zona alejada de nosotros y al caer la tarde se había venido a buscarnos, ya sin pescar incluso con la caña plegada y guardada en su funda.

-Juanma, coge mi caña, pruébala y mira que bien va con la línea Barrio nueva-
Le cedo el equipo, la postura del rio y dejo que mis compañeros pesquen a la par.
Yo dedicado a disfrutar de los lances de ambos y de tomarles algunas fotografías. Incluso filmo un video del equipo al completo.
Álvaro capturando la trucha, Juanma devolviéndola a las aguas y quien relata haciendo de cameraman filmando el video de captura y suelta.

La jornada de pesca torna a su fin.
A decir verdad son pocas las jornadas donde se consiguen tantas capturas y parte de la responsabilidad de las mismas es por El Cripple y El Gris, o lo que es lo mismo. Por los buenos consejos de dos buenos mosqueros, Jesús Azorero y Dani La rubia que de aquesta manera estuvieron presentes y compartieron jornada con nosotros.

Agradecido a ambos.
LasmoscasdePaco.