De Ríos y de Truchas. Y de Pesca a Mosca. Y de amigos mosqueros.

Aquí se plasmarán todas esas ideas, sensaciones y vivencias de un pescador a mosca y de su grupo de compañeros.

Su finalidad es tratar de inculcar que la pesca a mosca puede llegar a ser una forma de vida.

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Competición NO..... Gracias.

martes, 24 de junio de 2014

SORBIENDO SORBITOS DEL SORBE…

          Tenía pendiente hace tiempo una salida de pesca con Ángel que, por motivos de las fatiguitas varias se retrasaba más de lo deseado.

Al fin este mes pudimos cuadrar un día para compartir una salida de pesca.

Decidimos compartir lances en el rio de las Xanas. Pescar un maravilloso tramo encajonado en un angosto cañón.


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Al llegar apreciamos que el rio baja justito de agua, quizás le queden quince días de pesca, después y por propia voluntad dejaremos de pescar el rio… el mosquero que suele pescar éste rio sabe cuando pescarlo y cuando no. 

Sabe que en el mes de abril el rio se debería pescar porque no se le daña y sabe que cuando el rio se agosta, por propia voluntad se le deja de pescar, esto sí es estar concienciado con el rio y conocerlo, no como otros caprichosos medallistas aplicadores de teorías basadas en nulas experiencias.


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Si en anteriores jornadas fue Ángel quien me descubría sus ríos y me dejaba sus lances querenciosos para mi disfrute, en esta ocasión tocaba la réplica, le iba mostrando posturas querenciosas donde con frecuencia suelo ser premiado con capturas de Xanas.

Sol, calor, poco agua, mal coctel para la pesca y el albur fue avalado en la primera de las tablas a pescar donde comenzamos y no obtuvimos capturas al final de la misma y a la postre tampoco en los chorritos de inicio.

Y si en dicha tabla no se consiguen capturas puedes vaticinar que el día no será asaz de ellas.


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Una pequeña “piscina” de dos por dos próxima a un chorro y sombreada fue el lugar de la primera captura.

Me asome entre las rocas, pose el trico rubión y rauda la trucha tomo el engaño.

La captura nos mostro como podríamos conseguir nuevas truchas, amagadas en aguas movidas, sombreadas, truchas agazapadas.

Así la pesca se vuelve rececho. 

Asomándonos con cautela a pequeñas posturas posando con mimo moscas secas, la mayoría de las veces con resultados vanos y otras con la sorpresa de que una bella Xana toma el acero engañoso que el mosquero la ofrece.


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Llegamos a la zona del Vado Serenguetti.

La chorrera enfundada en rio galería no pudimos pescarla, llevar una caña de nueve pies para pescar allí no es lo aconsejable y tras varios intentos que terminaron con la mosca clavada en las ramas de los arboles desistimos y marchamos a la tabla superior de aguas paradas.

Al llegar a la tabla vimos cebadas. 

Cebadas en puntos donde siempre las vemos y por la profundidad nunca llegamos. 

Empero en esta ocasión con aguas escasas las cebadas son asequibles… no aquellas buenas a más de cuarenta metros… pero si esas otras cebadas que se observan entre veinte y ventimuchos metros.

Ángel avanza por la tabla con prudencia, se posiciona a límite de vader, justo a ras de que el agua le rebose por las axilas. 

Uno que se ha visto en dichas vicisitudes sabes que el lanzar de aquesta guisa no es cómodo ni sencillo, mas aun si la distancia a posar la mosca es alejada.


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Las truchas siguen cebándose con frecuencia relativa, Ángel alarga el lance y posa su mosca próxima a ellas.

La picada no tarda en producirse y la respuesta de Ángel es efectiva, clava la trucha y la atrae desde la distancia en bonita lucha.

La oponente no es mermada y el amplio escenario acuático da para que la Xana venda cara su captura. 

Al fin el buen hacer del mosquero vence al empeño de la Xana y esta termina en la sacadera para tras desanzuelarla devolverla de nuevo al hogar que es su rio.

-Muy bien, Ángel. Precioso lance-

La sonrisa ilumina la faz del mosquero prueba evidente del disfrute.


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El siguiente “punto caliente” es para mí una de las mejores echadas de todo el rio, con frecuencia consigo aquí varias y tamañas capturas, mas la pesca a moscano son matemáticas y suele suceder que la postura que más confianza te da para mostrar al compañero pasa en blanco.

Ángel mira la postura…

-Paco, esta hamburguesa me la quiero comer despacito-

A fuer de ser francos la postura tan solo dio una captura y no del tamaño deseado, tras ello y pese a realizar muchísimos lances no obtuvimos premio de nueva captura y al final proseguimos con la pesca rio arriba.

A mí me quedo un puntito de desazón porque esperaba más de dicha postura. Así es la pesca.

El rio se extiende en “piscinas” encadenadas, con sus coladas, sus tramos medios de aguas lentas y sus corrientes de cabecera, añadan a esto orillas con sargas lamiendo las aguas y sombreándolas y tendrán el escenario para pasar todo un día realizando lances y mas lances.


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Fortuna dispar. En lugares donde esperas algo mollar la pescar no te premia con capturas y otros de aspecto menos interesante te sorprenden con furiosos ataques a tu mosca, que a veces consigues capturar y otras no… pesca a mosca… a mosca seca a mas decir.

El día se agota, el sol se esconde tras los ricos de poniente del cañón y las sombras se van adueñando de las aguas, volviéndolas misteriosas, con espejos y claroscuros que vuelven si cabe más sorpresiva el ataque de la Xana a nuestro engaño.

Yo pesco muy mal en estos momentos, no sé que me ocurre que no logro concretar las cosas, en la mayoría de los casos no veo la mosca y pesco por intuición creyendo saber más o menos por donde discurre mi mosca, esto propicia muchos fallos en las tomadas.


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Aun quedan sorpresas. 

Ángel pesca desde el medio del rio, subido a una losa de pizarra en medio de aguas profundas que le impiden moverse de la posición en que esta. 

Desde allí aprecia como las truchas se ceban en la corriente de cabecera de la tabla, mas una cortina entrecruzada de ramas de sarga le impide posar la mosca en dicho lugar.





No se arredra, busca las vueltas a la postura. Sale de las aguas sube por la orilla a la cabecera de la poza, arrodillado cruza como puede la maleza que media entre trocha y orilla para al fin poder asomarse.

El punto queda aguas arriba de las cebadas, acaso cinco o seis metros. 

No puede lanzar, es más, ni siquiera puede sacar la caña entera. 

Coge la caña a la altura de la primera anilla, posa la mosca frente a él y deja que navegue aguas abajo.

La trucha toma franca el artificial, Ángel clava como puede, la trucha chapotea las aguas, queda recoger de mala manera la línea, agarrar la caña aun más arriba metiendo el mango entre la maleza y conseguir atraer la trucha a la sacadera. 

Un lance digno de relatar, mas aun de observar y de disfrutar viendo como tu compañero consigue sacar tres truchas donde otros muchos hubieran desistido, sinceramente disfrute tanto del lance como si hubiera sido yo mismo el protagonista.





Quedan en el tintero dos lances muy buenos de dicha jornada, uno propio que, permitirme guardar para comentarlo en otro momento.

Otro de mi compañero.

El escenario es un pequeño canalillo entre dos cascadas de agua y flanqueado por maleza, un canalillo de apenas el ancho de una persona y seis metros de largo, pero con más de un metro de profundidad.

Aquí en el pasado he obtenido buenas capturas y, le avise de ello a mi compañero

-Ojo Ángel, pesca el canalillo y con cuidado porque allí suele haber una trucha muy buena-

Ángel se posiciona por debajo del canalillo, por debajo de la cascada, con lo que el canal le queda casi a la altura del pecho. 

Realiza un lance a la cabecera, justo a las aguas que caen de la cascada superior, la mosca deriva por las aguas y la corriente la empuja a pegarse a la orilla derecha.


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Cuando la mosca esta mas o menos a mitad del canal una trucha toma furiosa la mosca, Ángel clava con seguridad.

La trucha es tamaña, dobla la caña en una curva significativa, pega saltos por encima del agua y profundiza en la misma buscando escapatoria.

Ángel no puede moverse del lugar, alza el brazo, caña en alto trata de atraer la trucha a su proximidad para poder utilizar la sacadera.

Le surgen dudas de poder hacerlo, piensa que quizás si consigue descolgar la trucha por la cascada a sus pies allí conseguirá enmallar mejor tan brava Xana.

Dicho y hecho echa codo, brazo y caña para atrás atrayendo la trucha que, viene chapoteando, saltando, sin dar su brazo a torcer y poniendo dura su captura. 

Cuando esta al filo de la cascada, en su chapoteo choca con las rocas del lecho y dicho choque propicia que el hilo afloje su tensión, que se destense.

La brava trucha no necesita más, un poquito de hilo laxo cuatro cabriolas y de repente el arco de la caña se yergue y tensa al conseguir liberarse la trucha del anzuelo que la atrapaba.


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-Joder Ángel, nos ha dejado con la miel en los labios-

-Pues si-

Ángel me mira, media sonrisa se le dibuja en la cara, mezcla del placer de la lucha y el sabor agridulce del resultado final.

-Que se le va ha hacer. Otro día será-

-Si, Paco. Esto me lo guardo para otro día-

Un apretón de manos, porque el lance lo mereció.

La noche se nos echa encima, aun nos queda buscar un lugar para salir del rio, encontrar la senda que discurre a media altura de la montaña y que nos llevara al lugar donde dejamos el auto sin tener que bajar por el propio lecho del rio con la dificultad que esto entraña.


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Ya cambiados de hábitos, con ropas secas, tomando un refrigerio comentamos en animada charla sucesos que hemos disfrutado, de la dureza y belleza a la par del rio de las Xanas y, sobre todo del embrujo de las Xanas, que cuando las atrapas eres tu el atrapado y no te queda otra sino volver a buscarlas, una y otra vez, en un giro sin fin buscando la felicidad de pescar a mosca (a mosca seca) una maravillosa Xana.



                    LasmoscasdePaco.

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