De Ríos y de Truchas. Y de Pesca a Mosca. Y de amigos mosqueros.

Aquí se plasmarán todas esas ideas, sensaciones y vivencias de un pescador a mosca y de su grupo de compañeros.

Su finalidad es tratar de inculcar que la pesca a mosca puede llegar a ser una forma de vida.

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miércoles, 30 de abril de 2014

EL VALLE COMODO…

          De nuevo una jornada de pesca por la Sierra Norte.

 Pescando uno de los “valles amables” de ésta variopinta serranía que tan pronto te ofrece valles impenetrables y abruptos como otros acomodados y suaves. 

Tan cercanos y tan diferentes.
 
En esta ocasión pesco un tramo de valle muy acomodado, suaves laderas, ancho vaso por donde discurre placido un rio de aguas transparentes y poca profundidad.

 
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Anchas orillas despejadas y tapizada de verdes pastos que acomodan la pisada y donde el lanzar nuestras moscas a las aguas se vuelve placido, sin obstáculos.

 
El pero… siempre buscaremos un pero. 

Es que el tamaño de las truchas que alberga el rio es más bien pequeño. 

Coquetas truchas palmeras que, teñidas de oro se camuflan con la composición del lecho del rio, en su mayoría cantos de piedra.

 
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Quizás sea uno de esos tramos donde el aprendiz a mosquero pueda practicar el lance y la pesca, pues si a todo lo anterior añadimos moderadas eclosiones de insectos (plecópteros de medio tamaño, hermosas efémeras de buen tamaño tipo “Pardón”, o bétidos) el resultado es una pesca placida, sosegada, sin cansarnos por trochar entre malezas o ajustando lances concretos por el poco espacio.

 
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No, lo de hoy es pesca reposada, lanzando cómodamente acá y allá nuestra mosca, observando su deriva y clavando con firmeza cuando las pequeñas truchas se ceban fieramente al engaño que las ofrecemos.

 
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Acaso llegamos a algún punto de aguas más profundas y nos paramos a estudiarlas, a tratar de localizar alguna trucha de mayor tamaño puesta.

Estudiando las corrientes y el derivar lo que por ellas flotan viendo donde se acumulan insectos y demás, comederos a buen seguro donde la trucha pueda apostarse a tomarlas.

 
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Es entonces cuando realizamos los lances, evitando dragados, suavizando las posadas, observando las derivas. 

Si hemos realizado bien las cosas el premio es la captura de una truchas que, sin ser grande, es de mayor tamaño que las que encontramos en corrientes. 

 
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Truchas de algo más del palmo que, pese a su tamaño contenido nos reconfortan por ser el premio merecido a la buena acción de pesca.
 
Pasa el día en un pestañeo y de repente me encuentro con la compañía de David, mi compañero de pesca en ésta ocasión.

 
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Aún nos queda tiempo para realizar unos lances a la par, comentando las acciones, disfrutando de los lances propios y ajenos.
 
Avanzada la tarde el rio repentinamente baja el telón.

Las eclosiones cesaron hace tiempo, las cebadas se esfumaron.

Pronta cerrajón habitual en estas fechas que nos hacen guardar cañas y carretes y dar por finalizada la jornada de pesca.
 
La vuelta al auto, por unas orillas cómodas de andar se vuelve un paseo amenizado por la charla con el compañero que nos torna en un sin sentir al aparcamiento.

 
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Aun echamos una última mirada desde el mirador al cómodo valle donde hemos disfrutado de una placida jornada de pesca.

 
Gracias, David, por tu invitación a salir a pescar, por tu compañía, por todo.


 
                    LasmoscasdePaco.

1 comentario:

  1. De nada Paco, gracias a ti por venir. Ese dia pude aprender algo y es que no por que salga mosca grande las truchas van a subir a ellas. Saliendo perlas, pardones y pequeñas olivas, solo querian las olivas.

    David

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