De Ríos y de Truchas. Y de Pesca a Mosca. Y de amigos mosqueros.

Aquí se plasmarán todas esas ideas, sensaciones y vivencias de un pescador a mosca y de su grupo de compañeros.

Su finalidad es tratar de inculcar que la pesca a mosca puede llegar a ser una forma de vida.

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Competición NO..... Gracias.

domingo, 5 de agosto de 2012

DESDE EL AMANECER HASTA EL ANOCHECER…

          Si, lo reconozco. Hay que estar muy loco para en estas fechas darse una curra de pesca desde que amanece hasta que anochece.

 Pero… ¡¡es que lo pide el cuerpo!!. 

Y uno que está muy loco por la pesca a mosca no le importa desempolvarse de las sabanas a las tres de la madrugada para estar a pie de rio en acción de pesca a las siete.


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Más extraño es lo de mi compañero, pues es pescador de jornadas vespertinas y, tan solo la picazón de lo comentado por mi le incito a darse el madrugón.

-Paco, y el rio esta así de bonito a estas horas siempre? ¿Siempre hay esta bruma?-


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-Pues sí, incluso a finales de julio en un día donde con facilidad rondaremos los cuarenta grados de temperatura, amanece en el Alto Tajo con una mística bruma que se aferra con garras de acero a las copas de los pinos-


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Al amanecer el rio es diferente, con esa bruma que refresca la faz del mosquero, con esa luz difusa, sombreada, que hace atractivas un sinfín de posturas, con esas moscas pululando cercanas a las aguas. Gráciles efémeras, imagos nítidos, pequeñísimas caenis. 


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El amanecer, si cabe tinta el rio con tonos de aventura
.
Mas el asolador verano rápido se apropia del rio y con premura el astro rey arrasa las transparentes aguas del rio, la magia desaparece en un sin sentir y todo lo que fue vividez queda mortecino.


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Duro, duro es para el mosquero tentar pintonas en dicha situación.

Tras la mañana la hora del almuerzo, tiempo de descanso y refresco. De reponer energías con apetitosas viandas y frescas bebidas.

 Comida que se alarga en tertulia, donde salen a la luz entrañables historias, experiencias vividas hace tanto tiempo que todo cambio.

 Ni están los compañeros con los que se compartieron jornadas ni, están las truchas, las grandes y abundantes truchas que moraban el querido rio padre.


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Llega la tarde sin amainar las temperaturas, de nuevo nos encontramos trotando rio, buscando zonas querenciosas donde otrora nos premiaron con capturas señeras. En espera de la cebada que delate la posición de “maese fario”.


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El calor y las horas de pesca hacen mella, hay que refrescarse con las aguas del rio, brazos, cabeza, pecho, acaso una parada a la sombra del sauce de ribera.

Mil y un lances hemos realizado, premiados con escasas capturas que infunden desanimo y tan solo la esperanza de conseguir una trucha de categoría nos hace proseguir.

Al fin el sol declina tras los riscos de los cañones, las sombras se alargan por el rio y surge la esperanza de un sereno que transpole tan duro batallar.


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Mas es en vano, el agua caliente y las altas temperaturas vuelven yermo el rio de eclosiones de insectos y parigual cebadas de truchas.

Queda el tantear tramos de aguas corrientes, zonas querenciosas en busca de la trucha hambrienta que aboque nuestra imitación y poder salir del rio sin enarbolar derrota.


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Al fin, bajo la luz lunar caminamos por la trocha en busca del auto que allá a lo lejos dejamos.

Quince horas de jornada de pesca es dura jornada, más si cabe en el duro estío, agotadora jornada no apta para el mosquero acomodado, quizás tampoco para el viejo mosquero, ese mosquero que vio nacer el pino a pie de rio y en el presente se refugia bajo su sombra.


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Mas la fuerza de la pesca a mosca sobresale por encima de las adversidades, del agotamiento.

 A tal punto que volviendo al hogar aun pregunta…


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-Paco, ¿cuándo repetimos??-.

Forja de mosqueros.



                                     LasmoscasdePaco.

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