De Ríos y de Truchas. Y de Pesca a Mosca. Y de amigos mosqueros.

Aquí se plasmarán todas esas ideas, sensaciones y vivencias de un pescador a mosca y de su grupo de compañeros.

Su finalidad es tratar de inculcar que la pesca a mosca puede llegar a ser una forma de vida.

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domingo, 15 de abril de 2012

AGUA, NIEVE, TRUCHAS… RIO SORBE


          Pese al pronostico climatológico de viento y lluvia, tres mosqueteros… digo mosqueros, nos confabulamos para ir a pescar de nuevo el rio Sorbe. Ya en sus proximidades la observación del Ocejón cubierto de nieve auguraba una jornada ardua y complicada.

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Nos encontramos un rio Sorbe bravo, bronco, duro, que vendía caras sus truchas, cuan diferente del primer día de temporada.

En esta ocasión un Sorbe de aguas rabiosas y por mas decir heladas (5 grados de termómetro) volvía harto complicado la pesca de las pintonas que pegadas al lecho del rio no querían saber nada de moscas secas y muy poquito de las imitaciones de ninfas con las que tratábamos de pescarlas.

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Súmese a ello la complicación atmosférica, con lluvia helada cuando no nieve para tener un escenario de los duros de verdad, estaba claro que pescar a mosca seca con tal panorama seria de vanos resultados incluso trasteando con las ninfas la cosa se volvía complicada.

La primera trucha que vi, acaso se elevo cuatro dedos del lecho del rio al paso de la ninfa que la presentaba, tras ello se pego al fondo y no quiso volver a saber nada de ella.

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Ya no percibí ningún tipo de atracción a mis moscas por parte de las truchas en todo el tramo de rio que había escogido para pescar. El rio, de aguas rabiosas procedentes del deshielo mostraba un cerrojazo importante.

Las busque cercanas a las orillas, en aguas profundas, en blandos cercanos a corrientes, incluso en aguas lentas, todo fue inútil y no conseguí ninguna captura.

Asumiendo el bolo decidí subir a ver pescar a Álvaro.

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Había conseguido vadear el encabritado rio y se encontraba afanado paseando una pesada ninfa por un tramo de aguas muy interesantes.

-Hola Álvaro, ¿Qué tal?-

-Pues llevo dos, y tú?-

-Yo subo de bolo-

Le observe un rato pescar a ninfa y tras ello decidí subir a la tabla del vado para finalizar allí la jornada echando unos lances.

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La tabla del vado es muy conocida (y frecuentada) por muchos pescadores, suele ser agradecida en capturas pero más bien de pequeño tamaño, hubo tardes con eclosiones donde dicha tabla me procuro más de una docena de truchitas. Quizás el mayor problema es el transitar por ella, cuajada de grandes y resbaladizos bolos de piedra hay que tener mucho cuidado al andar si no quieres terminar sentado en el agua y remojado hasta las orejas y, si esto es norma, hoy con aguas altas y rabiosas aumentan las posibilidades de terminar dándote un chapuzón.

De chiripa lo evite, pues tuve tres o cuatro resbalones de esos de agitar brazos haciendo el “helicóptero” de los que salí seco sin aun saber cómo.

Vi media docena de pequeñas efémeras de color oliva por las aguas, entre los goterones de lluvia y nieve.

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La primera trucha se pesco ella sola. Había finalizado un lance de pesca, llevaba la línea por el agua tras de mi mientras avanzaba media docena de pasos aguas arriba cautelosamente, pendiente de no caerme cuando sentí un tironeo mordaz en la caña, aplique tensión sostenida, eleve la punta de la caña y fue cuando aguas abajo vi rebrincar la trucha prendida sobre las aguas. Fui recogiendo línea hasta lograr encestar la trucha en la sacadera. Una pequeña trucha que se pesco sola y evitaba el pesaroso bolo… o quizás no.

Tras ello decidí cambiar de ninfa a mosca ahogada y, pescar la tabla haciendo “el arco” de una orilla a otra.

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Puse un modelo nuevo de ahogada que había confeccionado este invierno, cuerpo negro brincado en plata y tórax en dubbing brillante azulado… total, para no pescar.

Lanzaba el tándem de Royal-ahogada aguas arriba hacia la orilla contraria y, al llegar a mi altura bajaba el puntal de la caña y recogía línea, provocando que las moscas atravesaran el rio viniéndose hacia la orilla en que me encontraba, haciendo “el arco”.

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No sin cierto asombro y empleando dicha técnica conseguí atrapar un par de truchitas que me produjeron una gran alegría y satisfacción, no tanto por la captura en sí, sino por haberlas pescado con tan peculiar técnica y no menos particular mosca ahogada.

Bajo un fuerte aguacero mitad agua mitad nieve llegaron Álvaro y Juanma.

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-Que tal Paco-

-Tres he conseguido aquí pescando con mosca ahogada y vosotros-

-Yo desde que me viste he pillado cuatro más-

-Yo por la zona de abajo conseguí cinco truchas-

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Visto lo visto, con un día tan desapacible y un rio que a ojos vista subía de nivel bajando en deshielo no se le puede pedir más.

-Pues cuando queráis lo dejamos, porque no va a parar de llover y nevar y hace un frio del demonio.-

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Subimos al coche, nos guarecimos en el porche de la casita de madera donde, en seco, nos cambiamos de ropas y dimos buena cuenta de las viandas que trajimos.



Fin de una dura jornada de pesca en un día donde solamente los muy locos dejan el abrigo de los hogares para llegarse al rio a remojar las moscas.

              LasmoscasdePaco.

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