De Ríos y de Truchas. Y de Pesca a Mosca. Y de amigos mosqueros.

Aquí se plasmarán todas esas ideas, sensaciones y vivencias de un pescador a mosca y de su grupo de compañeros.

Su finalidad es tratar de inculcar que la pesca a mosca puede llegar a ser una forma de vida.

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Competición NO..... Gracias.

sábado, 9 de octubre de 2010

ENAMORADO DEL ALTO TAJO…

Es cierto, ya lo he comentado anteriormente.

     –Estoy hechizado por las aguas del rio Tajo.-

El rio Tajo es el “rio padre” y pescar en el Alto Tajo es pescar en la “universidad de la pesca a mosca”.

Y yo, que llevo ya muchos años aprendiendo a pescar a mosca no dejo de admirar y enamorarme cada vez que disfruto de una jornada de pesca en sus aguas.

El rio Tajo es parco en capturas y realizar una pesca abundante no es común, pero a fe mía que hay jornadas donde consigues más de una docena de capturas.

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Ocurre que a veces sales a pescar con la cuadrilla y a tal fin escoges un lugar idóneo para que cuatro o cinco pescadores puedan disfrutar de una jornada de pesca. Evidentemente lugares cómodos y accesibles y por añadidura con mayor presión de pesca. No, no es que no haya truchas, que las hay, truchas pequeñas las mas, truchas de la talla bastantes y truchas grandes algunas.
Pero hay jornadas especiales, jornadas donde un maestro de la pesca a mosca decide ser tu compañero y mostrarte un lugar especial del Alto Tajo y, como tal una zona poco accesible.

Tiempo ha un gran maestro de la pesca a mosca me mostro un Tajo aguas arriba de Peralejos con unas truchas como nunca había visto. De nuevo otro gran maestro pescador a mosca me mostro el Hundido y, como sí se capturaban esas truchas que al pescador en general le es imposible. Pepe y su lugar secreto me redescubrió un rio y unas truchas que creía extinguidas a manos de furtivos. En el presente Gabi y José Luís me muestran sus “enclaves” y donde habitan esas grandes truchas que de cuando en vez nos muestran fotografiadas.

Hace escasas fechas fue Jesús quien me ofreció compartir una jornada de pesca en “su Tajo”.

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Cuando un maestro me invita a compartir jornada de pesca suelo aceptar sea como sea. En este caso, ir al rio con una “cabra montesa”, delgado, fibroso y de dos metros de altura de compañero me supone tener dudas de estar a su altura, pues reconozco que mi peso y estado físico no es lo más idóneo y podría ser rémora. Con todo, acepto encantado y pese a ir “con la aguja de las pulsaciones en la zona roja todo el día” no aflojo el paso ni me arredro a la hora de vadear fuertes corrientes con el agua al límite del vader.



Ya la aproximación al rio se las trae, desde el pueblo al 
rio son muchos los kilómetros de pista forestal y, según te aproximas al rio ésta empeora en estado volviéndose sendero, raspando las tripas del auto continuamente. Ahora queda caminar por una senda hace años desaparecida y comida por la vegetación donde a más, tengo que apretar el paso para no perder de vista a mi compañero y ver por dónde camina. Trisca por rocas, arrodíllate y arrástrate bajo los espinos, salta reguerones y sigue los pasos de tu compañero que parece nunca va a dejar de caminar.

Al fin se para.

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-Paco, por aquí nos metemos al rio-

Y Paco que llega con taquicardia ve que entre donde se encuentra y el rio hay una maleza de espinos, de boj y tras ella de espadañas.

Monto el equipo lentamente, pasar el nylon del bajo por el ojo del anzuelo con las pulsaciones a mil es una verdadera odisea y llegar a las aguas con la caña montada no se queda atrás. Cuando por fin llego a las aguas me clavo hasta las pantorrillas en fino barro y el agua me llega más arriba de la cintura, un par de pasos rio adentro y piso piedras, pero la corriente casi casi me arrastra y la profundidad aumenta hasta casi el límite del vadeador.

-Paco, ven por aquí que tenemos que cruzar el rio.-



Y ágil como un gamo muestra el costado a la corriente y va atravesando el cauce, claro a él el agua le llega a la cintura. Yo voy pelín asustado, con pasos inseguros y levantando los brazos para no mojarlos atravieso el cauce, cuando llego a la orilla suspiro aliviado.

-Venga a partir de ahora la cosa es más sencilla, desde aquí mismo podemos empezar a pescar.-

Jesús me cede la orilla del rio, mucho más cómoda y él pesca desde el interior del rio. Según voy estirando el bajo escudriño las orillas y a poco veo varias cebadas de truchas.

A esto, mi compañero ya ha clavado la primera trucha que se debate entre la corriente y termina ensalabrada en la sacadora.

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Poso “la Marroncita” por encima de la cebada más cercana y una trucha la toma franca. Clavo, tenso, lucho para que la trucha no se meta entre la maraña de la orilla y al fin la trucha llega a mis manos. Trucha hermosa, de más de dos palmos que tras desanzuelar devuelvo a las aguas.
Mientras seco y flotabilizo la mosca observo el entorno. Hay una gran eclosión de efémeras olivas, pardas, acaso grises. Le acompañan pérlidos y pequeños dípteros. Y acá y allá truchas cebándose sobre los insectos que las aguas del rio arrastran.

-Ojo, Jesús, que se ha cebado una trucha en la corriente a dos cañas de distancia de ti.-

Jesús posa la mosca en las aguas, un lance casi casi de punta. La trucha sube, saca la boca y medio lomo por encima de las aguas y toma franca la mosca que Jesús le ofrece. Al clavar se produce una explosión en las aguas, la trucha chapotea entre las corrientes y enfila aguas arriba como si de un misil fuera. La maña de Jesús y la seguridad de un bajo terminado en un 0.17 no deja lugar a dudas y la trucha va doblegándose y termina dentro de la sacadera.

Trucha hermosa, trucha grande, trucha brava.



-Pues esta no es de las grandes que vamos a conseguir hoy aquí.-

Yo estoy alucinado, tengo chiribitas en los ojos y no hago más que guardar datos y sensaciones dentro del “disco duro” de mi cerebro.

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-Paco, mira la cabecera de ese chorro, en ese lugar he sacado varias veces truchas muy grandes.-

El rio se estrecha en ese punto, se pega en curva y se mete bajo las ramas de un árbol de la corriente, a la izquierda queda un vano de aguas blandas de acaso un metro de anchura y, en ese blando de aguas veo como un truchon sube, se ceba gira sobre sí misma y vuelve a sumergirse.

Con todo el cuidado y la pericia de que soy capaz realizo un lance medido la mosca posa al filo de la corriente pero el remolino de aguas la hace girar y girar incluso provoca el dragado de la mosca, pese a ello espero a que la mosca salga de la zona caliente para levantar el bajo y repetir el lance. Uno, dos, tres lances con el mismo resultado.

El cuarto lance se le asemeja, con la diferencia de que la mosca se mete en la corriente y se ahoga.

-Paco, tira despacito que muchas veces la mosca ahogándose pesca.-

La atraigo despacio, la saco de la zona sin ningún resultado.

-Un lance mas y te toca a ti.-

Lanzo a la cabecera del vano de agua, la mosca da un par de giros y se sumerge, yo despacio pero con la línea tensa atraigo hacia mí la mosca y de repente mi acción se ve frenada en seco, la caña se curva haciendo un arco, yo clavo suave pero muy muy firmemente y con esa acción una enorme trucha aflora entre las aguas, gira un par de veces en las aguas blandas y se mete de cabeza en las corrientes. Es un misil atómico, aquí no hay saltos ni cabriolas, ni tan siquiera cabezazos, aquí hay una fuerza descomunal que tira corriente arriba sin solución de frenado. El carrete escupe línea que pasa entre los dedos de mi mano y las anillas de la caña, yo no dejo de oponer una fuerte tensión al bajo del 0.14. La trucha se vuelve tras llegar a la cabecera de la corriente y se lanza aguas abajo, doy tirones rápidamente a la línea recogiendo a la mayor velocidad noto como la línea plástica se calienta entre mis manos, no cedo pero tampoco domino la situación, la corriente es muy larga y ya me las veo corriendo aguas abajo. Aquí llega el capote salvador del maestro Jesús que se coloca en la corriente aguas abajo de la trucha y, ésta cuando le ve da la vuelta y asciende por la corriente y yo sigo aplicando tensión a la línea a base de tirones. La trucha vuelve a girar y a lanzarse corriente abajo sin freno, desbocada, va a pasar entre las piernas de Jesús a toda carrera como locomotora cuesta abajo y, cuando esto va a ocurrir la trucha se encuentra de bruces con la red de la sacadera de Jesús y éste hábilmente la ensalabra (joder, solo de recordar y relatar el lance se me han puesto los vellos de punta).
Ya esta, chapotea ensalabrada en la red de la sacadora que, con certeza ha sido la que ha decantado el lance a nuestro favor y, digo nuestro porque Jesús tiene mucho de culpa de haber conseguido llevarnos la trucha a las manos.

-Toma Paco. Desnzuela la trucha y sácala de la red que te hago una fotografía.-

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Y yo, temblón como estoy, desanzuelo la trucha, meto las manos en la sacadora y agarro la trucha, la abrazo y trato de amortiguar los rabotazos que da. 
Trato de posar medianamente bien y, antes de que Jesús pueda enfocar y hacer la foto la trucha pega unos rabotazos que hace que se me escurra de entre las manos y caiga a las aguas donde sale disparada hacia las corrientes.


Jesús me mira con cara desencajada, quizás pensando en que debería haber sido más rápido en hacer la foto, yo pensando que acaso debería haber agarrado la trucha con más firmeza, pero no quería lastimarla.

-No te preocupes Jesús, que la fotografía la guardo en mi cabeza y no se me va a olvidar jamás.-

El bajo ha quedado hecho un guiñapo, la mosca otro tal. 

Mientras recompongo el equipo y dejo de temblar Jesús ha subido a la siguiente tabla y una tras otra ha clavado más de cuatro hermosas truchas. Y yo alucino por el lance pasado, y por los lances de Jesús, y por el estruendo atronador de la corriente y por la impresionante naturaleza que me rodea y por mi corazón bombeando aceleradamente y por el latir de las venas de mis sienes y porque ahora mismo me siento el hombre más dichoso y afortunado del mundo.

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……………..
Se suceden nuevos lances, nuevas posadas y nuevas capturas de grandes truchas. Todas ellas dignas de contarse explícitamente en cualquier otra ocasión y, que en este caso se ven empañadas por el lance anteriormente relatado, también porque si me pusiera a contar trocarían este relato en un ciento de páginas.

El anochecer nos embarga en una tabla larga y profunda donde los dos metros de estatura de Jesús me aventajan, él se puede colocar en el centro mientras yo de puntillas tengo que buscar la orilla y lanzar a duras penas.

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Empieza una eclosión de efémeras blancas como la nieve, Oligorunellas digo yo, Ephoron Virgo mi compañero.

Las truchas no saben de nombres, tan solo que mosca que llega a sus cercanías mosca que atrapan en cebadas francas. Es lanzar tras la cebada y conseguir la captura de la trucha. Es una orgia de cebadas, de lances, de capturas como en muy pocas ocasiones me he visto.

Jesús domina la ”zona caliente”, la orilla contraria donde no dejan de producirse cebadas, yo me conformo con la orilla donde me encuentro metido casi casi a punto de rebosar el vader en las aguas. Pese a ello veo cebadas a distancia de lance, y realizo lances y se ven premiados con capturas, en un sereno de acaso 45 minutos Jesús consigue más de 20 capturas yo no bajo de las 15 y entre tiritones de frio consigo atrapar una gran cantidad de truchas que, a mas decir, ninguna es más pequeña de dos palmos.


Ya de noche cerrada aflojan las cebadas, disminuyen las eclosiones de blancas efémeras y decidimos poner fin a la jornada. Salimos como podemos de las aguas y rodeados de maleza desmontamos cañas. Ahora casi en penumbra toca caminar hasta donde dejamos el auto, gracias al farolito frontal que llevo siempre en el chaleco de pesca conseguimos adivinar la insignificante trocha y gracias a que Jesús conoce aquello muy bien llegamos al auto (si hubiera ido solo me habría tocado pasar la noche en el bosque en espera de luz para salir de allí).

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Cambio de ropa, nos ponemos ropa seca y de abrigo que se agradece muchísimo y aplaca la tiritera de frio que me embarga hace rato.

Circulamos con seguridad la pista forestal, con varias encrucijadas que Jesús solventa con la firmeza de conocer el camino y que a mí de nuevo me habría perdido en el bosque del Alto Tajo.

Tras salir de la pista forestal, en la plaza del primer pueblo con casas de ventanas cerradas y sin luz paramos y tomamos una frugal cena que nos reconforta. Tras ello caminito de casa, charlando sin parar de la cantidad de lances acaecidos y disfrutados y que nos hacen llegar a la cuidad en un sinsentir.

No voy a dar gracias de nuevo, por no ser reiterativo y, porque creo sinceramente que sobran. Porque pienso que hoy dos pescadores hemos “conectado” y porque hoy hemos forjado unos lazos que nos unirán fuertemente para el futuro. Jesús, ya no me quedan fechas en esta temporada para volver a “Tu Rio Tajo”, pero estoy ansioso de repetir la próxima temporada.

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     Va por ti, Jesús Carmona, “Calambres”, gran maestro de la pesca a mosca.

     LasmoscasdePaco.

9 comentarios:

  1. Gracias a ti Paco por la crónica de un día excepcional, de esos que salen cada cinco años.

    En la pesca como en cualquier otra faceta de la vida los "Maestros" son aquellos que cada día que pasa intentan hacerlo mejor. Yo todavía soy alumno.

    Siempre digo lo mismo: el que más truchas saca, no tiene por qué ser el mejor pescador.

    Nos vemos en el río, abrazos.

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  2. Que entrada más buena, Paco.
    Me ha gustado mucho.

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  3. Me gustan mucho las entradas de blog que van acompañadas de una buena crónica. Gracias por hacer que casi lo vivamos en primera persona.
    Enhorabuena, un saludo.

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  4. Me has hecho feliz, Paco, con tu relato apasionado, y no menos por ver a mi amigo Jesús con su nuevo aspecto de señor "mayor" (jaja) Saber que en esa zona aun quedan las mejores truchas del mundo, es siempre un consuelo para quienes hemos pateado algo por allá.
    Cuando veas al Calambres, le das un fuerte abrazo de quien añora su compañía. ¿Lo harás? Gracias y cuida el Tajo, nuestro dios particular.

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  5. ¿Aspecto de señor mayor???? Lo que que tenemos que aguantar los jovenzuelos.
    Muchas gracias por esos abrazos que sabes que son de ida y vuelta, se te echa de menos.
    Aparte de a mi y de otra mucha gente, conocemos a dos polluelos que serían felices, si un día, como el que no quiere la cosa te encontrasen metido en el Tajo junto a ellos como tantas otras veces. Gallina piel solo de pensarlo.
    Besos man. Sé feliz.

    Calambres.

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  6. ¡Vaya, todavía quedan días así! La verdad es que sí los hay. Pero lo importante no solo es vivirlo, es saberlo contar, porque algunos ya no saben qué decir cuando vienen de pesca sin pescar.

    Lo cierto es que a mi este año me ha salido gafe, porque cada vez que he planeado una salida al Alto Tajo, lease Gallo o Tajo, se me ha chafado por algo... Y claro, luego te vienen con estas y te quemas. ¡Gracias a Paco por "quemarme" la sangre tan bien!

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  7. Excelente post, gracias Paco por compartir estas vivencias con todos nosotros.
    Por cierto, la carita que tienes con el truchon que cogistes, ya me gustaría ponerla yo por las mismas circunstancias (envidia y de las gordas :-))
    Paco

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  8. Chavales, qué deciros... Me habéis removido mis propias experiencias de hace 15 o 20 años. Me alegro mucho de que por fin el Tajo vuelva a mostrar su auténtica cara, que se deja ver a pocos y con una avaricia desmesurada en guardárselas para cuando los pescadores no estamos. Aún hay esperanza. Gracias.

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  9. Increíble leer este bonito relato cerrar los ojos y no imaginártelo todo convirtiendo cada frase en una escena de tu propia pelicula pero.....increíble también el volverlos a abrir acercarte a este rio que tengo tan cerca de casa y ver la cruel realidad,ya no veo eclosiones ni truchas cebándose y lo que es más y me arriesgo a decir es que directamente no se cen truchas.Gracias por tu relato maestro Paco

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