De Ríos y de Truchas. Y de Pesca a Mosca. Y de amigos mosqueros.

Aquí se plasmarán todas esas ideas, sensaciones y vivencias de un pescador a mosca y de su grupo de compañeros.

Su finalidad es tratar de inculcar que la pesca a mosca puede llegar a ser una forma de vida.

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Competición NO..... Gracias.

viernes, 3 de mayo de 2013

SIERRA NORTE. LA BRAÑA, SUS RIOS…

          Al fin pesco de nuevo el rio Sorbe. 

De nuevo me interno por profundos bosques, por abruptas fragas, por antiguos senderos hoy apenas trochas jabalineras.


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El Sorbe, mi querido rio Sorbe donde habitan bellas Xanas que hechizan a todo aquel que las contempla, que las pesca.

Hechizo que te hace volver una y otra vez a buscarlas, a desearlas. 

Pese a la dureza del entorno, pese a orillas enmarañadas, pese a un lecho de bolos de piedra y losas de pizarra, pese a cuestas empinadas cuajadas de maleza, pese a todo y mas, para mi pescar éste rio y con permiso del rio padre es uno de los mayores placeres.

El rio no muestra su cara amable. 

Alto de nivel de aguas y fría de temperatura provoca que las truchas se peguen al fondo con poca, muy poca actividad.


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Unos días soleados con buenas temperaturas propician tímidas eclosiones. 

Muchísimos Dípteros (síntoma alarmante), Plecópteros y variadas efémeras, de tamaño pequeño y también algún Pardón, incluso rabilargos Ecdyonuridos.

Todo esto provoca alguna cebada, siempre en aguas paradas, siempre en tramos soleados, en las coladas de las tablas.

En dichos tramos, Álvaro, mi compañero de jornada de pesca y yo mismo nos posicionamos a la espera de la delatora cebada. 

Tras su observación, una cautelosa aproximación, procurando no resbalar, un ojo mirando la zona de la cebada y el otro por donde avanzamos pasito a pasito.


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Queda lanzar sobre la cebada observada, colocar con soltura y precisión la mosca elegida, un lance, dos lances, tres lances. 

Si a la media docena de lances no hemos conseguido incitar a la trucha difícil será ya que lo haga.

El buen hacer se alía con la fortuna y la trucha sube rauda a tomar el engaño que la mostramos. 

Avisados como estamos, clavamos con certeza en la mayoría de las ocasiones.

Queda templar la lucha, domeñar la bravura de nuestra oponente para al fin abrigarla en la malla de nuestra sacadora cual sabana de satén.






Las truchas están delgaditas, laxas. 

Han pasado un invierno duro y recientes aguas frías de deshielo han puesto a prueba su subsistencia.

Al fin contemplamos la belleza de la xana apresada en nuestras manos. 

Contemplamos los tesoros que alberga este duro rio. 

Sin darnos cuenta la Xana nos hechiza, un hechizo que nos obligara a buscarla de nuevo sin remedio una y otra vez. 

Tras ello queda el placer definitivo, el devolver de nuevo a su medio a tan bello ser. 

Observar cómo se desliza entre nuestras manos y al fin como coletea y se pierde de vista entre las aguas del rio. 


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Pescamos a dúo, a veces en un “ahora tu y luego yo”, en otras ocasiones cada uno por una orilla. 

Esto propicia el placer propio de la pesca y el ajeno de la del compañero. 

Ser partícipe de sus lances, de sus capturas de sus alegrías. 

También de sus traspiés, de sus pasos bamboleantes que en un tris están de hacerle caer en las aguas, incluso hacer de esto último realidad.

-¿Que te paso, Álvaro?-

-Que ya me he caído al agua-

Seguimos avanzando por el rio encañonado. 

Ya no hay vuelta atrás, o volvemos por nuestros propios pasos por el cauce del rio o tenemos que avanzar hasta el comienzo del cañón para buscar el perdido sendero que ascendiendo por el monte nos llevara al punto de origen.


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Al fin llegamos a dicho punto. 

Queda trochar la senda empinada, duro ejercicio que pone a prueba nuestro estado físico.

Aun nos queda pescar la tabla cercana al auto, que dejamos sin pescar a propósito para este momento.

Una, dos, tres cebadas detectadas.

Entramos a las aguas con cautela, nos aproximamos en lo posible y efectuamos lance medidos, posados delicados. 

Todo en vano, las cebadas desaparecen y al cabo afloran aguas arriba, en lo profundo e invadeable de la tabla. 

No queda sino obsérvalas con ojos codiciosos siendo conscientes que no fuimos capaces de engañar a las Xanas.


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El sol se oculta tras las elevadas lomas, la luz se marchita, todo se envuelve en un manto grisáceo que anuncia raudo el anochecer y en tal punto damos por finalizada la jornada de pesca.


Cambio de ropa, frugal merienda cena y discurrir con el auto por pistas forestales hasta encontrar la carretera. 

Cinta de asfalto que nos conducirá de nuevo a la realidad urbana donde habitamos.



                     LasmoscasdePaco.

1 comentario:

  1. It's always fun to fish (even for small trout) with good friends. That looks like challenging water.

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