De Ríos y de Truchas. Y de Pesca a Mosca. Y de amigos mosqueros.

Aquí se plasmarán todas esas ideas, sensaciones y vivencias de un pescador a mosca y de su grupo de compañeros.

Su finalidad es tratar de inculcar que la pesca a mosca puede llegar a ser una forma de vida.

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domingo, 2 de octubre de 2011

LA MANCHA DE UN BOLO… CON UNA TRUCHA SE VA…

          Dice un refrán;

-La mancha de una mora con mora verde se va.-

A la sazón y en terminología de pesca podríamos decir;

-La mancha de un bolo, con la captura de una trucha se va.-

Y no es que desazone mucho un monumental bolo en el Tajo, de todo hay que portear y bien anchas espaldas tenemos, mas a fuer de ser francos prefiero evitar el vía crucis y volver del rio habiendo visto las “pintas coloraas”.

Y con esas vuelvo de nuevo al Alto Tajo, a pescar un enclave diferente donde posar mis moscas.

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Una mañana muy soleada y un rio exiguo de caudal quizás no es lo apropiado para hacer acopio de una buena cifra de capturas, pero con la muestra y lavar el bolo saldría complacido.

Los primeros lances en tramos bien conocidos no me dan truchas, ni en las regueras entre las abundantes ovas ni en los chorros de cabeceros de las tablas.

Pasa el tiempo sin conseguir una captura, llega el momento de empezar con el baile de ideas. Para empezar modifico el bajo, lo alargo. De caña y media terminado en un 0.14, llego a las dos cañas añadiendo un 0.12. Los resultados no mejoran y empezamos con el baile de moscas. Que si hackle normal con alitas, que si Klinkhammer, que si exuvia en seda, que si el trico. En fin, maremágnum que no sirve sino para aumentar la incertidumbre e inseguridad.

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Al pronto, en la corriente de entrada de una tabla, en medio del rio veo una cebada apoteósica. Fuera de la lógica de seguir pescando hasta llegar al lugar, dejo de pescar y me aproximo (menos mal que al menos todo lo sigilosamente que puedo) a distancia de lance del lugar de la cebada. Paro, me planto, no espero mucho pues la impaciencia me puede y comienzo los lances mesurados, laterales a la zona y al fin en todo el centro sin conseguir que la trucha se interese por la mosca. Cambio de mosca, cambio de táctica, una crema en anzuelo del 16 y una ninfa perdigón a dos palmos de la seca.

-Es que hay que solventar el bolo sea como sea-

Y como suele ocurrir cuando se saltan las normas, reglas, convicciones propias y demás, el resultado tampoco es positivo. Y la ninfa lo que hace es engancharse de cuando en vez en las ovas bailarinas. Al fin tras haber “cosido” la zona con innumerables lances desisto, cambio de lugar en espera de aventar la “nube bolera” que empieza a cernirse sobre mi cabeza.

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Las corrientes propiciadas por un desnivel tampoco me dan trucha, pese a que el trico de ciervo danzaba por ellas ciertamente atrayente. El filo de mi orilla, con abundante carrizo y solapa me ofrece dos ataques a la mosca de alevines de trucha que no se clavan al primer intento y decido no volver a ofrecer mis moscas pues los peces son demasiado pequeños.
Con todo sigo lanzando aguas arriba pegado a la orilla, al mismo filo de los carrizos, allí de nuevo un ataque a la mosca.

-Sera otro chanquete-

Pero cuando clavo la trucha salta con estridente chapoteo y observo que es una buena trucha que se lanza a las corrientes, descolgándose por ellas, llegando a mi altura donde con maña efectúo un “revés tenístico” y encesto la trucha en la sacadera, allí aun chapotea inútilmente en su afán de liberarse. 

Una hermosa pintona que libera mis apremios de capturas y el mal augurio de irme a casa sin ver las pintas rojas de “maese Fario”.

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Ahora sé dónde buscarlas, las truchas andan pegaditas a la orilla, algo que, si recapacitamos es de esperar. Estamos al postrer de la temporada y han tenido que ser muchos los mosqueros y muchas las moscas que han pasado por aquí a lo largo de estos meses, lógico pues que las truchas estén amagadas en las solapadas de las orillas.
Es momento pues de afinar, de pescar sereno y con tiento, poniendo encima de la mesa toda la maña y finura de la que somos capaces de hacer acopio.

Y es que lances alejados cuando no largos mezclados con fina puntería para dejar la mosca posada al mismo filo de los carrizos no es cuestión baladí.

El resultado son tres nuevos ataques de trucha a la mosca, tres buenas clavadas. Pero amigo, el riesgo de pescar en largo en un rio plagado de ovas a flor de agua es la perdida de las capturas. La trucha al sentirse clavada se mete y emboza en el manto de ovas y allí, en la mayoría de las ocasiones rompe el hilo o se desclava el anzuelo y escapa.

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-Coño, Paco. Cuantas veces te he odio decir que en el Gallo no hay que dejar que la trucha se sumerja, que tienes que clavar y atraer hacia ti-

-Pues si, así es. Y normalmente da buenos resultados. Los da cuando entre la superficie del agua y el manto de ovas circula apenas un palmo de agua. Pero cuando las ovas tapizan la superficie ya es otro cantar-

El resultado fue que de las tres nuevas truchas clavadas tan solo una llego a mis manos (quizás por ser la más pequeña). Las otras dos me dieron esquinazo al meterse entre las ovas.

Me encuentro con mi compañero Miguel “Tonkín” para almorzar y descansar en sombra las horas de más calor del día. Miguel ha conseguido también un par de capturas que le saben a gloria y cicatean a proseguir la tarde pescando.

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La tarde se vuelve aun más dura que la mañana. Pescando muy de largo tablas querenciosas o más de corto zonas embozadas de rio galería donde en la mayoría de los casos pasamos sin obtener ni una picada. Todo ello siempre pescando al agua, sin ver cebadas pese a un tímido asomo de eclosión de pequeñas efémeritas y algún que otro trico golpeteando por las aguas.

En dicha tesitura pasa la tarde, con tres cebadas a mi mosca donde tan solo soy capaz de llevar a las manos una de ellas, las otras dos se pierden en la ovas.

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Quizás reseñable el ultimo lance, pescando una zona de aguas profundas con corriente, muchas ovas en el agua y mucha vegetación de orilla. Un sitio tan cerrado tiene que ser un buen refugio de alguna trucha de buen porte. Sintiéndolo así afirmo los pies sin avanzar un paso y machaco y machaco cual tas en el yunque una y otra vez la poza, efectuando lances cada vez más alejados, mas pegados a las orillas, más arriesgados. Sin moverme del sitio cambio de mosca, opto por una delicada emergente con alitas en C.D.C. que a duras penas soy capaz de intuir en la lejanía de los lances.

De repente en el enésimo lance lejano una trucha toma con estrepito la mosca. Me pilla sobre aviso y con buen hacer clavo y tenso línea. Noto los tirones de la trucha en su brusca huida y como chapotea por el agua. Tras ello y pese a mi oposición la trucha se sumerge en la profundidad de la poza al refugio de las ovas. Allí aun noto en mi mano los tironeos de la trucha y como de repente cesan y como la línea se vuelve laxa. Una nueva rotura del bajo de nylon del 0.14.

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Ya es algo tarde, podría apurar, montar un nuevo bajo y mosca y pescar acaso media hora más, pero la pesadumbre de la pérdida de la última captura me hace renunciar. Prefiero disfrutar del declinar de la tarde, de la llegada de los buitres a las cuevas del farallón de roca y la gallería que provocan. De disfrutar de la vista de tan precioso enclave del Alto Tajo.

Al fin Miguel se acerca caminando por la pista, con semblante de fatiga.

-Que tal Miguel?-

-Ni una, he tenido dos picadas y no he conseguido clavarlas.-

-Es que el rio vende muy caras sus truchas a estas alturas de la temporada-

-Eso será, Paco. Esta ha sido mi última salida de pesca esta temporada. Marcho contento, he cogido alguna trucha y he pescado un sitio maravilloso-

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A Miguel “Tonkín” mosquero de la vieja escuela, de los principios de AEMS y también “Molinero”. Que tras años alejado de la pesca por problemas médicos (esas columnas vertebrales y esos dichosos discos y hernias) esta temporada de nuevo se embutió en vader y botas, engraso la línea de seda, empalmo los tramos de su caña de bambú y se reencontró de nuevo con los ríos y con la pesca a mosca seca.

-Miguel, espero tener el placer de compartir nuevas jornadas de pesca la próxima temporada. Y es que “los viejos mosqueros nunca mueren”.

Agradecido-.

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               LasmoscasdePaco.

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