Abre su caja de moscas, contempla lo bien colocaditas que están, distribuidas por colores, por familias, por tamaños, etc., mira y remira y no acierta a seleccionar la mosca a emplear.
Dije al novel mosquero, pero apostaría que a más de un mosquero con experiencia a sus espaldas también le ocurre en ocasiones.
La cosa se simplifica si nos paramos a observar qué ocurre en el rio, qué eclosiona, qué navega, qué sobrevuela por las aguas (es ésta una de las razones por las que digo que la pesca a mosca tiene una óptica tridimensional).
Y al contrario, la cosa se complica si llegamos al rio y nos encontramos un día de “cerrajón” donde no vemos pulular a ningún insecto. Circunstancia que suele darse en los fríos días de comienzo de temporada.
Es éste momento de echar mano a “La Mosca”, “La Pescadora”, “La Todoterreno”, “La Salvabolos”.
Ya, ya sé de muchos “latiguillos” muy manidos como,
-No mata la flecha, quien mata es el indio.-
-La mosca que pesca es la mosca que se ata al bajo.-
-Pesca la mosca en la que tenemos confianza.-
Todo eso está muy bien, pero, plantados en la orilla del rio seguimos mirando y remirando el surtido de moscas de nuestra caja sin decidirnos sobre cual empatar en el bajo.
Bien, ahora inicio camino en la teoría propia, en la opinión y en el punto de vista que, al ser personal puede y probablemente estará lleno de disparidades.
Creo que la primera mosca, esa primera mosca con la que iniciamos la jornada de pesca debe estar avalada por una o varias de las siguientes premisas.
Quizás la principal es que sea una mosca cómoda, esto es, que por razones de visibilidad, tamaño, color, conformación, forma de navegar y forma de posar podamos divisarla fácilmente entre las aguas sin forzar vista o postura.
La experiencia y antigüedad es un grado (nunca mejor dicho), y vuele o no vuele insecto alguno, la mosca que nos funcionó en esta época y lugar la pasada temporada muy probablemente nos funcione en el presente.
Por último, demos a nuestra mosca espacio y tiempo para poder desarrollarse y actuar, lo peor que podemos hacer es atar una mosca y tras el primer lance decidir que “esa mosca no pesca”.
¿Verdad que ha quedado muy bonito?, muchos pensareis que me he mojado poco, que mucho “lirilii” y poca receta de “La Mosca”.
Pues no es cierto. No busquéis una única mosca infalible porque no existe.
Con seguridad si fuéramos una docena de mosqueros más o menos experimentados dispuestos a la par en la situación descrita, cada uno empataría al bajo una mosca diferente. Sin embargo, si los preguntáramos y observáramos la mosca seleccionada todas y cada una de ellas estaría amparada bajo las premisas anteriormente expresadas.
Atractoras (Royal, Adams,Humpie, Tricolor).
Tricos genéricos (El Gris, Tormentor, Trotón, Ciervo).
Efémeras base (Pardón, Olivas, Tabacos, Cheposas)
Son todos ellos ejemplos claros de moscas con las que poder salvar la situación.
Quizás no caigamos en cuenta de algo importante, el achacar desconfianza en la mosca escogida es volcar nuestra propia desconfianza en conseguir capturas sobre un culpable en vez de sobre nosotros mismos.
Mayor tesón, mejor posicionamiento en el rio, mejores lances y posadas son actuaciones a realizar antes que cambiar la mosca seleccionada.
LasmoscasdePaco.
Tienes toda la razón, Paco. Sin disparidades.
ResponderEliminarSaludos.
Hola Paco
ResponderEliminarBuen artículo,
En esos momentos en el río es lo que todos pensamos, ¿ qué están comiendo ? y no vale de nada el pedazo de caña que cada uno tiene o el carrete último modelo, lo daríamos todo por saber que mosca poner o por lo menos es lo que yo suelo pensar.
Saludos Juan
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