De Ríos y de Truchas. Y de Pesca a Mosca. Y de amigos mosqueros.

Aquí se plasmarán todas esas ideas, sensaciones y vivencias de un pescador a mosca y de su grupo de compañeros.

Su finalidad es tratar de inculcar que la pesca a mosca puede llegar a ser una forma de vida.

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Competición NO..... Gracias.

martes, 30 de marzo de 2010

Viejos Recuerdos…….

Sacado de mis viejos diarios de pesca y, ahora que próximamente parirá la nueva temporada os muestro lo escrito sobre una jornada de pesca muy particular.

Hace muchos, muchos años……

Sábado, 29 de Abril del 2000. Salida a la Trucha.

Rio Cristóbal. Zarzuela de Jadraque. Guadalajara.

Kmtrs. Recorridos .- 250 kmtrs.

Capturas .- 4 Truchas Fario, 2 Bogas.

Climatología .- Día encapotado de oscuros nubarrones. Amenazó llover todo el dia, pero solo lo hizo a la hora de volver (20.00 horas). Esporádicamente rachas de viento que impedía el lance. Temperatura fría (8-9 ºc.).

Estado de la luna .- Dos días pasado de cuarto menguante.

Estado del Agua.- Hoy bajaba notoriamente menos agua que el pasado viernes, pese a ello aún bajaba fuerte (para lo que es este rio) y con corriente continua, parecía un torrente. Aguas puras y claras transparentes del todo. Aún es un “Spring stream”.

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Resumen.-

Pese al mal tiempo reinante y anunciado para este fin de semana largo (lunes y martes festivo), yo no podía estar sin pescar, y menos con tantos días festivos por delante. Pues para empezar las fiestas lo mejor es comenzarlas pescando.

La boga sigue sin subir, el barbo tampoco, por lo que el rio es ideal para la trucha, sin distracciones de picadas más o menos continuas de ciprinidos. Pese a ello, ya en los pequeños remansos se podían apreciar boguitas pequeñas que sí me dieron algún toque a la mosca, supongo que éstas son la antesala de la subida típica de la boga que éste año al venir la climatología tan rara aún no se ha iniciado, supongo que sólo esperan unas semanita de buen tiempo para comenzar.

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Para empezar no puedo reseñar el cabreo que me produjo la actitud de un pescador.

Estaba pescando plácidamente una pequeña reguerita o vena del rio, intentando posar delicadamente las moscas (tan agustito como decía aquel), cuando de repente escucho una serie de silbidos estridentes. Alzo la mirada y, allá en lo alto del cerro pizarroso veo un hombre armado de caña y chistera.

No contento con silbarme (pues la intención de ese hombre es que le preste mi atención), se pone a vociferar a voz en grito…

-¡¡¡ eeehhhyyy, pescadorrrrrrr. Miraaaaaaaaa¡¡¡-

Y alza en alto su mano derecha de la cual pende un hermoso pez (trucha supongo) que le llega colgando más abajo del codo.

Como si blandiendo una vez el cadáver de tan hermosa trucha no fuera suficiente, vuelve a increparme.

-¡¡¡Mira pescadorrrrr. Mira lo que he pilladooooo¡¡¡-

Y vuelve a mostrarme aún más ostentosamente si puede su cadavérico trofeo.

Yo, impasible, pétreo, le muestro una expresión de indiferencia muy fingida, pues por dentro me comen los demonios.

-Pues no se vanagloria ante mí de matar tan preciosa, hermosa y escasa trucha. Sera hijoputa-

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Acaba de asesinar la mejor trucha (de las dos o tres docenas que puede que habiten el rio) de todo el rio Cristóbal. Y encima se siente orgulloso el pedazo de Neandertal.

¿Cómo se puede ser así?

¿Cómo en el segundo milenio de nuestra historia aún existen individuos como éste?

¿Cómo no comprende que acaba de extirpar de una naturaleza que es de todos, una joya que si es de alguien es de sí misma o del rio donde habita?

¿Cómo no entiende que ya no va a volver a sentir el placer de capturar esa hermosa trucha, ni él ni nadie?

-Y encima se ufanara de buen pescador-

El suceso me acalora, me altera y descompone hasta el punto que las posadas de la mosca se han convertido en fustigazos.

-Calma, Paco. Vete de aquí y tranquilízate-

Me encamino rio arriba, hacia el tramo de rio que hay por encima del puente donde se dejan los automóviles.

En la pequeña área recreativa que allí existe (un par de bancos de piedra pizarrosa y una cocina de piedra) me siento en un banco a comer el almuerzo y beber un par de tragos de agua del manantial que brota allí mismo.

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Ya más calmado retorno al rio. He cambiado el bajo y estoy pescando con dos emergentes. De punta una de pardón y en la hijuela corta una imitación de baetis rhodani que, es lo único que veo volar y escasamente.

Estoy pescando la curva del rio donde termine de hacerlo el pasado día y que me deparo tres truchitas. Pero hoy llevo lanzando quince minutos y ni picada.

De repente sube una trucha que, sin clavarse la “noto” y aprecio que el pez es grande.

Insisto en los lances y al rato vuelve a cebarse con una picada brutal. La trucha ha subido, se ha tragado la mosca, se arquea sobre sí misma y se hunde de cabeza con gran estrepito.

Yo clavo y tenso la línea. Estoy de pie sobre las aristas de una roca pizarrosa en un equilibrio tal que no puedo mover los pies. Pienso que si la trucha se descuelga corriente abajo yo no podría hacer nada para evitarlo y perdería tan notoria trucha. La suerte esta de mi lado y la trucha se desplaza por la parte superior de la poza, cruza la corriente y clava el morro en los guijos de la orilla opuesta. Cuando tras un buen rato de lucha logro hacerla aflorar a la superficie me juego el todo por el todo, tengo la sacadera preparada en la mano izquierda y la atraigo siempre con la cabeza por encima del agua. Para cuando quiere dar el primer rabotazo y huir ya esta ensalabrada.

Es una trucha hermosa, de la mano extendida y medio antebrazo, de tonos verdosos más acentuados en unas partes que en otras, a franjas (acebrada) y con grandes pintas rojas. Con una cabeza enorme, la he clavado de la mandíbula inferior. En la comisura de la boca observo lo que parece una cicatriz.

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-Puede que alguien antes que yo ya haya disfrutado de la captura de esta trucha-

Con delicadeza la desanzuelo e introduciéndola en el agua la libero del abrazo de mis manos. La trucha tras dar un par de sinuosos coletazos se pierde en la profundidad de la poza.

Me embarga una sensación gratísima, plena de placer. Con el más firme convencimiento que no me sentiría mejor si hubiera descalabrado la trucha y pasear con ella colgada a un costado por toda la orilla del rio mostrándola a todo el mundo.

Siento un gran placer al liberar la trucha y ver cómo tras capturarla ésta vuelve a ser libre y sigue siendo un todo con la naturaleza primaveral y esplendorosa que me rodea.

Sigo pescando rio arriba, consigo capturar varias truchas más, esta vez más pequeñas.

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La caída del sol y el atardecer me rodea y estoy alejado de donde deje el automóvil. No lo pienso mas, son las 20.00 horas y empieza a chispear. Me siento contento. Caña al hombro y a desandar el camino de un tirón, sin volver a volar mis moscas.

Observo una típica eclosión de micro-mosquitos, una nubecilla de ellos que gira y gira sobre sí misma pareciendo un pequeño tornado.

El regreso a casa es grato. Con poco tráfico y lloviendo.

Conduciendo con precaución y escuchando el tableteo que produce la lluvia al golpear sobre el parabrisas.

LasmoscasdePaco.


Sirva éste relato que habla de pesca y de captura y suelta y de sentimientos y como en las fotos se aprecia de rios limpios. Sirva repito como homenaje a mi amigo y compañero Fernando recientemente fallecido, que no me cabe ninguna duda que abrira la temporada en ese rio que para los mosqueros buenos que existe en el cielo.

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